Sofía Ayelén Sánchez y Emiliano Barbero son estudiantes cordobeses de Ingeniería en Agrobiotecnología en el Instituto Tecnológico Chascomús y respresentarán a la Argentina en la Cumbre de Agricultura Juvenil.
Los incendios forestales de 2013 en las Sierras de Córdoba despertaron inquietudes y preocupaciones en Sofía Sánchez. Oriunda del pueblo de San Agustín -ubicado en el Valle de Calamuchita y con poco más de 3700 habitantes- recuerda cómo vivió su niñez entre el campo y la espesura de un monte quemado. “Me iba a dormir viendo las sierras doradas porque tardó mucho en apagarse el incendio y toda mi vida vi como mi papá se mataba trabajando en el campo”, rememora Sofía, que lejos de frustrarse la situación le llenó la cabeza de ideas: “A partir de eso empecé a pensar qué podía hacer para colaborar con esa gente que lo perdió todo. Mi idea se basa en tratar de aprovechar qué es lo que queda después de un incendio forestal y estudiar las propiedades de las cenizas para usarlas como agregados para fertilizantes”.
Emiliano Barbero se crió en Córdoba Capital. Su preocupación por el estado de conservación de los ambientes acuáticos y por las necesidades básicas insatisfechas de parte de la población lo hicieron pensar una posibilidad para cambiar las cosas. “En Córdoba hay lagos que están muy contaminados como el San Roque, donde hay algales en los que se ve el agua verde. En principio, la idea fue crear un superalimento a base de las microalgas que podemos extraer de los lagos, pero las regulaciones y reglamentaciones para crear un alimento nuevo son enormes. Entonces, la idea cambió a crear un bioestimulante para plantas”, cuenta.
Lxs estudiantes cordobeces de 23 años son dos de los tres argentinos que expondrán sus proyectos ante otros 100 jóvenes, tutores y jurados en la Cumbre de Agricultura Juvenil 2021 organizada por la empresa farmacéutica Bayer. “Siento orgullo, emoción y alegría por haber sido seleccionada. Ya estuve hablando con muchos delegados de distintos países y tengo muchas ganas de nutrirme del conocimiento de los participantes de la cumbre y generar vínculos nuevos”, dice Sofía.
Según el cronograma de la cumbre, en el mes de septiembre todos los representantes tendrán espacios para conocerse y presentar sus proyectos. A mediados de noviembre se realizarán los eventos virtuales y entre los meses de enero y marzo de 2022 los participantes tendrán un entrenamiento con especialistas para presentar sus proyectos frente a un panel de jueces. Finalmente, los proyectos seleccionados competirán por financiamiento.
De Córdoba a Chascomús, de Chascomús al mundo
El Instituto Tecnológico Chascomús (INTECH) funciona en un edificio central de 5000 m2 con un centro de biotecnología ovina de 500 m2 y un campo experimental de 906 hectáreas a 8 kilómetros del centro de Chascomús. Allí lxs estudiantes cuentan con habitaciones compartidas los primeros tres años de carrera y concluyen en el INTA Castelar los dos últimos. Todos perciben una beca mensual por sus estudios.
Sofía y Emiliano, que no se conocían en su Córdoba natal, se enteraron de la existencia del INTECH por recomendación de profesores de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Lxs dos estudiaban agronomía en esa Casa de Altos Estudios, pero necesitaban una carrera con contenidos “más aplicados” para poder desarrollar sus ideas-proyectos. “Me di cuenta que para lo que yo quería hacer, la carrera de agronomía me quedaba corta. Con la Ingeniería en Agrobiotecnología del INTECH tuve la oportunidad de centrarme más en lo que a mi me gusta y por eso dejé todo y me fui a Chascomús. Fue una decisión que tomé y que volvería a tomar mil veces”, comenta Emiliano.
Sofía estudiaba las carreras de agronomía y biotecnología en forma simultánea en la UNC, a la que viajaba cuatro horas por día, ida y vuelta, desde su pueblo. Cuando se enteró de que podía unir sus dos carreras en la Ingeniería en Agrobiotecnología del INTECH le cerró por todos lados. “Yo no pude cursar en el INTECH todavía porque ingresé en el 2020 y justo vino la pandemia. Hacemos talleres virtuales y trabajamos codo a codo con los investigadores. Al ser poquitos está buenísimo porque el vínculo es súper cercano y se pueden hacer muchos experimentos”, dice Sofía.
Hoy, Emiliano ya está en el cuarto año de la carrera desarrollando su tesis de grado con el proyecto de microalgas, aunque la pandemia lo obligó a volver a Córdoba y trabajar en los laboratorios de la UNC bajo la tutela de sus profesores del INTECH. Sofía, en tanto, está transitando su segundo año de carrera desde su pueblo y espera poder estudiar las propiedades de las cenizas forestales como proyecto final de carrera.