A pocos días de haber lanzado un nuevo libro, Martín Schorr analiza el comportamiento histórico de las grandes empresas que marcaron y marcan el rumbo económico del país, con fuerte impacto en el funcionamiento estatal y en los niveles de dependencia.
El nuevo libro compilado por Martín Schorr y publicado Siglo XXI Editores realiza un recorrido histórico y análitico sobre los grandes grupos económicos, que tienen un peso determinante sobre la economía real. Schorr, doctor en Ciencias Sociales (Flacso) e investigador de CONICET con sede de trabajo en Escuela IDAES, recorre en esta entrevista gran parte de las ideas centrales de la publicación.
¿Cuáles fueron las motivaciones principales por las que decidieron realizar este libro?
Recogiendo los aportes de muchos autores, en este libro ofrecemos una mirada de largo plazo del poder económico de la Argentina. Para ello ponemos el foco en la trayectoria de las grandes firmas de la economía real, a lo largo de las diversas etapas que se sucedieron desde la conformación del Estado nacional en las postrimerías del siglo XIX hasta la actualidad. Esa visión de largo alcance descansa en un elemento que quisiera destacar, ya que le confieren cierta originalidad al conjunto de la obra, además de la que resulta de encarar un estudio de largo plazo.
Me refiero específicamente a que, en cada uno de los capítulos, se despliegan metodologías similares para la delimitación de la cúpula empresaria, y se recurre a los mismos recortes analíticos y a una serie de indicadores empíricos semejantes para evaluar el desempeño de las compañías de mayores dimensiones del medio doméstico. Este abordaje le suministra al lector elementos abundantes e interesantes para caracterizar los distintos momentos abordados. Y, además, le da la posibilidad de acceder a una visión bastante integral del desempeño de las empresas líderes a lo largo de la historia nacional, así como de detectar las líneas de continuidad que se pueden establecer y las principales transformaciones sobrevenidas al interior de ese núcleo del poder económico.
Teniendo en cuenta el período que ustedes estudian en el libro ¿Qué incidencia han tenido las grandes empresas sobre el devenir de la economía argentina?
Con sus más y sus menos, en las diferentes coyunturas analizadas la cúpula empresaria ha tenido una gravitación considerable en el conjunto de la economía argentina. Esto da cuenta de un alto grado de concentración económica, que es más marcado dada la inserción de la mayoría de estos grandes capitales en sectores de actividad que resultan “críticos”, en tanto definen las formas que asume la apropiación del excedente económico por parte de las distintas clases sociales y fracciones de clase, el patrón predominante de especialización y de inserción del país en la división internacional del trabajo y, más ampliamente, el perfil del modo de acumulación vigente. Más allá de los cambios en la composición de la cúpula empresaria a lo largo del tiempo, esa centralidad estructural les ha conferido a estos segmentos del poder económico un poder de veto determinante sobre el funcionamiento estatal, que por lo general han hecho jugar a su favor y se ha manifestado de maneras diversas: corridas cambiarias, subas de precios, reticencia inversora, obtención de una amplia variedad de prebendas, “colonización” de ciertos espacios de la gestión pública.
Una de las líneas de continuidad que resulta del análisis remite al elevado peso del capital extranjero ¿Qué se puede decir sobre este dato estructural?
Como en gran parte de las naciones periféricas, la Argentina ha sufrido en su historia varias oleadas de penetración de capitales foráneos, que han sido estimuladas, entre otras cosas, por la aplicación de marcos normativos plenamente funcionales a la expansión extranjera. Esas fases fueron lideradas por países distintos (Gran Bretaña, Estados Unidos, China y Brasil, por citar algunos), se focalizaron en diferentes rubros de la actividad económica en función del desenvolvimiento del modo de acumulación local y se materializaron bajo modalidades diversas (radicaciones, compras de empresas, asociación con capitales nacionales, etc.).
Ese lugar destacado del capital extranjero en el seno del poder económico local se asocia también a su presencia decisiva en aquellos sectores que en cada período estudiado definieron las condiciones para la acumulación y la reproducción ampliada del capital en el país: actividades ligadas en forma directa e indirecta a la exportación de productos agropecuarios, distintas ramas industriales (automotriz, maquinaria agrícola, alimenticia, química y petroquímica), rubros procesadores de commodities, prestación de servicios públicos y algunos servicios privados, sector financiero, etc.
La centralidad estructural del capital extranjero cobra una entidad mayor si se contempla el papel que suele asumir en el financiamiento externo de una economía periférica y dependiente, así como en el desfinanciamiento por múltiples vías (remisión de utilidades, pagos de intereses, regalías y patentes, establecimiento de precios de transferencia en operaciones de comercio exterior y financieras).
¿Cuáles son las conclusiones que extraen en relación con el gran capital nacional?
De nuestro análisis resulta que otro rasgo distintivo del poder económico de la Argentina pasa por la temprana conformación de grupos económicos locales, y su posterior afianzamiento en distintos tramos de la industrialización sustitutiva y, en especial, en el período comprendido entre la última dictadura militar y mediados del decenio de 1990. De allí en adelante se ha manifestado una declinación marcada en la presencia de esta fracción dentro de la elite empresaria, lo cual expresa la debilidad manifiesta del gran capital nacional respecto del extranjero.
Incapaz de competir en igualdad de condiciones, en las últimas décadas este segmento del empresariado más concentrado ha resignado porciones importantes de la estructura económica, cuyo comando pasó principalmente a manos de corporaciones transnacionales. Y se ha replegado, con pocas excepciones, hacia el procesamiento de recursos básicos relacionados con la “vieja”, pero sumamente actual, inserción internacional del país. A estos capitales debería agregarse un conjunto de grupos empresarios que experimentaron un crecimiento para nada menor (por ejemplo, en los distintos gobiernos del kirchnerismo y en el de Macri), y que antes ocupaban lugares marginales o inexistentes en la dinámica de acumulación general y en el interior de los sectores dominantes. Dicha expansión fue posible por la participación de estos actores en muchas de las “áreas de negocios” que se habilitaron desde el sector público en diferentes frentes, casi siempre en actividades no transables y reguladas por el Estado.
¿Cómo es posible pensar en la construcción de una burguesía nacional en una etapa en la que la concentración económica ya no es solo local sino global?
El derrotero de largo plazo de los grupos económicos nacionales, lo mismo que el de otras grandes firmas argentinas, invita a reflexionar acerca de si alguna vez existió en nuestro país una burguesía nacional, problemática de suma relevancia para el debate político y social. Una fracción de la clase dominante que pueda cumplir dicha función no puede agotarse en el hecho de que los propietarios de los medios de producción sean de origen nacional; incluso si tuvieran intereses objetivos que entren en conflicto con los del “imperialismo”. La categoría de burguesía nacional remite en primera instancia a aquel segmento de la burguesía que, además de tener intereses “nacionales” en lo económico, cuenta con un proyecto inclusivo de nación y está dispuesta a enfrentarse al capital extranjero y sus representantes en términos políticos e ideológicos.
Las evidencias que se presentan en los distintos capítulos dan cuenta de que, salvo en situaciones muy puntuales, a lo largo de la historia este segmento del gran capital local no ha contribuido a impulsar una industrialización basada en el desarrollo de capacidades tecno-productivas que pudieran potenciar las ventajas dinámicas de la economía, como mecanismo para hacer viable una sociedad más inclusiva e igualitaria y reducir el nivel de dependencia. Más aún, el proyecto de país de estos sectores no parece estructurarse en torno de una oposición con el predominante capital extranjero, sino que más bien se plantea en términos de asociación subordinada o de no confrontación. Por eso, difícilmente se pueda considerar a estos actores como burguesía nacional.
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