“El objetivo fue generar un relato accesible que pusiera en cuestión las afirmaciones ortodoxas sobre las formas en las que funciona la economía”, dijo Augusto Costa en la presentación de su libro Todo precio es político.

De la presentación participaron el rector Carlos Greco; el secretario Académico de la UNSAM, Alexandre Roig; la directora de la Maestría en Sociología Económica, Mariana Heredia; el director de la Maestría en Desarrollo Económico, Martín Abeles; y la periodista Estefanía Pozzo. Las palabras iniciales estuvieron a cargo del decano del Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES), Ariel Wilkis.

“Al abrir cualquier manual de economía, el primer capítulo siempre está dedicado al mercado”, dijo Costa. “Desde el inicio, el discurso ortodoxo ubica a esa institución —que tiene una especificidad histórica— como si fuera algo que existe desde siempre”. En esa línea, el economista señaló que “el modelo de la economía ortodoxa trafica mucha ideología, pinta un mundo de fábula según el cual los mercados funcionan de una manera en la que somos todos iguales y podemos elegir qué hacemos todos los días”. En esas condiciones, “los precios se forman como resultado de la relación oferta-demanda en una dinámica que es ‘la mejor’ para la sociedad”.

Sin embargo, “cuando uno sale de ese manual y ve lo que realmente pasa en el mundo, se encuentra con que lo que predomina es la desigualdad en todos los ámbitos, con ciertos actores sociales en una permanente situación de vulnerabilidad”. Según Costa, la “no participación” del Estado sobre la determinación de los precios es algo que no existe. “Aún si un gobierno no interviene para reducir las desigualdades, está tomando una decisión política: permitir que los poderosos se abusen”.

Según Heredia, el libro de Costa analiza la sociedad como un espacio de disputa distributiva “centrando la atención en las cadenas de valor y el poder de mercado, algo que muchas veces se pierde, tanto en los discursos macroeconómicos como en las visiones críticas que solo oponen capital y trabajo”.

Otro de los ejes del trabajo es la revisión de una política pública —en este caso, el diseño e implementación del programa Precios Cuidados— desde una perspectiva que, según Abeles, “lo transforma en una fuente primaria para los historiadores del futuro cuando quieran reconstruir las motivaciones, los problemas y la experiencia general de esa política”. Según el politólogo, el libro abre un interrogante a futuro: el de plantear una nueva institucionalidad, alternativa a la ortodoxa, para combatir el fenómeno de la inflación desde una visión “más democrática”.

Por su parte, Pozzo destacó el análisis de los modos en que el discurso económico circula en los medios de comunicación, a partir de “una visión que está prácticamente ausente de los contenidos mediáticos”. Basándose en un estudio de la consultora Ejes, que analiza la participación de economistas en los medios, la periodista aseguró que en ese espacio se prioriza la intervención de “varones hablando sobre teoría ortodoxa explicándole a la gente que la inflación es un fenómeno relacionado directamente con la emisión monetaria y el déficit fiscal”, y subrayó: “Es el discurso más antieconomicista y antieconómico que existe”.

Por último, Roig dijo que, históricamente, la disciplina económica desarrolló una “estrategia de dominación” que se basa en “sostener que el saber económico es incomprensible”, salvo para aquellos que manejan su lenguaje formal. “En este libro, Augusto comete un pecado fundamental: revela que la economía es comprensible”. “La manera en la que se forman los precios no es el producto de una formula científica súpersofisticada, sino de una pugna política”, dijo el exdecano del IDAES, y concluyó: “El precio es una de las grandes instituciones que regula la violencia en las sociedades en las que hay mercado”. 

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