#OrgulloUNSAM, Escuela IDAES, Notas de tapa
La magister en Sociología de la Cultura y Análisis Cultural del IDAES defenderá el arco argentino en el Mundial de Francia. Desde el predio de Ezeiza, donde concentra junto a sus compañeras, dice: “Se está viendo un cambio social que tiene que ver con el impulso que generó el movimiento de mujeres”.
Hija de padre estadounidense y madre argentina, Gabriela Garton nació y vivió sus primeros años en Estados Unidos. Desde que tiene diez, buena parte de su vida transcurre bajo los tres palos. Pero la pelota no es lo único en lo que se destaca. Cuando se saca los guantes percudidos de pasto agarra los libros, los apuntes, prende la compu y se sienta a investigar sobre la realidad de las mujeres en el mundo del fútbol.
Gabriela es magister en Sociología de la Cultura y Análisis Cultural por el Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la UNSAM y está a punto de publicar su tesis Guerreras. Fútbol, mujeres y deporte en formato libro.
Fiel al espíritu competitivo de toda atleta de alto rendimiento, Gabriela siempre va por más. No solo en el seleccionado argentino, en el que pelea por la titularidad del arco en el mundial de Francia, sino también en el mundo de las ideas. Gracias a una beca del CONICET, acaba de iniciar el doctorado en Ciencias Sociales de la UBA. “No conozco a nadie más que pertenezca al CONICET y haga deporte a nivel de selección nacional”, dice.
Después de tres mundiales en los que no clasificó, el 10 de junio la selección argentina debutará en el Grupo D contra Japón, el último subcampeón del mundo. “Esto es un sueño y algo que hace doce años que no se da. Clasificarnos para nosotras ya fue un logro tremendo. No hay nada mejor para una futbolista que jugar en un mundial”, celebra Gabriela, que hoy vive en San Luis y entrena con el equipo masculino de Estudiantes de San Luis.
¿Cómo ves a la selección en el mundial?
Estamos en un grupo bastante difícil, pero tenemos la meta de pasar de ronda y vamos a dejar todo. Tenemos rivales con mucho recorrido internacional. Inglaterra es un gran candidato para salir campeón; Japón fue el subcampeón del último mundial y campeón del anterior; y Escocia es el primer mundial que participa, pero tiene muchas jugadoras que compiten en la Premier Ligue hace años. Hay mucho nivel. En mundiales anteriores había mucha diferencia entre selecciones y se veían goleadas de más de 6 a 0. Esos resultados ya están quedando en el pasado y cada vez hay más competencia, con lo cual el espectáculo es más interesante.
¿Notás un cambio en el vínculo que la sociedad argentina tiene hoy con el fútbol femenino?
Yo creo que hay una diferencia abismal entre el último ciclo mundial y este. Con las compañeras damos notas todos los días a diferentes medios de todo el país, algo que hace cuatro años no existía. Hace cuatro años nosotras para el público argentino no existíamos. Se está viendo un cambio social que tiene que ver con el contexto actual, con el impulso que generó el movimiento de mujeres. Las jugadoras venían haciendo reclamos desde hace años, pero nadie las escuchaba y menos tenían respuestas. El movimiento de mujeres que mete presión en las instituciones acompaña este proceso de desarrollo.
¿Cómo se inscribe la lucha de las mujeres jugadoras, con la figura de Maca Sánchez a la cabeza, en el impulso que tiene hoy el fútbol femenino?
Hay varias jugadoras que están involucradas. Maca es una de las más conocidas, pero es más que nada el contexto social el que nos está acompañando. Sería imposible pensar estos logros sin ese movimiento que está abriendo espacios a las mujeres en diferentes ámbitos. El nuestro es uno de los ámbitos que históricamente ha sido más cerrado a las mujeres y era inevitable que en algún momento se abriera.
Vos tenías una beca deportiva en Estados Unidos y una carrera allá, ¿por qué decidiste venir a jugar a la Argentina?
Por tres motivos. Primero porque quería seguir jugando y en Estados Unidos es muy difícil para las jugadoras recién recibidas conseguir cupos para entrar en la liga. Es muy competitivo el fútbol en Estados Unidos, hay muchas jugadoras y pocas oportunidades para jugar después de terminar la universidad.
El segundo motivo fue por una cuestión familiar. Yo quería estar más cerca de mis abuelos, que viven acá, y tenía la curiosidad de conocer y vivir en el lugar donde se crió mi mamá. Siempre veníamos de visita a la Argentina y a mí siempre me encantó.
El tercer motivo tiene que ver con un interés por conocer la situación del fútbol femenino en la Argentina. La primera vez que tuve contacto con jugadoras argentinas fue en 2011, cuando estuve un par de semanas entrenando con la selección y me contaron su situación.
¿Cómo era la situación de tus compañeras?
Un desastre. Una diferencia terrible con lo que yo vivía jugando y entrenando en Estados Unidos. Ellas emprendían una lucha día a día comiéndose horas de viaje para entrenar, sin cobrar nada, sin tener botines, sin tener materiales para entrenar, sin tener cancha, sin tener asegurado jugar el fin de semana porque los partidos se podían suspender por cualquier cosa. Un montón de cosas que yo no podía creer. No me cerraba por qué, en un país tan futbolero como la Argentina, las mujeres tenían que vivir esa situación.
¿Cómo llegaste a la UNSAM?
Soy licenciada en Estudios Hispanos y esa formación no me daba muchas herramientas para entender la situación real de las jugadoras. Me comuniqué con Pablo Alabarces, sociólogo de la UBA, que me alentó a meterme en las ciencias sociales y me recomendó hacer la Maestría en Sociología de la Cultura y Análisis Cultural en el IDAES. Me dijo que era la mejor maestría que podía hacer para tener las herramientas necesarias para el interés que yo tenía. A partir de ahí, podría postularme para una beca doctoral del CONICET y hacer el Doctorado en Ciencias Sociales de la UBA.
¿Cuál es el objeto de estudio de tus investigaciones?
Para la tesis de maestría analicé el equipo femenino del Club Deportivo UAI Urquiza. Para el doctorado voy a usar de base la tesis de maestría, pero voy a profundizar sobre algunos conceptos y extenderme hacia un análisis de la selección. La tesis de maestría arranca con una contextualización del fútbol femenino en la Argentina y después se enfoca en el club UAI Urquiza, donde jugué casi tres años. Describe el amateurismo y las experiencias de las jugadoras y su trayectoria, sus dificultades y sus motivaciones.