Escuela de Ciencia y Tecnología, Notas de tapa
Por primera vez se logró fotografiar un agujero negro. Hizo falta que ocho observatorios espaciales hicieran cálculos durante un año. El resultado es la imagen que circuló por las redes: un punto negro con una masa equivalente a 6500 millones de masas solares y ubicado a 55 millones de años luz. Daniel de Florian, director del ICAS, explica las claves de este nuevo hallazgo.
Por primera vez en la historia podemos ver un agujero negro. Las imágenes obtenidas hasta ahora habían sido recreaciones artísticas basadas en datos.
El agujero fotografiado en 2017 está en el centro de la galaxia elíptica M87, a 55 millones de años luz de la Tierra, y fue fotografiado por el consorcio Event Horizon Telescope, un conglomerado internacional de ocho telescopios ultrapotentes y más de 200 investigadores.
Ese círculo negro rodeado de fuego no es cualquier agujero negro. Se trata de uno supermasivo, con un núcleo del tamaño de nuestro sistema solar. Este “monstruo cósmico”, como lo llamaron, fue visto por primera vez por Katie Bouman, la informática estadounidense de 29 años que creó el algoritmo que logró reproducir la imagen. Katie no ocultó sus lágrimas cuando vio la “instantánea”. Su imagen sentada frente a la computadora se viralizó tan rápido como la foto del propio agujero.
“Un agujero negro es una aglomeración de materia con una densidad tan alta que nada puede escapar de su centro gravitacional. Ni siquiera la luz. Por eso el agujero es negro. No puede emitir ningún tipo de radiación ni de partícula, nada que pueda ser observado desde el exterior”, explica De Florian, director del Centro Internacional de Estudios Avanzados (ICAS) de la Escuela de Ciencia y Tecnología (ECyT) de la UNSAM.
Se sabe que muchos agujeros negros fueron originados por el colapso de estrellas. Se supone que una de cada mil estrellas colapsadas forma un agujero negro. Existen millones de agujeros negros en el universo, pero hasta el momento solo unos cien fueron detectados. “La detección siempre es indirecta. Vemos estrellas girando alrededor de un centro a gran velocidad y, por su masa y por la velocidad y el radio de sus movimientos, concluimos que ahí hay un agujero negro”, dice el investigador.
“Lo más fascinante es que este agujero está a 55 millones de años luz. Estamos viendo una foto de hace 55 millones de años, cuando no existían los seres humanos y los dinosaurios se habían extinguido hacía 10 millones de años”, dice De Florian. “Cuando hacemos análisis a distancias tan grandes viajamos en el espacio, pero también en el tiempo”, completa.
¿Cómo hicieron para obtener una imagen de hace 55 millones de años? Según los cálculos, un telescopio con la potencia necesaria para capturar esa imagen debería tener el tamaño de la Tierra. Pero los científicos siempre tienen un as bajo la manga.
En abril de 2017, durante una semana entera, ocho observatorios de todo el mundo apuntaron sus antenas hacia dos agujeros negros. El resultado está a la vista. Eran ALMA (Atacama, Chile), APEX (Atacama, Chile), IRAM (Madrid. España), LMT (Puebla, México), SMT (Arizona, Estados Unidos), JCMT (Hawai, Estados Unidos), SMA (Hawai, Estados Unidos), SPT (Polo Sur).
“Formaron una red que equivale a tener un telescopio del tamaño de la Tierra. Durante las noches de abril de 2017 miraron todos al mismo lugar, completamente sincronizados, y tomaron datos de señales de radio de ese agujero negro. Después estuvieron más de un año recopilando esa información y pudieron generar la imagen”, cuenta De Florian.
Lo que lograron es comparable a poder ver desde Ushuaia —y en alta definición— la tapita de una birome ubicada en La Paz (Bolivia). O fotografiar desde la Tierra una naranja en la superficie de la Luna.