Escuela de Humanidades, UNSAM en los Medios
El docente e investigador de la Escuela de Humanidades, que acaba de publicar el libro “Pobre cerebro”, se refirió a los efectos que la pobreza puede provocar en el sistema cognitivo y a las posibilidades que aporta la neurociencia para mitigarlos.
“Hay que tener mucho cuidado con el conocimiento porque podemos hacer mucho lío. Si decimos que si no comes bien durante el primer año de vida vas a ser un débil mental, estás privando de identidad a millones de chicos y planteás que ya no hay nada qué hacer con ellos. Pero si vas a las evidencias sobre el déficit nutricional y su impacto sobre el desarrollo cerebral, te das cuenta de que no hay un solo nutriente y que no existe un concepto homogéneo. Hay muchos nutrientes que dependiendo de dónde falten y en qué momento falten, van a generar diferentes cosas. La irreversibilidad sobre este tema todavía no está clara”.
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“Tanto la pobreza como el desarrollo cognitivo son fenómenos muy complejos. A nivel cerebral, la cognición es el resultado de un montón de fenómenos moleculares, celulares, de activaciones neurales, etc. Durante ese armado del sistema nervioso y de sus resultantes comportamentales, cognitivos y emocionales, ese sistema requiere insumos. Si no hay energía, si no hay nutrición, si no hay ladrillos fundamentales; no se construye igual”.
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