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En el marco del proyecto “20 años, 20 esculturas”, el artista visual argentino armó una instalación en el Campus de la UNSAM: “Este parque es una estrategia cultural extraordinaria”.
Tras su experiencia como director del Programa internacional de Talleres y Conferencias en Diseño Avanzado “UNSAM + 6D”, Leopoldo Maler –un artista que expuso su obra alrededor del mundo y trabajó en varios países de Europa- regresó a la Argentina y a la Universidad Nacional de San Martín para instalar uno de sus trabajos en el Parque Escultórico Miguelete, que ya cuenta con obras de León Ferrari, Pablo Reinoso, Jorge Gamarra, Hernán Dompé y Enio Iommi.
-¿Cómo y cuándo surgió esta obra?
-Hace muchos años hice algo similar como parte de una performance para la Feria Internacional del Libro de Miami. Las letras que utilicé estaban en la Universidad de Miami; entonces, con una grúa fuimos sacando las letras del sótano una a una, un hecho muy simbólico en una casa de estudios, y las colocamos un cierto orden en una calle. Y con un grupo de danza hicimos toda una coreografía junto con letras y colores. Al final, unas diez grúas vinieron y acumularon las letras en una obra. Yo, desde entonces, quería ver eso consolidado en acero. Cada vez que me ofrecieron hacer una obra pública, presenté este proyecto. Pero era complicado. Son 26 esculturas, las 26 letras en acero, lo cual es un trabajo muy ambicioso. Cuando fui invitado por la UNSAM, mi sueño se consolidó.
-¿Qué significa esta instalación?
-Las letras, cuando las sacás de contexto, pierden el sentido ortográfico y se convierten en una escultura. Tienen una figura de por sí, pero nosotros en el mundo occidental nos olvidamos de esto, de los ideogramas. Las letras no son sólo sonido. Esta obra las reconvierte en dibujo. Y hay otro símbolo también, porque las 26 letras son la combinación de todo el conocimiento del mundo, encapsulado en esta pequeña escultura.
-¿Por qué usó el acero?
-Hay algo de noble en el reflejo del acero inoxidable y también me interesa la permanencia. Tiene un color casi anodino. Esta obra va a ser como un objeto que rompe, es lo menos naturaleza que puede existir. El acero es lo moderno, lo contemporáneo, lo tecnológico. Esta era mi idea estética.
-¿Cuándo empezó a trabajar?
-Empezamos en enero. Encontré un artesano maestro extraordinario, que reconstruyó todo su taller para lograr esto. Cada letra pesa 100 kilos. La obra entera pesa toneladas.
-¿Cómo determinó la disposición?
-Se armó en la coreografía de Miami y quedó tan bien que la continué. Claro que yo en la coreografía iba indicando. Lo interesante es que una performance se convierta en una instalación. Esto es el residuo de una performance.
-¿Qué significa estar en el Campus?
-Es un placer inmenso. Para el ego no puede haber nada mejor. Yo siempre digo que soy un carpintero porque mis obras son construcciones. Y cuando hay una obra monumental es extraordinario porque la armás en chiquitito y después ves las obras en varios metros y es tuya. Y que esté aquí en la UNSAM es extraordinario. No creo que haya otro lugar en la Argentina que cuente con una colección escultórica en un campus universitario y encima estatal. Esto es una estrategia cultural extraordinaria.