“El supremo anfibio (…) es, quizá, una respuesta involuntaria a un enunciado que se volvió común dentro de la profesión: hacen falta narraciones del poder. Pobreza, redes narcos, trata, personas en situación de vulnerabilidad, presos; también freaks, tribus urbanas. La
tentación de contar esos mundos es irresistible. Son todos fenómenos que suceden en los márgenes del sistema y que fueron (son) objeto de estudio y escritura y tratamiento en los últimos años.”

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