El Programa cerró un 2012 intenso, con visitas internacionales, conferencias y seminarios. Una máquina de lectura que no se detiene.
Por Verónica Gago.
Lectura Mundi es un programa que se propone el acto de leer como una experiencia de hacer mundo. Leer el mundo no sólo refiere a la metáfora renacentista de considerar al mundo como libro. Se trata también de pensar la interpretación y la interrogación de lo que acontece como una práctica capaz de enlazar sentidos, discursos y experiencias diferentes. Construir, en fin, máquinas de lectura. Ponerlas a actuar y comprobar su capacidad mundana.
Así la universidad se plantea más allá de sus fronteras estrictas y de sus lenguajes específicos para involucrarse, también ella, en una experiencia del mundo. La pregunta por cómo se relaciona el medio universitario con las prácticas sociales queda replanteada: cómo la universidad –con su propia pluralidad de saberes y discursos– se percibe como parte de una complejidad social cada vez más heterogénea, conflictiva y cambiante. Y se dispone, también, al cambio.
Lectura Mundi trabaja como espacio de diversidad epistémica y de estilos expresivos: el académico, la investigación social, la literatura, la música, las artes, la política, la performance y aquellos que están por inventarse. Nombres que no pretenden ser especialidades ni campos de autorización, sino modos que se ponen a sí mismos en cuestión.
En este año, Lectura Mundi desplegó una serie de intervenciones públicas que tuvieron su principal impacto a partir de las visitas internacionales. Alain Badiou, Richard Sennett, Saskia Sassen y Jacques Rancière fueron las más notorias y poblaron el campus de la universidad con miles de personas. A ellas hay que sumarle una serie de seminarios, con invitados también internacionales: Roxana Reguillo, Judith Revel, Jesús Moreno Sanz, Bruno Arpaia, Iaia Caputo y Vincent Descombes, entre otros. Otra serie de seminarios estuvo vinculada a importantes intelectuales argentinos como Diego Tatián y Josefina Ludmer.
La presentación de estas figuras, a partir de una interlocución abierta y de una concurrencia diversa, tuvo como propósito organizar un conjunto de núcleos temático-conceptuales y dejar planteado un posible mapa de debate, que seguirá abriéndose. Un mapa entendido como una guía pero también como un trazado de posibilidades.
Así, Lectura Mundi ubica a la Universidad en diálogo con las teorías contemporáneas desafiadas frente a los dilemas del nuevo siglo a la vez que teje una serie de preguntas como parte de una red de conversaciones e intercambios que se amplifica más allá de la vida universitaria. Y, finalmente, se abre a otros mundos.