El miércoles 17 de octubre en el Auditorio Carpa de Campus Miguelete, el profesor francés brindó la conferencia “La subversión estética” ante un amplio público, que incluía a profesores, alumnos y comunidad en general.
Fue presentado por el rector de la Universidad, Carlos Ruta. Luego tomó el micrófono Silvio Lang, coordinador cultural de Lectura Mundi, quien dijo que la presencia del filósofo en la UNSAM se debe a la importancia de la esfera de su pensamiento y al espíritu de su obra. “Rancière entiende el arte como un trabajo, como una producción, que genera visibilidad en la comunidad. Es una práctica fabricadora de comunidad sensible, que es como él entiende a la comunidad política. La obra, la aventura intelectual de Rancière, viene a emancipar al arte de su enclaustramiento. En la conferencia de hoy, el profesor se va a animar a recuperar la estética rusa, donde se pensó una forma de vida nueva. Con Rancière inauguramos un nuevo momento político de arte”, aseguró.
Lo primero que hizo el filósofo francés fue explicar el porqué del título de su conferencia: “Para mí la estética no designa la filosofía del arte o la filosofía de lo bello. El arte no es algo que existe por sí mismo, el arte como noción que designa una forma de experiencia sólo existe en occidente desde el siglo XVIII. El arte, singular y con mayúscula, concebido en una esfera de conciencia específica, no tenía lugar”.
Después se valió de la historia del arte ruso para ejemplificar sus conceptos. Mostró imágenes y un video, citó a Diderot, a Rousseau, a Schiller, a Aristóteles, el futurismo de Marinetti, todo para percibir la destrucción del modelo orgánico y para evidenciar los nuevos modelos de distribución del espacio.
“Eso llamado arte depende de la distribución de las acciones humanas, de la invisibilidad o no de las personas que lo practicamos. El arte empezó a existir como consecuencia de una redistribución de las formas de vida y de visibilidad”, dijo Rancière.
Además indicó que “el devenir político del arte no puede sólo simplificarse a su devenir activo. Hay que romper con la oposición actividad-pasividad. Si el movimiento es el médium donde vienen a confundirse estos principios es porque la descripción del modelo clásico de acción presenta un modelo estético de dinamismo social nuevo, no es orgánico, es funcional, dedicado a su performance pero al mismo tiempo superior a lo orgánico”.
Al final de la conferencia, en alusión a una pregunta hecha por el público, se animó a hablar sobre sus gustos personales: “Los artistas que me gustan son los que intentan desorganizar, desplazar las cosas. El escenario artístico libanés me gusta, es un pueblo que sufrió guerras, que vivió mucha destrucción, que tuvo muchas víctimas. Me gustan los artistas que se relacionan de modo diferente con el paisaje, que recomponen los espacios, que juegan con el ajuste entre percepción y desplazamientos”.