Invitado por el Programa Lectura Mundi en el marco de la visita de Jesús Moreno Sanz a la UNSAM, el filósofo español presentó “Filosofía y poesía: genealogía de una vieja controversia. Un recorrido por Platón, Aristóteles y la Grecia antigua” que cautivó al auditorio durante casi tres horas.
Por Paula Bistagnino – Fotos: Verónica D’alia Equipo de Comunicación UNSAM
¿Cuándo comienza el antagonismo entre poetas y filósofos? Con esta pregunta el español Tomás Pollán inauguró su clase magistral Filosofía y poesía: genealogía de una vieja controversia en el Auditorio Lectura Mundi del Campus Miguelete.
Docente desde hace 38 años en la Universidad Autónoma de Madrid, en la que es titular de la cátedra de Filosofía y Teoría de la Cultura, Pollán dio una conferencia por primera vez en la UNSAM y en la Argentina, invitado en el marco de la visita de Jesús Moreno Sanz para la presentación de las obras completas de María Zambrano.
Fue Moreno Sanz el encargado de presentarlo: “Aunque no le gustó en su momento que lo calificaran de ‘Sócrates en Madrid’, yo coincido en esa definición. Lo más interesante, además de lo mucho que sabe Pollán, es que el suyo es un pensamiento en movimiento, ajeno a cualquier ideología, opinión pública o meras convicciones. Disfruten de esta oportunidad de escuchar a un hombre muy sabio”.
“El de Moreno Sanz es un generoso error, como decía Borges. Y ahora me encargaré de desmentirlo”, bromeó Pollán antes de comenzar a disertar sobre los orígenes del enfrentamiento entre la poesía y la filosofía en la Grecia clásica. “El título de la conferencia es una paráfrasis abreviada de lo que Platón afirma en el libro décimo de La república, cuando escribe: La discordia ya antigua entre la filosofía y lo poesía es un combate más grande de lo que parece, en el que se decide si se ha de ser virtuoso o malvado”, dijo.
Para el catedrático, la poesía tal como se entendía en la Antigüedad era el modo principal de conocer y conservar la información importante en una comunidad; y su método de difusión “era similar a los conciertos de los músicos actuales, ya que se narraban los hechos épicos e importantes para el pueblo griego cantándolos con flauta y lira, y acompañándose con danza”, contó Pollán, maîtrise en Antropología en L´École Pratique des Hautes Études de París y formado dos años en el Collège de France bajo la dirección de Claude Lévi-Strauss.
Y explicó cómo, cuando no existía la cultura alfabética, la poesía era la manera de recordar no sólo algunos acontecimientos, sino ya toda la historia de un pueblo. Uno de los ejemplos más acabados –y el más antiguo- de aquellos poemas, citó el filósofo, es La Ilíada, cuyo ritmo y métrica tenían la rigurosidad y perfección necesarias para que sus 24 cantos pudieran ser repetidos de memoria. Para mostrar cómo era el recitado, en el auditorio se escuchó una lectura, primero en español y luego en griego, del comienzo del canto IV de la Ilíada en la voz del español Agustín García Calvo, un reconocido especialista en prosodia y métrica griega y latina.
Luego Pollán retomó la genealogía de la controversia. La emergencia de la filosofía, explicó, sólo pudo ocurrir en Grecia por ser la cuna de la escritura alfabética, que hizo entrar en crisis a la cultura oral. “Y también sólo puede entenderse en este contexto el antagonismo del que hablamos. Basta ver una serie de textos griegos a lo largo de casi tres siglos, desde Aecio hasta la propia República de Platón, que presentan una concepción de lo que es la poesia y lo que es el poeta, que choca completamente con la concepción romántica que nosotros solemos tener”. Entre otros autores señaló que hay textos de Heráclito, Jenófanes, Heródoto y Sílfides, en los que, por valoración positiva o negativa, “se afirma que el gran poeta, el buen poeta, es aquel que hace mejores a los ciudadanos. Es una lectura interesante, que provoca sorpresas y nos ayuda a entender el enfrentamiento posterior”.
¿Por qué la cultura alfabética es el quiebre que hace emerger el antagonismo entre poesía y filosofía? Porque permite la estructuración del pensamiento abstracto. “Y a partir de ahí los filósofos consideraron que la poesía producía alteraciones en el alma que hacían a las personas padecer una especie de patología de las sensaciones, que las incapacitaba para alcanzar un pensamiento abstracto, que es aquel que tendría que versar sobre categorías, conceptos y razones en las que se fundamenta una idea organizada y coherente del mundo”. Esa es, para Pollán, la clave de la crítica platónica y aristotélica a la poesía como medio de abordar la realidad, “pues cantaba a las cosas y personas concretas pero, además, lo hacía de un modo que se consideraba impropio e insano; en tanto la naciente filosofía, se creía, debía sustentar el estudio del mundo y sus fenómenos en la abstracción de principios de validez universal”, concluyó el filósofo luego de casi tres horas de clase, entre su exposición y el intercambio con el auditorio. Y concluyó: “Este es un tema que, para desarrollarlo en toda su extensión, llevaría nueve meses a seis horas por día. Pero espero, con esto, haberles al menos despertado la curiosidad para que sigan investigando. Y le agradezco a la UNSAM por la oportunidad”.