El proyecto a cargo de José Emilio Burucúa fue seleccionado en primer lugar por la comisión evaluadora de “Diálogo entre las ciencias”, convocatoria que la Secretaría de Investigación de la UNSAM lanzó en 2011 para promover la interacción entre las distintas ramas del saber. Su objetivo principal: reconstruir el taller-laboratorio de Leonardo para entender mejor sus aproximaciones a las ciencias y a las artes de su tiempo. Entrevista al director y a uno de los participantes de la iniciativa.
Por Camila Flynn – Fotos: Pablo Carrera Oser / Equipo de Comunicación UNSAM
José Emilio Burucúa es doctor en Historia de las Artes y profesor titular de la Escuela de Humanidades de la UNSAM, donde dicta la materia “Problemas de Historia Cultural”. Actualmente dirige el programa de investigación “Cambio cultural en la tierra y en el cielo: artistas, navegantes, cartógrafos y astrónomos en la temprana modernidad” en el Instituto de Investigaciones sobre el Patrimonio Cultural (IIPC) de la misma universidad. Entre sus últimas publicaciones figuran el estudio introductorio, traducción y notas de Francis Grose, Principios de Caricatura (2011) y el estudio introductorio, traducción y notas de Leonardo da Vinci, Cuadernos de arte, ciencia y literatura (2012), ambos realizados en colaboración con Nicolás Kwiatkowski, doctor en Historia, profesor adjunto del Instituto de Altos Estudios Sociales de la UNSAM e integrante del grupo responsable del proyecto.
Con un equipo interdisciplinario, el proyecto hará base en el Centro de Producción e Investigación en Conservación y Restauración del Patrimonio Artístico y Bibliográfico (Centro – TAREA) de la UNSAM. Allí se llevará a cabo la investigación teórico-práctica en torno al legado de Leonardo Da Vinci, para su posterior reproducción artesanal.
El proyecto también prevé la instalación en segunda instancia de un taller interactivo para alumnos del primer cuatrimestre de la Escuela de Ciencia y Tecnología de la UNSAM.
Además la Unidad Académica de las Artes, junto a los titiriteros de la universidad, se sumará a la iniciativa a través de la reconstrucción de los ingenios escénicos y robóticos creados por Leonardo, más la puesta teatral de algunas obras cortesanas en las que el “genio bifronte” participó como escenógrafo y diseñador de vestuario.
El trabajo inicia en septiembre de este año.
Entre muchos otros especialistas, en este proyecto intervienen físicos, químicos, ingenieros e historiadores del arte y de la ciencia. ¿Hay un denominador común en el lenguaje de cada una de estas disciplinas? ¿Un enamoramiento compartido?
José Emilio Burucúa: Sin lugar a dudas. Concentrado en esta figura extraordinaria que ya en su época fue considerada excepcional, más que nada por la multiplicidad de saberes y conocimientos que frecuentaba. Un hombre que se presentaba a sí mismo como ingeniero, químico, escenógrafo, fabricante de armas, arquitecto, especialista en hidráulica, y después como escultor y como pintor. Es decir que Leonardo ya tenía en su cabeza este diálogo constante entre cuestiones y problemas de diferente índole. En muchos aspectos, el arte y la ciencia modernos se remiten a él como un origen fuerte. En los siglos inmediatamente posteriores a su producción ya era visto como un personaje capaz de hacer una síntesis del conocimiento humano. Y, en este sentido, nos pareció que iba a ser una figura muy apta para estudiarla desde distintas perspectivas.
Recientemente publicaron con Nicolás Kiatkowski los cuadernos de trabajo de Leonardo. ¿Cómo fue el proceso de traducción? ¿Con qué se encontraron?
Fue un proceso que duró tres años. El italiano de Leonardo es de fines del siglo XVI, principios del XVII. Un idioma que además modela a su manera, con una cantidad de vocablos que despliegan un sentido alterado en relación al original de su época. Detectar estas cosas y encontrar una versión que fuera entendible en el castellano actual fue difícil. Los diccionarios de italiano de principios del siglo XVII –que son los primeros, porque de siglos previos no hay- fueron hechos por personas que tenían amplios conocimientos filológicos y entonces incluyen algunos arcaísmos útiles. Pero el sentido particular que Leonardo les daba a muchos términos, sobre todo los referidos a los problemas de la visión, tuvimos que estudiarlo en profundidad.
¿Por ejemplo?
El caso de la palabra “simulacro”, que vendría a ser la imagen que se forma dentro del ojo. O, también, la particular descripción anatómica que hace de las partes del ojo. El concepto de cristalino no existía, tampoco el de retina. Entonces fue muy interesante ver cómo él iba nombrando cada una de las partes del órgano.
¿Leonardo diseccionaba cuerpos con frecuencia?
Nicolás Kwiatkowski: Hacía muchas disecciones de animales. Disección completa del cuerpo humano hizo una sola, en el hospital de una iglesia. Pero el ojo que analiza es el de un buey. Después hace una segunda disección de un ojo de cordero.
Describiendo los fundamentos de la mecánica, Leonardo escribe en sus cuadernos cosas como: “Una gran potencia le da deseo de muerte. Rechaza con furia lo que se opone a su ruina. Transmutadora de varias formas. Siempre vive con desasosiego de quien la tiene”. La imaginación poética parece estar por encima de la observación empírica…
B: No hay duda de que suena extremadamente poético. Pero es la manera que Leonardo tiene de adaptar el lenguaje a eso que él quiere describir con precisión. Entonces salen estas maravillas. Además le gustaban estos juegos de intercambio semántico. Él hacía, por ejemplo, muchas adivinanzas. Profecías como: “Vendrá a los hombres tal cruel enfermedad que con las propias uñas se rasgarán sus carnes”, hablando de la sarna; o “Los hombres se privarán de sus propias vituallas”, en relación a la tarea de la siembra; o “Saldrá gran ruido de la sepultura de quienes han sufrido una muerte mala y violenta”, hablando de la boca del hombre, que es sepultura viva de muchas cosas que se comen. Uno tiende a pensar en algo sutil, estrafalario, y sin embargo él hace referencia a cosas muy prosaicas.
¿Por qué el legado de Leonardo sigue siendo tan poderoso?
Se trata de un legado permanente que no se agota, creo, por esa actitud de curiosidad omnívora. Para cada fenómeno trataba de encontrar el mejor método para desarmarlo y descubrir, en el corazón de los hechos, las razones que lo originaban. Esa idea sigue siendo la idea fundamental de la tecnología y de la ciencia aplicada. Y en Leonardo eso es tan poderoso que todavía nos atrae. La universalidad de su curiosidad y esa capacidad de encontrar la fórmula adecuada para después aplicarla en la producción de objetos. Y también el hecho de decir “esto lo voy a poder escribir, explicar, dibujar”. Creo que tenemos muy presente esta voluntad tan completa de observar los fenómenos de la naturaleza para tratar de deconstruirlos, ver cómo funcionan y después aplicarlos al oficio del hombre. Esos ademanes y esa intensidad existencial siguen llamando la atención.
En su dinámica de trabajo vemos que hubo objetos de estudio muy variados y formas de aproximación multifacéticas. ¿Cómo debiera conjugarse hoy el trabajo multidisciplinario en el ámbito académico?
Este proyecto es ideal para que esa interpenetración ocurra efectivamente. Porque desde el momento en que nos proponemos reconstruir sus máquinas asumimos que vamos a tener que lidiar con materiales, pero también con lo que podríamos llamar las “formas visuales” que Leonardo, aun dibujando un tornillo, imprimía en sus registros. Un aura de belleza y de precisión que introducen una dimensión que por ahí el dibujo técnico ha perdido. Pero en el caso de Leonardo esto es muy fuerte, porque no hay separación. Comparando sus diseños con otros realizados para la misma época, la diferencia es evidente. La variable estética para Leonardo era fundamental. Explica cómo funciona un resorte y le hace todas las sombras, introduce en el esquema técnico el claroscuro, el esfumado… lo cual es totalmente superfluo para la explicación concreta de cómo funciona. Detalles que él ve y reproduce con exquisitez, tomando en cuenta una serie de factores que hacen a la experiencia.
Dormía poco…
B: Parecería que sí.
K: Hay un mito sobre la forma especial que Leonardo tenía para dormir. Pero es apenas uno de tantos…
Muchos de los diseños que encontraron en sus cuadernos no llegó a construirlos…
K: Hay algunos que posiblemente no quiso hacer. Como el caso del tanque de guerra, o del submarino. Hay indicios de que no quería que se construyeran.
En el desarrollo del proyecto hacen mención al “conjunto de actitudes leonardianas”. ¿Cómo las definirían y en qué medida los participantes del proyecto participan de su espíritu?
B: Todas las reuniones que tuvimos plantearon aproximaciones al proceso investigativo de Leonardo. Es lo que estamos tratando de desplegar en una serie de principios o fórmulas que nos permitan reconstruir su cabeza. Esto también tiene sus dificultades, porque es una forma muy plástica, muy abierta a las características del problema elegido. Para él la observación ocular era soberana. Pero en toda observación ocular él proyectaba una matriz geométrica, matemática. En el siglo XIV ya había unos filósofos nominalistas que hacían lo mismo, pero en Leonardo esto es sistemático. La matriz cambia en función de lo que observa. Lo que nos interesa ahora es ver en profundidad cómo funciona esta mecánica de descubrimiento del principio activo.
¿Quiénes integran el equipo?
B: Unas catorce personas, más los alumnos de la Escuela de Ciencia y Tecnología de la UNSAM. Marian Slivetti y Nora Altrudi van a estar a cargo de la reconstrucción material de la biblioteca de Leonardo, con muchísima injerencia también en lo que podría denominarse el análisis ideológico-conceptual de la misma. Posiblemente hagan dos o tres facsimilares de algunos de los ejemplares del catálogo, con tinta y papel especialmente fabricados.
K: Otra parte importante del taller es Sergio Medrano, que es un restaurador que conoce muy bien la madera y va a estar a cargo, entre otras cosas, de la reconstrucción a escala de uno de los teatros diseñados por Leonardo.
B: También lo tenemos a Daniel Saulino, que es físico y maneja todo lo que podríamos llamar el diagnóstico por imágenes de la obra de arte. Desde la radiografía simple hasta el uso de diferentes tipos de luminosidad para el estudio de aspectos materiales de la obra: el ultravioleta a la luz rasante, la luz transmitida, la reflectología con infrarrojo. Y con gran capacidad para la reconstrucción de todos los instrumentos ópticos. Después está Gabriela Siracusano, que además dirige otro de los proyectos que resultó elegido, y que es especialista en la historia de los pigmentos. Con ella vamos a reconstruir la paleta de Leonardo.
K: Y a todo esto se suman Stella Maris Muiños de Britos, que con los alumnos de la ECyT va a terminar construyendo los objetos, más Tito Lorefice y Carlos Almeida, que van a estar a cargo de la reconstrucción de los títeres y las escenografías, y posiblemente la puesta en escena de alguna de las obras en las que Leonardo participó.
¿Qué objetos tienen pensado reconstruir?
B: El tanque de guerra es uno de ellos. A escala, por supuesto.
K: Y vamos a hacer un paracaídas como la gente… Se va a tirar él. (Risas)
Burucúa sobrevolando el Campus…
K: Pero vamos a empezar con cosas más simples: engranajes, tornillos, resortes. Y a partir de eso vamos a ir construyendo las cosas más complejas.
B: Lo que sí queremos reproducir una vez que hayamos hecho estas máquinas simples es un autómata que diseñó Leonardo.
K: El autómata es un león-robot a cuerda, hecho especialmente para el rey de Francia.
¿Llegó a construirlo?
K: Hay datos de personas que lo vieron funcionando. Caminaba hasta donde estaba el rey, se paraba en dos patas, abría la boca y sacaba flores de lis, que eran el símbolo de la monarquía francesa.
¿Qué destino van a tener todos estos objetos?
B: En la planta baja del futuro edificio del IIPC -que se está construyendo ahora- va a haber un espacio grande para exposiciones. La idea es que los objetos y los libros producidos queden expuestos por un tiempo. También queremos armar un taller interactivo para los estudiantes de la ECyT y para las escuelas primarias en general. Otro posible resultado del proyecto es la edición de un libro con el relato del proceso.
Leonardo habla de su deseo de producir una “segunda naturaleza del mundo”. ¿Qué esperan producir ustedes con la reconstrucción de todo esto?
La segunda naturaleza es finalmente el mundo del hombre, ¿no? Que se construye para ser perdurable, bello y funcional sobre las bases de la primera naturaleza. De esto se deduce el valor de la ciencia y de la técnica como articuladores de las dos naturalezas. La cifra más alta de esta segunda naturaleza es, para Leonardo, la arquitectura, la ciudad. Hay dibujos de Leonardo con proyecciones de este tipo. Tenemos un arquitecto del IDAES que va a estar a cargo de la construcción de estas maquetas. La ciudad es lo más artificial que existe, la imposición de un orden humano sobre la naturaleza, aunque siempre esté pactando con ella. No es lo mismo una ciudad de la montaña que una ciudad de la llanura. La ciudad es un artificio y es la síntesis más completa de esta segunda naturaleza: la relación de un edificio con otro edificio configurando un ámbito para la vida plena e integral del hombre. Y yo creo que si esto tiene éxito, con los que hacen ciencias sociales y ciencias naturales nos vamos a entender mejor. En este sentido el proyecto aspira a que de la confluencia de saberes salga algo nuevo, un espacio positivo. Nosotros venimos de la experiencia en Taller Tarea, que es una maravilla. Entonces queremos generalizar. Porque en la interacción con químicos, físicos, historiadores, restauradores, pasamos momentos realmente fantásticos, producto de un diálogo fluido y útil. Tal vez como un modelo de síntesis del espíritu universitario, la figura de Leonardo pueda servir para esto: que los que están apretando tornillos y los que deliran en el mundo de las ideas puedan apretar y delirar menos, y entenderse más.
Los otros proyectos que recibirán subsidios y en los cuales participa IIPC son: “Imágenes en peligro. Arte, ciencia y tecnología para el estudio del deterioro del patrimonio colonial artístico nacional”, a cargo de Gabriela Siracusano, y “El triunfo de Palas”, dirigido por Élida Hermida, orientado al estudio del “telón de boca” del teatro El Círculo de la ciudad de Rosario. De gran valor patrimonial, dicho telón fue restaurado por el Centro TAREA del IIPC entre 2010 y 2012.