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Jean-Louis Fabiani en la UNSAM: “El filósofo francés nunca se limita a su universo personal”

Invitado en el marco del programa de intercambio con la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París (UNSAM-EHESS) y del Círculo de Estudio Rancière el sociólogo ofreció la conferencia “¿Qué es un filósofo francés?”, en el Auditorio Lectura Mundi del Campus Miguelete.

Con la idea de contextualizar las lecturas que los participantes del Círculo de Estudio Rancière vienen realizando en torno a la obra de Jacques Rancière, el jueves 9 y en el marco de su conferencia “¿Qué es un filósofo francés?”, Jean-Louis Fabiani* retomó los tres ejes de intercambio y análisis crítico que sustentan el convenio con la EHESS (la historia, las ciencias sociales y la filosofía) para pensar el estatuto de los saberes en la actualidad. Sobre el final, y como un aporte al debate en torno a la pertinencia de las instituciones para la producción de conocimiento, también hizo referencia algunas de las grandes polémicas que tuvieron lugar en el contexto cultural francés (Foucault-Derrida / Rancière-Althusser).

Con 30 años dedicados al estudio de la vida social de los conceptos y a la enseñanza sociológica de la filosofía, Fabiani dijo: “A menudo se asocia la imagen de Francia a la figura del filósofo. El cartesianismo no es sólo el símbolo del pensamiento nacional, sino también de un habitus y de un imaginario que se inscriben en la duración. (…) Por su espíritu, su vigor y su simplicidad,  Descartes es simplemente Francia”.

Atendiendo a esta disponibilidad de la filosofía para encarar una manera de pensar la nación, agregó: “Más tarde, otros filósofos estarán en condiciones de encarnar the frenchness con éxito internacional. En un contexto diferente y bajo configuraciones ideológicas distantes, Bergson, Sartre y Foucault van a ilustrar el poder que encarna el modelo del filósofo francés, arraigado en una suerte de territorio filosófico simultáneamente signado por la urbanidad parisina y por una actitud de doble identificación con lo universal y lo local.”

Al respecto, y citando a Leibniz, también observó: “El filósofo francés parece jugar permanentemente sobre dos escenarios: el primero es el del saber y sus fundaciones, a pesar de los múltiples ataques a la razón escolástica y los corpus instituidos (el gesto cartesiano que consiste en desclasar el saber institucional para producir una nueva filosofía como una empresa radical tendrá muchas réplicas en la historia de Francia); el segundo es el del mundo, donde el pensador siempre se encuentra cómodo, así se trate de una Europa cartesiana, del París mundano de Bergson o del plantea político de Sartre”.

En este sentido, y de acuerdo con una voluntad del filósofo de dirigirse a todo el mundo a pesar de la eventual producción de malentendidos y barbarismos, “…el filósofo francés nunca se limita a su universo profesional. Por el contrario, parece desear una forma de transgresión o suerte de pasaje hacia orillas más sabias. Esotérico, el filósofo francés reivindica una autoridad intelectual única, sin privarse del reconocimiento ruidoso del mundo, que le permite presentarse como exotérico”.

A continuación, refiriéndose a los discursos retrospectivos que a menudo intentan disociar estos dos mundos para hacer del espacio mundano el lugar de la corrupción del ethos (punto de partida), Fabiani señaló que “… habría entonces dos Bergson (el que se discute en la sociedad francesa y el que encanta a las damas de mundo o snobinettas del Colegio de Francia), dos Sartre (el de El ser y la nada que se estudia en el aula y aquél que toma posiciones ideológicas azarosas en La Habana o en Moscú), y habría también dos Derrida (el traductor meticuloso de El origen de la geometría y el del vudú californiano, rodeado en su mayoría por japoneses)”.

En esta línea, y defendiendo una lectura más plural de los saberes, el sociólogo estableció: “A diferencia de las historias en apariencia más materialistas de la filosofía, mi trabajo trata de encontrar los objetos efectivos de la misma: aulas de clase, espacios comunitarios, manuales, horarios de tren, etc., que tienen suma importancia en la gestión de las carreras y de las redes. La historia intelectual que yo defiendo, no tiene ni exterior ni interior, busca las fuentes y sus modelos en momentos diferentes de la historia simbólica, practicando un ida y vuelta entre lo universal y lo parroquial, como la mayoría de las otras actividades sociales”.

Sobre el final, preguntándose si todavía hoy es serio hablar de “filosofía francesa” en general, Fabiani asumió que la utilización de esta noción implica la aceptación de la continuidad de la historia intelectual, e hizo referencia al trabajo de los epistemólogos más recientes -Foucault entre ellos- que habrían insistido en la discontinuidad de la historia de los conceptos: “La sociología histórica de las disciplinas rehúye toda afirmación respecto de la eternidad de los problemas conceptuales. Nos contentamos con observar que algunos problemas nacen, mientras que otros mueren o se reactivan. El carácter más o menos coherente de un momento o coyuntura depende de la escala de observación que se adopta para dar cuenta del hecho”.

De esta manera, “…podemos analizar la famosa controversia que opone a Derrida y a Foucault con respecto a la primera meditación de Descartes, como una oposición radical que atañe al ejercicio mismo de la filosofía. (…) Hablar seriamente de la filosofía francesa es presentar los principios de construcción de este objeto. La elección de la escala es entonces esencial: nos esforzaremos por ofrecer un principio de variación, distinguiendo en la posterioridad de los análisis estructurales formas estables del espacio de las interacciones (a través de los programas, la lista de las cuestiones, las oposiciones canónicas y de antinomias) bajo un relanzamiento fecundo de la historia intelectual abierta a los acontecimientos, los accidentes, los malentendidos y las lecturas interesadas. Aquí como en otros aspectos de la vida social se juegan las relaciones entre lo que no varía y las expresiones de la capacidad de actuar de los actores más ínfimos. En este sentido, yo diría que el historiador de la filosofía tiene que combinar la tectónica de las placas con la observación de algunas mariposas”.

Su segunda conferencia, “Sobre los vínculos entre la filosofía y las ciencias sociales”,  tendrá lugar el 13 de agosto a las 10:00. En la misma abordará al modelo disciplinario de organización de los saberes en cuestión. Entrada libre y gratuita.

*Sociólogo y filósofo francés, Jean-Louis Fabiani (1951) es Miembro de la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) desde 1991, profesor del Departamento de Sociología y Antropología dela Universidad CentralEuropea en Budapest y profesor asociado enla Universidadde Montreal (Quebec).

 

Nota actualizada el 10 de agosto de 2012

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