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La revista cultural del diario Clarín semblanteó en su último número el recorrido meteórico de ‘Rimas de Alto Calibre’, la banda conformada por músicos profesionales, internos y ex-internos de la Unidad 48 de José L. Suárez, que el jueves 12 presentó su primer disco -grabado íntegramente en el penal- en el Hotel Bauen. El CUSAM apadrinó el acontecimiento.
En relación a los inicios de la banda, el autor de la crónica, Matías Capelli, escribió: “Los desafíos, recuerdan los responsables, fueron dos: lograr un producto musical de calidad y hacer que la lógica grupal, solidaria, se impusiera en un mundo hostil, en el que prima el individualismo más radical, el sálvese quien pueda. Para decirlo sin vueltas: cómo hacer para formar una banda de música en un ámbito en que la palabra “banda” es sinónimo de eso que el derecho penal tipifica como asociación ilícita”.
Entrevistados especialmente para la nota, Lautaro Merzalli y José Lavallén, profesores del taller de versada popular latinoamericana que diera origen al grupo, hablaron sobre el espíritu de la iniciativa y dijeron: “La idea era tender puentes entre el afuera y el adentro. Es por eso que Rimas de Alto Calibre no fue concebida como una banda de presos”. Según Capelli, una forma complementaria de fortalecer esos puentes fue contar con la participación de músicos invitados como Andrea Prodan, Lidia Borda, Miss Bolivia, Sergio Dawi (ex saxofonista de los Redondos) y el trombonista de Las Pelotas, Alejandro Ferro, entre otros.
Ariel “Patón” Arguello, condenado a cadena perpetua y compositor de muchos temas, en respuesta a la pregunta por el sentido social de propuestas como la del Centro Universitario de San Martín (CUSAM) afirmó: “Claro que sirve. Es educar al preso. Si yo a un preso cuando entra acá le enseño a usar dos facas, va a usar dos facas; si yo le enseño a tocar, a usar un instrumento, va a aprender algo distinto”.
En cuanto al contenido del disco, Capelli señaló: “Algunas paradas de la travesía de doce canciones dan lugar a un rock clásico rutero o más pesado como el punk; en otros trechos predominan los pantalones anchos y las viseras de la música callejera, con aires de rap y hip-hop, pero siempre en clave latina; y más de una vez nos topamos con dosis ahumadas de cumbia colombiana con mucho groove; además de un paseo por la música jamaiquina clásica. Y una infaltable incursión por el folklore latinoamericano: un vals peruano (…) y una chacarera con violín y todo”. En este sentido, y más allá de la paradoja, “Rimas de Alto Calibre se escucha como un viaje musical por todo el espectro de lo ‘latino’ con recurrencias y conexiones inesperadas”.
Celebrando las virtudes musicales y técnicas del disco, sobre el final Cappelli hizo hincapié en el valor testimonial del producto, que por su génesis particular conllevaría una potencia diferente: “Para decirlo clarito: no es lo mismo que León Gieco o Manu Chao entonen versos sobre la ansiada libertad a que lo haga alguien con perpetua o con un horizonte de dos décadas a la sombra”.
Para leer la nota: http://www.revistaenie.clarin.com/escenarios/Un-mundo-menos-peor_0_732526782.html