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Jackson Jean completó el diploma que dictan en conjunto la Escuela de Política y Gobierno y el Instituto de Capacitación Parlamentaria de la Cámara de Diputados de la Nación. “Milito por los derechos sociales, económicos y culturales de los empobrecidos, los campesinos y los extranjerizados, y estas herramientas académicas son un valor agregado para la lucha popular haitiana”.
“Es un gran honor ser el primer estudiante haitiano graduado en esta diplomatura”, dice Jackson, que eligió la UNSAM por ser una universidad pública, con “prestigio internacional” y un espacio de aprendizaje “y de lucha contra la opresión”. Su trabajo final para la Diplomatura en Estudios Avanzados en Gestión Parlamentaria se tituló “La participación de Argentina en la intervención militar en Haití (2004-2017): La responsabilidad del Congreso de la Nación Argentina”.
Jackson es voluntario de Cascos Blancos, un organismo del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto que diseña y ejecuta asistencia humanitaria, y fue el mediador cultural y el traductor designado cuando la Argentina envió ayuda humanitaria a Haití tras el devastador terremoto de 2021. Entiende que el periodismo y la ciencia política son “herramientas estratégicas en la lucha de las personas migrantes, refugiados y afrodescendientes”. Si el periodismo es un arma, como decía Rodolfo Walsh, Jackson agrega que necesita balas. Y que esas municiones las encontró en la formación académica.
¿Por qué decidiste cursar la Diplomatura en Estudios Avanzados en Gestión Parlamentaria y Políticas Públicas?
Siempre digo con mis compañeros militantes que debemos luchar para conquistar no solo derechos, sino también otros lugares de lucha. Nosotros los empobrecidos, los campesinos y los extranjerizados nos encontramos luchando en la calle. ¿Quién decide para nosotros ese lugar? ¿Por qué no podemos también luchar para el pueblo dentro de las instituciones democráticas como el Congreso o la Corte Suprema? Cuando supe de la existencia de esta carrera vi una oportunidad para prepararme mejor. Milito por los derechos sociales, económicos y culturales, y las herramientas académicas que adquirí son un valor agregado para la lucha popular haitiana.
Tu compromiso con la política y la sociedad de Haití va mucho más allá del interés académico. ¿Podrías contarnos sobre las organizaciones en las que participás?
Mientras estudié en la UNSAM pude al mismo tiempo servir en algunas instituciones públicas de la Argentina. A nivel nacional fui docente civil en el Ministerio de Seguridad de la Nación, y en Buenos Aires fui traductor y facilitador cultural en el Ministerio Público de la Defensa. Además, sigo siendo uno de los voluntarios activos para las cooperaciones internacionales de Cascos Blancos en Haití. También me desempeño en la Brigada Internacionalista Dessalines, la cual está vinculada con el Movimento Rurais Sem Terra (MST Brasil), Vía Campesina y Frente Patria Grande, entre otras organizaciones. Con esta brigada estamos realizando articulaciones regionales entre los movimientos sociales, populares y políticos. Yo me encargo de las cooperaciones y comunicaciones estratégicas.
Tu trabajo final para la Diplomatura fue sobre la participación de Argentina en la reciente y intervención militar en Haití. ¿Por qué la Argentina se involucró en el conflicto haitiano?
La participación militar de la Argentina en los asuntos haitianos de 2004 es un tema muy complejo. En su trabajo Explicar la eficacia de una operación de paz, buscando reconocimiento como militares. La experiencia de los cascos azules argentinos en Haití, la antropóloga Sabina Frederic propone que, más allá de un interés geopolítico, el ejército argentino, tras haberse manchado en varios golpes de Estado —desapariciones forzadas, torturas, etc.—, trató de limpiar su imagen con estas misiones internacionales.
En 2015, la Cancillería asumió la razón de las denuncias y de los reclamos de la sociedad civil argentina, y decidió reducir el personal a 70 efectivos, en su mayoría para la atención hospitalaria.
¿Qué se esconde, en política internacional, detrás del “humanitarismo”?
El racismo global. En La carga del hombre blanco, Rudyard Kipling proponía que la misión del blanco europeo y norteamericano era civilizar, humanizar y ayudar a las demás naciones. Peggy McIntosh, una académica y activista contra el racismo estadounidense, demuestra que, en Estados Unidos y Europa, el sistema está diseñado para crear el “privilegio blanco” en los ámbitos social, económico y político. El humanitarismo es el resumen de estos dos conceptos aplicados a escala internacional. Un grupo de países que construye históricamente una elite política, económica y social blanca en detrimento de otros pueblos a través del esclavismo (en el pasado) y, actualmente, a través del capitalismo (saqueo, explotación, sumisión militar, deestabilización política, financiación de carteles armados o terroristas). Después actúan a través de sus ONGs, agencias, iglesias, embajadas o instancias internacionales controladas por ellos como si fueran salvadores o dioses de estos pueblos. Si hay igualdad étnico-racial global, si hay reparaciones históricas, si se respeta la soberanía y la autodeterminación de las naciones y pueblos oprimidos por parte de los estados blancos (anglosajones y occidentales), no se necesita el “humanitarismo”.
¿Qué deberíamos aprender del pasado y el presente de Haití?
No se puede pensar Latinoamérica como una región independiente sin reflexionar sobre su historia. Tampoco se puede estudiar los procesos históricos de este continente sin abordar la influencia de la revolución de Haití. Es igual para Haití. La rebelión indígena del Cono Sur impactó tanto en Haití que los haitianos llamaron a su ejército revolucionario “el ejército indígena”. En este sentido, la república de Haití, si bien está geográficamente lejos de la Argentina, habla un idioma diferente y tiene una religión y una cultura más afrocentrada, está muy cerca geopolíticamente. Tenemos casi la misma historia de lucha y los mismos opresores.
¿Por qué es importante mirar más a Haití desde la Argentina?
Lo que está pasando hoy en Haití es demasiado importante para América Latina: la nueva Operación Cóndor que se está ejecutando en Haití debe alertar a los demás países latinos ya que, posiblemente, les sucederá lo mismo. Haití, desde 1915, es un laboratorio de experimentación del imperialismo. Todo lo que pasa en el continente fue inicialmente probado y logrado en Haití de una forma u otra. Pasando por la dictadura, el golpe de Estado de Dilma Rousseff en Brasil, el golpe a Evo Morales en Bolivia, el lawfare contra Cristina Fernández en Argentina, el golpe parlamentario de Pedro Castillo en Perú o el arresto de Lula en Brasil, por mencionar algunas operaciones.
¡Haití es Latinoamérica!
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