Escuela de Ciencia y Tecnología
La Escuela Argentina de Micro-nanoelectrónica, Tecnología y Aplicaciones —que este año se realizó en la UNSAM— contó con la visita del director general de Synopsys Chile. En esta entrevista, habla sobre el potencial del sector en América Latina.
Por Matías Alonso
Víctor Grimblatt fue uno de los oradores principales de la Escuela Argentina de Micro-nanoelectrónica, Tecnología y Aplicaciones (EAMTA), una escuela de una semana de duración cuyo objetivo es acercar a los jóvenes al mundo del diseño de circuitos integrados y demostrar las posibilidades que ofrece el área para el desarrollo de la industria local.
“Cuando lo propuse, mucha gente me dijo que en Chile era imposible, pero se pudo”, recuerda Grimblatt sobre la creación en 2006 de la filial chilena del proveedor Synopsys. En esta entrevista, el ingeniero en microelectrónica y director general de Synopsys Chile —quien trabajó además para diferentes compañías chilenas y multinacionales como Motorola Semiconductors, Honeywell Bull y VLSI Technology— se refiere a las oportunidades que presenta el diseño de microelectrónica para los países de América Latina y habla sobre los avances del sector en el mundo.
Usted dirige un centro de I+D en Chile que es subsidiario de una empresa estadounidense, ¿cómo nació esta iniciativa?
Es algo que los latinoamericanos no hemos sabido explotar lo suficiente y que tiene que ver con el hecho de haber trabajado en Estados Unidos. De hecho, la Argentina tiene una empresa similar, Allegro MicroSystems, que tiene un centro de diseño que trabaja en condiciones similares a las de Synopsys: Allegro llegó a la Argentina a través de un ingeniero argentino que había trabajado en la empresa. Hay más ejemplos: Intel está en Israel, donde fabrica procesadores Pentium, porque el ingeniero israelí que los inventó decidió volver a su país. Nosotros tenemos que salir a buscar a todos los argentinos y chilenos que están en el exterior en cargos jerárquicos (muchos de ellos, desde la época de la dictadura) y pedirles que nos ayuden a establecer colaboraciones con las empresas en las que trabajan. Es lo que hacen los indios, los coreanos y los taiwaneses. Está bien que regresen los científicos, pero tenemos que hablar con los empresarios y con aquellos que ocupan puestos de dirigencia en las empresas.
¿Qué hacen desde Chile para la casa matriz de Synopsys?
Tenemos tres líneas de producto hechas totalmente en Chile, que tienen que ver con la optimización de la potencia, los procesos de fabricación y la prueba de circuitos. En este momento, tenemos un grupo que dirige un centro en la India y nuestra productividad ya alcanzó un nivel equivalente al de cualquier ingeniero de Estados Unidos. Es cuestión de tener valentía, porque el diseño de electrónica se puede hacer en cualquier lugar del mundo. Eventos como la EAMTA, por ejemplo, ayudan a mostrar que estas cosas se pueden hacer en América Latina. Los estudiantes que participan tienen un gran potencial, son capaces de hacer cosas muy grandes, pero hay que ayudarlos a que tengan los medios para concretarlas. Por eso también es bueno organizar concursos para que empiecen a trabajar y producir.
¿En qué consiste el concurso de la EAMTA?
Este año lanzamos un concurso para que los estudiantes presenten proyectos que puedan convertirse en productos. No queremos proyectos que queden en la nada. A fin de año, un jurado elegirá dos o tres propuestas para acompañarlas en el diseño, la fabricación de prototipos y la comercialización. No solo tendrán que ser interesantes desde lo técnico, sino que también deberán ser viables en lo económico.
En la EAMTA se habló sobre los avances en el campo de la inteligencia artificial. ¿Qué impacto tiene esta inteligencia en el diseño de chips?
Las herramientas de software que se utilizan para el diseño de chips se basan en algoritmos altamente complejos. La inteligencia artificial está ayudando a mejorar los tiempos de diseño. El trabajo que hoy una persona realiza en seis meses, una computadora lo puede resolver en dos semanas. Además, no se trata solo de productividad sino de eficiencia: el uso de la inteligencia artificial nos permite hacer chips más rápidos.
La Argentina ha intentado proteger la industria electrónica con un régimen de promoción en Tierra del Fuego, pero no tuvo demasiado éxito. ¿En Chile observaron esa experiencia?
Chile está peor que la Argentina.
¿Por qué?
Hay un dilema histórico: después de que nuestros países se independizaran de España, entre 1810 y 1820, se apostó a una política de venta de materias primas y no de industrialización. Muchos países tuvieron olas de políticas proteccionistas, pero en América Latina, en general, se pensó la producción para el mercado local y nunca para la exportación. Corea y Taiwan, en cambio, hicieron una industria pensada para la exportación. ¿Qué pasa hoy? En el sector electrónico tenemos buenas ideas pero hay dos factores que faltan: los inversionistas y que la industria local le crea al sector electrónico. Por ejemplo, la empresa que fabrica heladeras en la Argentina, ¿compra insumos electrónicos en el país o los compra afuera? Prefiere comprar en el exterior, porque no hay confianza. En Chile está el caso de Codelco, la gran minera chilena, que no compra a la industria chilena, sino que compra todo afuera.
En la Argentina hay aranceles y regulaciones para la importación de ciertos productos locales…
Claro, pero a largo plazo se compra afuera. No basta con un impuesto, hay que motivar y ayudar a desarrollar la industria tecnológica local. Cuando hablo de ayudar me refiero también a focalizar en cuestiones específicas, generar oportunidades para esas empresas y acompañarlas comercialmente. Hoy la industria está siendo muy apoyada desde el punto de vista técnico, pero no desde el comercial. ¿Cómo salgo a vender hacia afuera? El mercado argentino o el chileno no alcanzan.
¿En qué nicho de la electrónica considera que América Latina podría ser fuerte?
Creo que habría que apuntar a la internet de las cosas y a los problemas que son nuestros, como la agricultura. Por ejemplo, hay lugares donde hay dificultades con el agua; allí hay que ver cómo optimizar el riego y la electrónica puede ayudar. En Chile, la minería también es una oportunidad para resolver problemas con tecnología. No es que tengamos que hacer solo eso, pero serviría para enfocarnos. En Israel hacen control del ganado en forma electrónica con etiquetas de RFID, mientras que en Sudamérica casi no se hace.
La ley de Moore afirma que se duplica la velocidad de procesamiento de datos a precio constante cada 18 meses y el camino elegido para lograrlo es reducir el tamaño de los chips, pero se está llegando a límites físicos. ¿Qué camino seguirá la electrónica?
Es cierto que nos vamos acercando a los límites físicos, pero, hoy en día, estamos trabajando con los chips 2D, 3D y 4D, es decir, vamos apilando circuitos y tenemos chips de mayor volumen. Esa es una tendencia. Además, ya están en producción los chips de 7 nanómetros y se está empezando a hablar de 5 nanómetros. No sé hasta dónde vamos a llegar, pero vengo escuchando que la ley de Moore se termina desde los noventa y, sin embargo, todavía funciona.
¿La computación cuántica es el camino o todavía le falta desarrollo?
Sigue siendo algo muy teórico. Con la capacidad computacional de las máquinas actuales todavía podemos hacer muchas cosas. A veces nos preguntan por qué seguimos con la tecnología CMOS (siglas de semiconductor complementario de óxido metálico) y no nos pasamos a otra que nos permita hacer transistores, y la respuesta es que esa tecnología todavía funciona. La computación tal cual está funciona bien. Hay investigaciones interesantes en computación cuántica, pero el mercado tiene que trabajar sobre cosas que se venden. La computación cuántica en algún momento va a llegar, pero no es algo inmediato.