Escuela de Ciencia y Tecnología, Lectura Mundi
En el marco de la semana mundial del cerebro, el jueves 16 de marzo se realizó la jornada Ciencias del Cerebro Musical en el Auditorio Tanque del Campus Miguelete. Durante el evento, los científicos Fabio Shifres, Nadia Justel y Rodrigo Laje presentaron sus investigaciones y analizaron la relación entre la música y las neurociencias.
Por Gaspar Grieco | Fotos: Pablo Carrera Oser
¿Qué ocurre en el cerebro cuándo oímos música? ¿Cómo percibimos el tiempo cuando escuchamos un ritmo? ¿Las diferencias culturales determinan el modo en que interpretamos los sonidos? Todas, preguntas que se formularon durante la jornada Ciencias del Cerebro Musical realizadas por la UNSAM en el marco de la Semana Mundial del Cerebro.
Durante el evento organizado por el programa Lectura Mundi, la Escuela de Ciencia y Tecnología (ECyT), el Centro de Estudios Multidisciplinarios en Sistemas Complejos y Ciencias del Cerebro (CEMSC3) y la Brain Awareness Week (BAW), los científicos Favio Shifres, Nadia Justel y Rodrigo Laje dieron cátedra sobre la música y las neurociencias.
Favio Shifres
Shifres, músico e investigador de la Universidad Nacional de La Plata, arriesgó en la apertura algunas definiciones de lo que entendemos por “música” y aseguró que “está presente en todas las culturas de la historia de la humanidad”.
En esta línea, el investigador explicó que la cultura moderna occidental establece jerarquías musicales según consideraciones valorativas: “La teoría moderna de la música habla de cómo debería ser. Hay que entender que la música tiene sentido en el seno de una cultura y que cada sociedad tiene ideas diferentes sobre qué es y qué no es música”.
Luego, Shifres mostró videos de celebraciones palestinas y nigerianas en las que, con cantos y tambores, se practican ritos religiosos. “Lo que puede ser música para nosotros, para otros puede no serlo. Para nuestra cultura occidental, la música es sonido; para otras, la música está asociada con el movimiento, por lo que no pueden disociarla de la danza”, concluyó.
A su vez, la investigadora del Laboratorio Interdisciplinario de Neurociencia Cognitiva del CEMCS3, Nadia Justel, ofreció la charla “Nuestro cerebro musical” y abordó la temática desde las neurociencias en un intento por comprender qué sucede en el cerebro cuando se escucha música: “Cuando oímos música, nuestro cerebro se activa por completo. Todos estamos capacitados para percibir música, procesarla y producirla aunque no sepamos tocar ningún instrumento”.
Nadia Justel
La investigadora destacó, entre otras cosas, que “en el cerebro se activa el circuito del placer que libera dopamina y serotonina”, por lo que “la música despierta emociones y eleva o relaja el sistema nervioso”. De este modo, aseguró Justel, su potencial puede utilizarse como acción terapéutica para tratar todo tipo de trastornos psíquicos.
“La percepción de la música modela la memoria y hasta la mejora. Puede utilizarse para tratar a pacientes con alzhéimer, trastornos obsesivo-compulsivos, esquizofrenia y autismo, entre otras enfermedades. Lo mejor es que los tratamientos musicales no son invasivos, ni costosos, ni producen efectos adversos. Además, son agradables”, afirmó.
Por último, fue el turno del neurocientífico de la Universidad Nacional de Quilmes Rodrigo Laje, quien explicó que el cerebro es capaz de procesar la música en intervalos muy cortos de tiempo. Para ello, realizó varias actividades interactivas, con las que demostró que, en ocasiones, el cerebro no es capaz de seguir un ritmo reiterado con precisión.
Rodrigo Laje
“El cerebro mide la percepción del tiempo en el rango de los microsegundos. Creemos que estamos siempre sincronizados ante un estímulo auditivo, pero, en realidad, siempre nos adelantamos al ritmo que estamos escuchando cuando queremos imitarlo”, concluyó el científico.
Al cierre de la actividad hubo un bloque de preguntas y respuestas en el que el decano de la ECyT, Francisco Parisi, consultó: “¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando escuchamos música displacentera?”.
“Así como la música activa el circuito del placer y puede relajar o activarnos, cuando escuchamos música displacentera se activa una región de la amígdala que genera sentimientos negativos, miedo y angustia”, respondió Justel.
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