“Estamos sentando las bases de lo que será el INS en unos años. Este laboratorio que creamos es único en el país y está en las fronteras de la ciencia, con múltiples aplicaciones tecnológicas posibles”, evalúa con entusiasmo el decano Galo Soler Illia, consultado sobre la incorporación de dos nuevos investigadores al Instituto. “Gastón entró a la carrera del CONICET como investigador adjunto a los 31 años y ahora está construyendo desde Alemania un equipo que sale millones mientras termina su postdoc. María Fernanda ya armó varios proyectos y consiguió financiamiento para el INS desde Estados Unidos. Son jóvenes que tienen mucho para aportar al Instituto y que se suman a los investigadores que ya incorporamos, que también son un lujo. Estamos abriendo líneas investigación de punta”. Así anticipó el decano la contribución que harán Gastón Corthey y María Fernanda Cardinal.

Corthey se licenció y doctoró en Química en la Universidad Nacional de La Plata bajo la dirección de los doctores Mariano Fonticelli y Roberto Salvarezza. Luego viajó a Hamburgo, donde se encuentra finalizando su trabajo postdoctoral en el Max Planck Institute for the Structure and Dynamics of Matter —en el grupo del profesor Dwayne Miller, un pionero en el estudio de la dinámica de la estructura de la materia—.

Cardinal, por su parte, es becaria posdoctoral en la Universidad Northwestern (Chicago, Estados Unidos) desde 2012 en el área de espectroscopía Raman de superficies —en el grupo del profesor Richard Van Duyne—. Hizo su tesis en el grupo del profesor Luis Liz-Marzán en la Universidad de Vigo (España), uno de los mejores grupos del mundo en síntesis de nanopartículas metálicas. Los conocimientos adquiridos le sirvieron para diseñar sensores de alto rendimiento. También se desempeñó como joven profesional en la empresa Tenaris durante casi dos años, donde participó en el desarrollo de materiales autolubricantes resistentes al desgaste. Además, fue técnica de laboratorio en el campo de la biología molecular y bioequivalencias durante nueve meses, donde desarrolló y validó métodos analíticos para protocolos de bioequivalencia.

En conversación con ambos, nos cuentan cómo se preparan para esta nueva etapa en la UNSAM.

¿Qué significa volver a la Argentina?

Gastón Corthey: Vuelvo al país para iniciar una línea de investigación de dinámica estructural ultrarrápida, un campo de muy reciente desarrollo que aún no está muy explotado en la Argentina. El objetivo es crear películas moleculares que permitan observar la posición de los átomos en una molécula desde el inicio hasta el fin de una reacción química. Es un gran desafío, significa comenzar a formar un grupo de investigación.

María Fernanda Cardinal: Para mí, significa una oportunidad de compartir con la sociedad argentina los conocimientos y experiencias que adquirí en el exterior, que creo que me brindan una perspectiva diferente. También significa formar mi grupo de investigación y continuar con lo que ahora estoy haciendo en Estados Unidos de forma independiente.

¿Por qué el INS?

G. C.: Lo que más me atrajo es poder hacer en la Argentina el mismo tipo de experimentos que hago en Alemania. Hace cuatro años pensaba que eso no iba a ser posible. Me gusta mucho la idea de participar en este proyecto desde el inicio y el grupo que se está formado es muy interesante.

M. F. C.: Aprovechar el impulso de un instituto nuevo fue lo primero que me atrajo del INS. Ya conocía a Galo y su empuje, siempre se interesa en el trabajo interdisciplinario. El instituto tiene una parte nano-bio muy fuerte. Junto con Gastón, voy a poder aportar la parte de plasmónica y de óptica. Aprender de otros investigadores que están en tu mismo instituto pero con una expertise diferente a la tuya es algo que asegura un crecimiento personal y además conduce a líneas de investigación innovadoras. Ver todas estas posibilidades de crecimiento profesional en el INS fue claramente lo que determinó mi decisión.

¿Nos cuentan cómo es esto de diseñar el plano de un laboratorio?

G. C.: Desde mediados de 2015, estamos trabajando en el montaje del laboratorio de nanoóptica. Fernanda desde Estados Unidos y yo desde Alemania. No nos conocíamos personalmente, pero hablamos frecuentemente por Skype.  Van a ser 80 metros cuadrados adaptados a los experimentos que planeamos hacer. Como trabajamos con láseres muy potentes, hay que establecer normas de seguridad y garantizar la precisión de las mediciones con mesas antivibratorias y control de temperatura, humedad y cantidad de partículas en el aire.

M. F. C.: El laboratorio de óptica va a ser un espacio donde ambos vamos a colaborar. Gastón se dedica a difracción de electrones (una técnica muy sofisticada que requiere láseres ultrarrápidos) y yo me dedico a espectroscopía Raman, que es una técnica más sencilla pero que también necesita láseres.

¿El equipamiento que tendrá el laboratorio es similar al que tienen en Max Planck?

G. C.: Estoy construyendo un equipo de difracción de electrones que no se comercializa porque es muy complejo y solo tiene fines de investigación. En Alemania es muy común que los científicos construyan sus propios equipos. Es muy interesante porque uno aprende mucho más y puede adaptar los equipos a sus experimentos.

¿Cómo se ven dentro de cinco años?

G. C.: Trabajando como ahora en el laboratorio, en el taller y en la oficina, con el laboratorio ya funcionando y con un grupo de trabajo formado. También espero seguir viajando a Hamburgo, dado que voy a mantener el trabajo en colaboración con mi actual grupo. Y con miles de proyectos más.

M. F. C.: Trabajando como loca y, de acá a diez años, trabajando como loca también (risas) pero con un grupo ya bien armado. Y con la satisfacción de tener becarios que hayan terminado una tesis doctoral y podido viajar al exterior para crecer y formarse. Espero además haber dictado varias materias, ser profesora de la UNSAM y tener colaboraciones en el país y en el exterior.