El sociólogo habla de su nuevo libro, “Nacionalismo(s), política y guerra(s) en la Argentina plebeya (1945-1989)”, en el que analiza los procesos de construcción de una alteridad amenazante y su incidencia en el sistema político a nivel nacional e internacional. Es una de las novedades de octubre de UNSAM Edita, que también acaba de publicar “El hombre ebrio. Estudios sobre toxicomanía y alcoholismo” de Bernard Lecœur y “Sociedad, cultura y poder. Reflexiones teóricas y líneas de investigación”, de María Graciela Rodríguez.
El último libro de Edgardo Manero es algo así como una consecuencia lógica de su formación. O quizás este sociólogo argentino que reside en París estudió todo lo que estudió para poder hacer un texto como este, una obra que conserva en su interior restos de otros trabajos, trazas de otras investigaciones, puntos de vista de otros estudios suyos, un poco más antiguos, que comenzaros a gestarse con su tesis doctoral. Es que Manero armó su carrera académica de forma transdisciplinaria. Estudió Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Rosario, luego hizo un máster en Ciencias Sociales FLACSO, y después un diplomado y un doctorado en Sociología en la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) de Francia.
Nacionalismo(s), política y guerra(s) en la Argentina plebeya (1945-1989) no es un libro de ciencia política, tampoco de historia o de relaciones internacionales. Es un intento para reflexionar sobre la relación entre nacionalismo, política y guerra; sobre cómo la sociedad y los grupos en general garantizan su supervivencia. Y forma parte de un proyecto más vasto que tiene que ver con las culturas estratégicas, con la relación entre lo político y el poder cuando se vincula con la muerte colectiva. “Una de las particularidades que intento romper es la de nacionalismo reaccionario o progresista. Lo que planteo en este libro es un modelo trinario, en el que aparecen uno integrista, uno populista y uno que yo denomino jacobino. La idea es salir del modelo tradicional para explicar a partir de estas tres corrientes la cuestión del nacionalismo argentino”, explica el académico. Y destaca la posibilidad que le dio UNSAM Edita: “Hacer un libro de 500 páginas, una lógica que el mercado siempre deja de lado.
-¿Por qué ya en el título hablás de nacionalismos?
-Pocas ideologías son tan complejas como el nacionalismo. Es una ideología tan complicada que por sí sola no explica absolutamente nada; es la gran ideología de la modernidad pero ha necesitado constantemente un adjetivo para completarse. Hasta tuvo la necesidad de asociarse y reivindicarse con otras ideologías y corrientes, como el caso del nacionalismo liberal. Es un concepto redefinido constantemente.
-¿Son muy diferentes los nacionalismos en los distintos continentes?
-Sí, más que nada las diferencias más grandes están entre Europa y América Latina. La paradoja del nacionalismo argentino con respecto al modelo europeo tradicional es la inversión de las temporalidades: en Europa, el nacionalismo aparece a la izquierda del sistema político, con la revolución francesa, y está aparejado al derecho a la participación política. A partir del siglo XIX, se va corriendo a la derecha. En América Latina, especialmente en la Argentina, el sistema es inverso: el nacionalismo nace con la construcción del Estado nacional, a la derecha, y progresivamente se corre a la izquierda, primero con el populismo peronista y después con este que yo llamo jacobino. Basta pensar la consigna “patria o muerte” de los movimientos insurreccionales.
-¿Cuán esperable es el vínculo entre nacionalismo y violencia?
-La relación no es necesariamente mecánica. No es un derivado pero es un tema importante. Es verdad que el nacionalismo al fomentar la cuestión del nosotros como espacio de identidad colectiva a partir de un juego de suma cero o al establecer vínculos entre el servicio militar y la participación a la vida política, con la idea de la ciudadanía ligada a la necesidad de mostrar la voluntad de verter su sangre y la de los otros por defensa del nosotros, otorga un lugar central a la violencia política. Por eso la cuestión central que atraviesa todo el libro es la problemática de la alteridad. El trabajo también gira un poco en un listado de los diferentes otros, que se alteran y modifican, que construyen identidades nacionalistas muy diferentes y que -expresando intereses sociales- permiten la disociación entre las tres corrientes de nacionalismo. Esos otros son varios, desde la masonería al sionismo, pasando por los imperialismos y por su puesto Inglaterra, el enemigo fundador. Creo que lo que hace el nacionalismo es construir una alteridad política.
-¿Cuánto peso tiene el peronismo dentro de tu línea de investigación?
-El peronismo es central en este libro y eso se debe a su posición de actor protagónico en la historia argentina y a su relación con las violencias. En términos estratégicos fue objeto y sujeto. Ha sido víctima permanente, del 55 al 83, de los fenómenos de violencia. El peronismo es la expresión mayor del fenómeno nacionalista en la Argentina. No se puede hablar de nacionalismo sin hablar de peronismos. Es la manifestación política más importante que reviste el nacionalismo y se encontró atravesado por las diferentes y antagónicas corrientes. Pensar la relación entre política y guerra es pensar a Perón en sus lecturas de “La Nación en armas”, en su trabajo como profesor de historia militar. Pero no se agota ahí. Considerar las relaciones entre política y guerra en torno al peronismo implica tanto las acciones de las diversas organizaciones politico-militares que se reivindican peronistas como las formas de tratamiento de la cuestión peronista por las elites, en general, y por los militares, en particular. El peronismo es un movimiento estratégico en el cual la cuestión de la nación aparece como algo permanente. La idea de garantizar la supervivencia de un “nosotros” atraviesa constantemente al movimiento peronista. Más que adherir a la interpretación simplista que considera que el peronismo militarizó la política argentina, destacar su dimensión estratégica supone la necesidad de incorporar al discurso sobre el poder el discurso de la guerra sin, por ello, reducirlo a este ámbito.
-¿Y cuánto influye el impacto de la Guerra Fría en nuestro país en esa época?
-La cuestión de la guerra es otro tema central. Es la idea de pensar la guerra exterior pero también la interior. Fundamentalmente, está la construcción del peronismo como movimiento cuestionador del status quo, pero también tiene que ver con algo que lo trasciende, la reducción de la política a un modelo binario. Vieja cuestión de la filosofía política, es imposible ser neutral en el conflicto político. Frente a un conflicto que desgarra la sociedad está la obligación de tomar parte, esto en esencial para el peronismo. Durante la Guerra Fría aparece claramente, porque obliga a redefinir al peronismo respecto al fenómeno nacionalista en general y a los nacionalistas con respecto a los peronismos.
-¿Quiénes son los destinatarios de esta obra?
-Este libro antes que nada está dirigido a todo lector curioso. Es un debate de actualidad, porque trata la historia política contemporánea. También tiene en mente a un público especialista en cuestiones de violencia o en relaciones internacionales. La idea de pensar lo estratégico desde el punto de vista de los nacionalismos es un tema que no ha sido abordado de forma específica, ha estado relegado. Este trabajo permite articular diferentes temáticas para construir un objeto de estudio en el cual la centralidad está dada en cómo los diversos grupos piensan en función de garantizar su supervivencia. Pretende ser un instrumento útil para explorar el espectro de las variaciones del pensamiento estratégico y la relación de la política con la guerra.
Leé a continuación más sobre las Novedades UNSAM Edita.
Un analisis extremadamente original de la Argentina de la Guerra Fria.
Celebro que un investigador de renombre en Francia publique en la argenitna, aunque me parece algo fuerte llamar jacobino al actual manejo de la política.
Nuevamente felicitaciones