Anfibia

El lugar donde se proyectan los sueños: movilización en defensa de la universidad pública

La marcha del 2 de octubre confirmó que la universidad es el gran punto de convergencia democrática a partir del cual es posible pensar un futuro digno para todo el pueblo argentino. Recreando el estilo periodístico de Enrique Raab y Normal Mailer, ocho cronistas anfibios salieron a contar la infinita vitalidad de un movimiento social que, una vez más, tomó la delantera en la lucha por un cambio político estructural.

Por Victoria Gessaghi, Pedro Greco, Sebastián N. Ortega, Ernesto Picco, Alejandra Torrijos, Julieta Greco, Natalia Arenas y Martín Ale

“En México y en Francia en el 68, en Córdoba en el 69, en Chile en 2019 y Bangladesh este año, por mencionar algunos momentos, las universidades hicieron temblar gobiernos. Las marchas no son flores de un solo día. Empiezan en sus semanas previas, florecen y polinizan tiempo después. Sus consecuencias no se pueden anticipar. La marcha federal universitaria se gestó hace dos meses, cuando el segundo cuatrimestre no había comenzado en ninguna universidad nacional. Esa semana, los trabajadores docentes y no docentes hicieron paro. No hubo primer día de clase. Victoria Gessaghi, doctora en Antropología, y sus compañeras de cátedra, enviaron un mensaje a lxs estudiantes: “Adherimos al paro, la situación de la universidad es alarmante, nos encontramos un ratito en un meet para saludarnos y saber que estamos juntxs en defensa de la universidad”.

No faltó nadie:

—Nos tenemos —se dijeron.

Desde ese primer día, la movilización fue un fervor silencioso, un ansia creciente. Los que van no sólo quieren protestar. Van a encontrarse. Prima el abrazo. Se mezclan docentes, alumnos, trabajadores, jubilados. Como en la del 23 de abril, en esta también se reconocen unos con los otros. Lo común vuelve a dibujarse. Para muchísimos, este es un país donde se defiende el valor de lo público. No es así para todos. Como dice el presidente, se supone que también seríamos “básicamente especuladores que quieren comprar barato y vender caro”.

La primera clase que Gessaghi dió, en 2008, fue una suplencia en una materia de primer año. Estaba nerviosísima. Era ayudante ad honorem en Puan. Se sentía tan orgullosa que se lo contó a toda la familia. Durante los siguientes 16 años enseñó en la UBA, UNLAM, UNSAM y la Universidad Nacional de Córdoba, sin parar. Hoy es Jefa de Trabajos Prácticos en FSOC. Ayer, primer día del mes, cobró 208 mil pesos argentinos. Tiene 60 alumnos a cargo y una pila con sus parciales para corregir en el escritorio. Le va a llevar dos días hacerlo. También es investigadora del CONICET. Mañana hace trabajo de campo. Estudia a las elites argentinas, trata de comprender qué es el “bien común” para los sectores más privilegiados de nuestro país y qué responsabilidades y obligaciones sienten que tienen hacia la sociedad argentina.”

La crónica completa, acá.

Nota actualizada el 16 de octubre de 2024

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