En una columna de la sección Educación, el coordinador de la Tecnicatura en Puericultura y Crianza del ICRyM reflexionó sobre el desafío de asumir la crianza, la importancia de la calidad de los vínculos afectivos y la nocividad de los discursos que desprestigian el valor del cuidado de los hijos.
“El desarrollo físico, psicológico y social de un niño depende de la crianza en sus tres primeros años y de la calidad de los vínculos afectivos, los que a su vez estimulan el desarrollo de su cerebro. Esto es función principal de los padres. Estos han tenido poco estímulo para desarrollar actitudes maternas y paternas. Han escuchado que la maternidad arruina el cuerpo, que la lactancia materna esclaviza, que cuidar a los hijos posterga y perjudica carreras laborales, profesionales y vida social. (…) Se les habló muy poco de las satisfacciones que aporta la crianza, y cómo descubrir la función más importante y gratificante que se puede desarrollar en la vida: ser padres y madres”.
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