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“Vivimos un tiempo de desconfianza, dolor y miedo que fortalece dinámicas totalitarias”

La democracia vista como una invención cotidiana, es un régimen intrínsecamente inconcluso que se va construyendo y redefiniendo constantemente. Por eso necesariamente tiene que referirse al desarrollo de un orden institucional que sea plural, conflictivo y abierto en el que diferentes intereses y pasiones están en disputa. El desafío es potenciar al máximo la capacidad de transformar la realidad social.

Juan Fernando Calderón G.*

Foto: Gayatri Malhotra

Vivimos un tiempo global de desconfianza, dolor y miedo que está transformando y limitando la vida cotidiana y la subjetividad de las personas fortaleciendo además dinámicas políticas totalitarias asociadas a un capital financiero escencialmente especulativo. Las crisis terminales tanto del neoliberalismo como del desarrollismo, la crisis del Estado y los enormes límites de un sistema político cada vez más digital, han creado en buena parte de la región situaciones caóticas, pues lo que se acaba no se termina y lo que puede nacer parece congelado. Escenarios de peligros catastróficos e, incluso, de nuevos totalitarismos no están descartados.

¿Cómo sería la reconstrucción política de la democracia, entendiendo que su especificidad radica en la participación inclusiva de lo diverso mediante mecanismos de representación de los miembros de la sociedad en sus instituciones? Si la política se refiere, en su mínima expresión, a la construcción de un orden, la política democrática necesariamente tiene que referirse a la construcción de un orden institucional que sea plural, conflictivo y abierto. La democracia es, como argumentó Claude Lefort, un régimen intrínsecamente inconcluso que se va construyendo y redefiniendo constantemente. Es una invención cotidiana.

La privatización de las decisiones por vía de la imposición de un proyecto de individualismo de mercado cerrado, donde predomine solo el cálculo racional-formal de ventajas económicas para los actores individuales, fragmenta la trama social e incrementa la incertidumbre y la desigualdad entre diferentes, condiciona la crisis e impone una práctica y una lógica amigo-enemigo.

Ante este panorama, cabe recuperar una comprensión de la política como un sistema de expectativas y de reconocimientos recíprocos, donde los procedimientos aparecen no como meramente formales, sino como formas comunicativas que establecen normas de reciprocidad. La disponibilidad de los actores sociales organizados para concurrir a la elaboración de una política de gobierno de la economía que regule el comportamiento de todos los actores sociales tiene que ver con esta modalidad. Y eso sólo se puede concebir promoviendo e intensificando el poder constructivo de la política y, por cierto, dando lugar a una nueva estatalidad.

Me parece que al menos hay tres dimensiones relevantes para pensar una reforma política: en primer lugar, el compromiso nacional tiene que ser visto como un proceso de intercambio entre actores sociales y políticos capaces de movilizar sus identidades; en segundo lugar, deben relegarse o reconvenirse los caminos rupturistas o maximalistas de transformación económica-social o del orden (lo cual implica resolver bien las cuestiones de la representación y la participación) y, por último pero no menos importante, es preciso acentuar los contenidos éticos de la democracia.

Intereses y pasiones –en la terminología de Albert Hirschman– son aspectos constitutivos de la realidad social. Tanto las negociaciones económicas como las políticas (entendidas ambas como manifestaciones de intercambio político) pueden ser ocasión de integración simbólica. Esto no equivale, evidentemente, ni a la anulación de los conflictos ni a la disolución de las identidades sociales y políticas; podría implicar, sí, la reconstitución de esas identidades. El desafío es claro: se trata de potenciar al máximo la capacidad de transformar metas en resultados, es decir, la agencia política de la sociedad y sus sistemas de representación.

*Doctor en Sociología. Profesor y director del programa sobre innovación, desarrollo y multiculturalismo en la UNSAM.

40 años de Democracia y las Humanidades

Esta nota forma parte de una serie de reflexiones impulsadas desde la Escuela de Humanidades con motivo de los 40 años de democracia. 

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Nota actualizada el 13 de noviembre de 2023

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