La nueva casa del Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas de la UNSAM, así como la cuadra de Rodríguez Peña entre Sarmiento y avenida Corrientes, cargan con una larga historia. Un espacio poblado de fantasmas que remite a las logias masónicas, a las sociedades de negros libertos y a las asociaciones obreras de fines del siglo XIX y comienzos del XX, a los antiguos salones de baile, a las salas del teatro nacional y a los viejos cafés de la bohemia porteña que albergaron actores, escritores y periodistas.
Aunque los porteños juzgamos a Buenos Aires tan eterna como el agua y el aire, la Reina del Plata fue unos siglos atrás apenas un fuerte y más tarde una aldea. La calle Rodríguez Peña ni siquiera existía. A fines del siglo XVIII constituía, junto con su continuación Solís, el límite oeste de la antigua Buenos Aires y aún no tenía nombre. En 1808 fue bautizada Somavilla, en honor de uno de los resistentes de las Invasiones Inglesas, siendo apenas un camino de tierra interrumpido por numerosas quintas que se protegían con cercos formados por tunas espinosas. En 1822, bajo la presidencia de Rivadavia, fue trazada y rebautizada Garantías. Solo en 1872 fue mejorada y empedrada, siendo finalmente nombrada Rodríguez Peña en año 1883.
Tres años después de haber estrenado su nuevo nombre, habían levantado allí sus casas, sus talleres y sus negocios diversos artesanos y comerciantes. Según la Gran guía de la ciudad de Buenos Aires de 1886, en la esquina de Rodríguez Peña y Cuyo (la actual Sarmiento) se emplazaba el almacén de los hermanos Juan y Antonio Garibaldi; desde la esquina de enfrente (donde hoy se encuentra el Bar Celta), estaba el almacén de don Antonio Pellegrini. En otra de estas esquinas se encontraba la farmacia y droguería de Genaro Sabatini.
Los habitantes de Rodríguez Peña entre Sarmiento y Corrientes eran en 1886 el sastre Carlos Malje, el escultor Luis Schönenberg, el zapatero Conrado Notaro, el profesor de contabilidad Abelardo López, el zapatero Amadeo Muzzo, el carbonero Domingo Rossi, una jornalera llamada Dolores, el músico Antonio Catáneo y el carnicero Domingo Figuli, entre algunos otros. En una de las esquinas de Rodríguez Peña y Corrientes (todavía angosta) se emplazaba la librería de José Pradera, en otra la zapatería de Francisco Ferrari, en otra la fonda de Julio Bombelli y finalmente en la cuarta esquina estaba el almacén de Gerónimo Capurro.
Las casas de Rodríguez Peña entre Cuyo y Corrientes albergaban también por entonces dos asociaciones civiles típicas de la Buenos Aires decimonónica. Una era la Sociedad de Negros de Mozambique, que presidían Moisés Mazqueroné (escultor en madera), Celestino Tenze (herrero), Malaquío Bianchi (gasista) y Carlos Reale (Pintor). A pocos metros de la misma vereda (Rodríguez Peña 344, según la numeración actual) se encontraba la Sociedad “San Martín”, una asociación de socorros mutuos fundada por la comunidad francesa de Buenos Aires. Había sido inscripta el 11 de noviembre de 1863 como Société de Secours Mutuels et de Bienfaisance San Martín.
El edificio, que todavía se mantiene en pie, fue levantado a fines de la década de 1880 por el arquitecto de origen francés Pierre Conreur. Ofrecía a sus socios servicios médicos y de farmacia, así como una caja de pensiones. A diferencia de otros espacios de sociabilidad de la élite francesa, a fines del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX la Sociedad San Martín fue escenario de innumerables asambleas obreras y masónicas. Por ejemplo, en el año 1890 en su salón celebró sus reuniones la primera Federación Obrera de la Argentina. A comienzos de la década de 1910 se había transformado en el Salón de Tango Rodríguez Peña, donde bailaron Enrique El Oriental y La Parda Loreto. El bandoneonista Vicente Greco le dedicó al salón un tango que se llamó “Rodríguez Peña”. En la década de 1940 el inmueble se transformó en el Teatro de Arte, una sala típica del teatro independiente. Paralelamente, entre 1948 y 1962 funcionó en su subsuelo el mítico Cine Club Buenos Aires. Desde 1981, es la sede del Teatro El Vitral.
A metros de Rodríguez Peña, sobre la calle Cuyo (hoy Sarmiento), estaba el Café Cruz Blanca, donde en diciembre de 1892 se constituyó la primera Agrupación Socialista de Buenos Aires. Para el año 1900 en la esquina de Cuyo y Rodríguez Peña funcionaba una fonda. En la década de 1910 era el almacén de Antonio Lavagnino. Claudio Fernández, un migrante asturiano abrió en esa misma esquina el Celta Bar en 1941 como almacén y despacho de bebidas. En 1950 se convirtió en confitería y en la década de 1990 volvió a abrir como bar y restaurant, y hoy es uno de los “bares notables” de Buenos Aires.
Exactamente enfrente de nuestra sede, en el número 361, se erigía desde 1901 el Palacio Rodríguez Peña, donde funcionaba una mutual, la Sociedad Filantrópica La Argentina. Por eso, el escudo de su fachada muestra dos manos que se estrechan en forma solidaria. Su arquitecto fue Juan Manzini y el decorador que le dio el estilo art nouveau fue Félix Boggio.
Su amplísimo salón se alquilaba también para encuentros de carácter político. El médico Nicolás Repetto dio allí su conferencia “Socialismo y civilización” a comienzos del siglo XX. La Unión Cívica Radical celebró allí algunas de sus agitadas convenciones en las que se doblaba y a veces se rompía. Gracias a su excelente acústica devino en décadas posteriores sala de conciertos filarmónicos, de ópera, de jazz y de tango. Allí se conocieron, en 1913, Carlos Gardel y Francisco Canaro. Medio siglo después, en 1964, velaron allí los restos de Julio Sosa.
A pocos metros del Salón La Argentina está “El mundo del cepillo”. Sobre la puerta de entrada, un cartel advierte: “Desde 1911”. Este negocio de artesanos cepilleros fue inaugurado por un migrante de Europa del Este, don Jaime Ejtman, en Bartolomé Mitre 1717, a metros de Callao. En 1960 se mudó a su ubicación actual, Rodríguez Peña 321. En la actualidad, es atendido por los descendientes de don Jaime.
El edificio lindero al inmueble del CeDInCI, Rodríguez Peña 460, tiene instalaciones comerciales en la planta baja y viviendas en la alta. Allí funcionó durante décadas el Café San Martín, refugio nocturno de la bohemia teatral de la calle Corrientes, antes de su ampliación. Más tarde tuvo allí su sede una empresa de laboratorios químicos. En la década de 1990 funcionó durante un tiempo el restaurant La Gayola, que ofrecía tango en vivo. Después se transformó en el restaurante de tapas Puerta del Sol. Hoy está instalado el restaurant Dios me libre.
En la esquina de Rodríguez Peña y avenida Corrientes (todavía angosta) funcionó durante las primeras décadas del siglo XX el almacén de Bacigalupo y Raffo. En la década de 1940 se había transformado en el Café y Bar de González y González. Hoy se ha emplazado una cafetería Starbucks. Sobre Corrientes, pegada al almacén, se había instalado en 1906 la Librería del Valle. Según la leyenda urbana, don Horacio del Valle, con su infaltable corbata y su humor amargo, llegó a disponer de un stock de medio millón de libros.
El petit hotel de tres plantas de Rodríguez Peña 356 que hoy está en pie y ahora ocupa el CeDInCI fue levantado en 1923 por el ingeniero civil Mario L. Negri, siendo la empresa constructora Crivellari, Negri & Cia. En las décadas de 1920 y 1930 fue el consultorio, la clínica y la vivienda del médico cirujano Luis Fernández Aguirre, especialista en vías urinarias.
Posteriormente fue donado por sus propietarios a la Compañía de Jesús. Desde 1964 se instalaron allí el Instituto de Psicopedagogía y la Facultad de Psicología de la Universidad del Salvador. En la década de 1970 funcionó también en este inmueble el Centro de Educación Familiar dirigido por el sacerdote jesuita Pedro Moyano, siempre dentro del ámbito de la Compañía. A fines del siglo XX y primera década del XXI fue la sede del Centro de la Espiritualidad Ignaciana de la Argentina (CEIA). Rodríguez Peña 356 fue sede de la llamada Casa Provincial de la Compañía, cuando su titular era el entonces arzobispo Jorge Bergoglio.
Entre 2011 y 2015 fue alquilado por el Estado Nacional a la Compañía de Jesús para que funcionase allí el Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino y Latinoamericano Manuel Dorrego, que dirigó Pacho O’Donnell.
En octubre de 2021 fue adquirido por la Fundación Friedrich Ebert (FES) de Berlín, por mediación de su sede argentina, siendo entregado al CeDInCI para su funcionamiento. El inmueble se encuentra en un proceso de refacción que buscó introducir las reformas sobre accesibilidad y seguridad que exige la normativa vigente (escalera de emergencia, baños para personas con discapacidad, etc.) sin alterar su estructura ni su identidad. Reparando molduras dañadas, reponiendo con piezas de época mosaicos calcáreos cuarteados, puliendo el parquet y recuperando la belleza del frente mediante un hidrolavado, aspiramos a resguardar la memoria y la identidad de un sitio con historia.