#EcosDeLaPandemia, CUSAM, home
Yésica Morales estudia Sociología en el CUSAM, la sede de la UNSAM que funciona en la Unidad Penal 48 de José León Suárez. Además, trabaja en la Escuela Secundaria Técnica de la Universidad y en el Bachillerato Popular La Esperanza. En este texto, cuenta cómo se vive la cuarentena en muchos barrios cercanos al Campus.
La música suena fuerte. Se escucha Karicia, Los Ángeles Azules y, más allá, Lescano. La soledad aterra a todxs, porque ¿quién quiere estar solx, realmente?
Así que acá me ves, queriendo laburar, cuidar-me y pensando en positivo cómo vamos a poder crecer. Y no hablo de cumpleaños y de soplar velitas, ni tampoco de fiestas con mucho lujo, sino de ese fueguito que te mantiene viva.
Y ahí está el vecino que compra banda de asado, la doña que pasa con barbijo y con un pack de cervezas Quilmes, la pendeja llena de mocos en los brazos de esa piba que no sabe si sonreír o dejarse correr, el flaco con banda de pañales en bolsas de nylon que explotan, que no dan más. Supongo que viene de una gomería porque tiene el pantalón todo engrasado y la cara también, y unas gotas de transpiración que le chorrean despacio. Como si fuera poco, las filas de personas en la puerta del supermercado chino, los precios que aumentan y la doña que cuenta bien el vuelto en la pollería de la esquina, no vaya a ser cosa que la quieran cagar.
El barrio es el barrio y tiene sus códigos, nadie tiene miedo porque ya pasaron tantas que no hay más a qué temerle. Por eso mejor que el vecino se coma el asado, la doña se tome unas birras, la piba con la mocosa que compre lo que necesite y el flaco ese que le lleve pañales a su guriso, para que después no le falte qué ponerle.
Lxs pobres siempre somos más fuertes, siempre sabemos cómo arreglarnos y tratar de seguir a contraluz. Porque la sangre no es roja ni azul, es un poco marrón por la tierra, otro poco por la basura, y todo lo demás se lo dejamos al Uvita Fiesta y el Termidor.
La vida sigue girando y el viento se lleva los virus, los gérmenes y todos esos temas de cumbia para que lleguen bien lejos, y todo esto tiene tanto de moraleja: ¿es mejor estar bien informado o no saber?
Mucha gente está tranquila y disfruta del franco pago que el patrón le dijo que podía tener, y nunca hablan de capitalismo ni del puto neoliberalismo que llevó al mundo a ser lo que es. Y están esxs que quedan mucho más al costado, para lxs que no vienen ningunos renglones de cosas lindas que terminan en un abrazo: lxs que no saben a quién reclamar quedan totalmente olvidadxs. Se mueven en un limbo entre prosperidad y fracaso, porque aunque quieran ir para delante, el contexto les marca siempre que están limitadxs. Siempre buscando a algún dios que lxs sane.
Hoy quisiera volver a Sarmiento, porque aunque es lindo vivir sola en Libertador, la sangre tira banda. Es un poco como el miedo del 2001, cuando no entendía nada pero sabía que en nuestro barrio íbamos a bancar la parada con don Tito, el vecino de enfrente, y el fierro que tenía para esos momentos. Quisiera, como en esos tiempos, poder esconderme atrás de mi vieja y pedirle que no me suelte, como cada vez que escuchaba un ruido y me daba miedo de lo que fuera a pasar.
Pienso en lxs que violaron la cuarentena, en si son conscientes de que lastimaron a otrxs, de que hay gente que muere y que otros por acá andamos siempre tratando de resolver.
Ni siquiera lxs presxs quieren que su familia vaya a visitarlos, piensan en la salud de lxs que aman y de todxs lxs que acompañan en este momento a la distancia. Como dijo una piba del penal: no tengo miedo de lo que me pase a mí, ¡pero pensá en mi vieja!
Afuera vuelve a soplar el viento, la cumbia ya paró un poco, sabés que queda mucho por hacer pero también sabés que estás en el lugar donde tenés que estar. Al fin y al cabo ¿quién es el otrx y quién es nosotrxs? Esta Corona puede tener respuestas.
leerte es una manera constante de reafirmar las convicciones, la salida siempre fue y será colectiva