#EcosDeLaPandemia, Escuela de Política y Gobierno
El docente e investigador de la Escuela de Política y Gobierno analiza la gestión de la crisis del coronavirus en países latinoamericanos y señala un contrapunto entre los estados que basan sus posturas en la ciencia y los negacionistas o menos iluministas.
¿Cómo ves las reacciones de los Estados Latinoamericanos en relación a la pandemia? Por ejemplo, Bolsonaro y López Obrador relativizan la cuarentena mientras que Argentina tomó medidas drásticas. ¿Cómo pueden explicarse estas diferencias para abordar un mismo problema?
Las diferentes reacciones tienen que ver con dos factores principales. Primero, con la forma de concebir la ciencia por parte de algunos gobiernos. Bolsonaro es bastante claro que tiene una visión negacionista del cambio climático, negacionista también respecto los informes de la OMS sobre el coronavirus. Tiene que ver con esa visión del mundo anticientífica, una especie de revolución conservadora antitecnócrata y amparada en cuestiones metafísicas con la fuerte presencia de Dios. En el caso de López Obrador, esta idea no es tan profunda como en Bolsonaro, pero tiene algo de ese componente más místico porque su gobierno tiene mucho apoyo del sector evangélico y ha tenido controversias con los científicos en México. Yo lo inscribiría en una visión menos iluminista, menos cientificista de algunas problemáticas nacionales y globales.
Por otro lado hay una cuestión económica. Bolsonaro está respondiendo a presiones económicas de agentes financieros que no quieren que la economía se detenga porque implicaría muchas pérdidas. En el caso de López Obrador no creo que responda a los grandes capitales pero sí tal vez con no frenar al sector más informal de la economía mexicana, que es una parte muy importante de la población, en un país con más de 100 millones de habitantes.
En el resto de los países me parece que hay una visión más/menos cercana a la idea de mantener la cuarentena. En Chile no hay una cuarentena total pero sí hay estado de sitio y militares en la calle. Con mayores o menores matices están más en la postura de que la mejor forma de afrontar el coronavirus es con el aislamiento social obligatorio.
¿Cuáles son las consecuencias económicas y sociales que creés que esta situación puede traer en la región?
Las consecuencias dependerán de cuántos afectados y cuántos muertos haya cuanto esto finalmente se termine. Es una variable que todavía no tenemos y va a ser determinante. En comparación con lo que está pasando en Europa y Asia, todavía no pasó de una expansión del virus en países en desarrollo. Con lo cual ahí hay una incógnita preocupante. Si todo indica que el virus va a tener un nivel de expansión como en Asia, países como Brasil o México van a quedar muy afectados sanitaria, social y económicamente. Y no descartaría que esto pudiera generar, incluso en Argentina, olas de descontento popular con revueltas y aumento de la violencia social, porque aunque se logre frenar la crisis sanitaria con una cifra de muertos que no llegue a ser abrumadora, las consecuencias económicas serán muy duras. El escenario futuro es muy delicado desde lo económico, con mayor descontento social, y creo que va a haber estados que van a apelar fuertemente a la represión en gobiernos con muy poca legitimidad como los de Chile, Brasil y Bolivia.
Se percibe en la Argentina un incremento en la confianza hacia un Estado fuerte, ¿considerás que esta pandemia puede poner afectar la confianza social en la doctrina del libre mercado y en las democracias liberales?
Yo soy bastante escéptico en este punto. Me parece que la revalorización del Estado puede ir más por el lado de lo represivo y lo policial, con esta idea de refrendar la autoridad fuerte, que por el lado del estado de bienestar, la seguridad social, la inversión en salud y regular más la economía. No la veo en esos términos por lo menos en América Latina. Tal vez en Europa haya un debate más profundo por las situaciones de crisis que ya se vienen dando, pero no veo esa tendencia en América Latina.