La nueva directora del Centro Universitario San Martín habla sobre este espacio de formación único en la región, sobre los desafíos de su nuevo rol y sobre los objetivos y proyectos que espera concretar durante su gestión. “Nos encontramos con estudiantes con ganas, que abrazan muy fuerte la experiencia, y con un equipo de docentes y no docentes que tienen puesta la camiseta del CUSAM. Eso es muy importante y muy potente”.
Gisela Bustos es abogada especializada en fábricas recuperadas. Participa en sus gestas desde hace más de veinte años, primero como vecina solidaria y luego como especialista legal. Por ejemplo, se sumó desde su surgimiento a la Cooperativa 19 de Diciembre, conformada por trabajadorxs de una empresa metalúrgica del barrio de Villa Ballester, recuperada el 19 de diciembre de 2002. Desde entonces, trabaja como abogada de otras empresas recuperadas y milita en el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER).
Durante la pandemia logró terminar un Doctorado en Ciencias Jurídicas, en el que justamente profundizó sobre las experiencias de empresas recuperadas, y de cuya tesis surgió el libro Empresas recuperadas en Argentina. Ocupar, resistir y producir derechos (Ediciones Ciccus). Además, entre 2019 y 2023, fue la Directora de Fomento y Evaluación de Proyectos del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES).
A principios de este año, las autoridades de la UNSAM le propusieron a Bustos asumir la dirección del Centro Universitario San Martín (CUSAM), dada su amplia experiencia en el territorio con organizaciones de base así como en la docencia —desde 2017 es parte del equipo docente de la materia Territorio Educativo, que se dicta en el CUSAM y en el campus de la UNSAM—.
¿Qué herramientas te aporta o cómo se relaciona tu experiencia en fábricas recuperadas con el nuevo rol que asumiste en el CUSAM en julio de este año?
Son situaciones similares en el sentido de que son experiencias colectivas que atraviesan todo el territorio y tienen un diálogo con instituciones formales, en este caso, con la Universidad. Como dijo una estudiante en una clase pública de la materia Territorio Educativo, el lema de las empresas recuperadas es ocupar, resistir y producir, y ese lema se aplica al CUSAM en todos los sentidos, incluso en ese orden.
Además, el CUSAM también tiene vínculos con empresas recuperadas y cooperativas.
Sí, cada encuentro que hacemos entre compañeros de empresas recuperadas y estudiantes del CUSAM tiene mucha potencia. Y también hay una presencia permanente de las empresas recuperadas dentro del CUSAM y en el territorio en general. Esto de tomarse de la mano y tratar de avanzar de conjunto también es muy enriquecedor: el intercambio continuo y el aprendizaje compartido entre estudiantes y docentes son lecciones de vida. Creo que hay una relación muy fuerte y parto de esa base y con este recorrido, que aplico todo el tiempo en la vida cotidiana y ahora, en particular, en la experiencia con el CUSAM.
¿Con qué desafíos te encontraste como directora del Centro?
Nos encontramos con un centro universitario parido y soñado por el territorio, y en diálogo con la Universidad, y esto no es menor. Dieciséis años después de su fundación, eso se ve todos los días en sus lógicas y prácticas, y por eso el CUSAM tiene características tan particulares, como el vínculo tan fuerte con el área geográfica Reconquista, que es el territorio educativo que la Universidad reconoció y abrazó, y el hecho de que en las aulas se sienten estudiantes que vienen de experiencias distintas, de un lado y del otro del muro. Nos encontramos también con estudiantes con ganas, que abrazan muy fuerte la experiencia, y con un equipo de docentes y no docentes que tienen puesta la camiseta del CUSAM. Eso es muy importante y muy potente.
¿Cuál es el aporte principal de esa impronta tan particular del CUSAM, que hace confluir en las aulas a internos e internas y a trabajadores y trabajadoras del penal?
Es un factor cualitativo que hasta el mismo servicio penitenciario pone en valor. La universidad no es una factoría de certificaciones o de títulos, que son importantísimos, pero no somos una factoría de eso, sino de otras cosas: de espíritu crítico, de ciudadanxs comprometidxs, de transformación de trayectorias y destinos. El muro es circunstancial, la reja es circunstancial, y cuando eso se pone en palabras de los propios estudiantes, que dejan su uniforme del otro lado para venir a cursar, y de la persona privada de la libertad, que está haciendo el trabajo práctico con ese mismo que hace un rato estaba del otro lado de la reja, está todo dicho.
Las mismas personas privadas de su libertad que participaron de la creación de este espacio fueron quienes además decidieron que las aulas fueran compartidas. ¿Cómo fue ese proceso?
Sí, los estudiantes hicieron posible el centro universitario. Había una trayectoria de alfabetización, una biblioteca y circulación de libros, y en un momento dado, los propios internos mandaron una carta a la UNSAM pidiendo que se abriera un centro universitario. En tanto institución formal, la Universidad es un gran pilar para nosotros. Muchas veces ha sido la única entidad con la que podíamos contar.
¿Cuáles son tus objetivos y que impronta le querés dar al CUSAM?
Me parece importantísimo apostar fuerte por este tipo de experiencias emergentes poniendo en valor su recorrido histórico. Entender de dónde venimos para saber por qué llegamos a dónde llegamos y pensar cuáles son los objetivos estratégicos a futuro. Queremos fortalecer la experiencia dando cuenta de que esto también es la universidad pública, que permite el acceso a la educación, pero también a la seguridad, la justicia, la libertad, el trabajo y la salud. Es un decálogo de derechos, y cuando hablamos de ellos, hablamos del CUSAM.
En estos 16 años, el CUSAM creció mucho. Junto con ese desarrollo, ¿aparecieron también nuevas problemáticas?
Sí, y bienvenidas sean esas nuevas problemáticas al calor del crecimiento. Sigamos por ese camino y profundicemos en el acceso a la educación como alternativa para transformar el trayecto personal individual, pero también el colectivo y social. Hay estudiantes que pasaron por nuestras aulas y volvieron al territorio para generar nuevos espacios de acceso a derechos para los pibes de su barrio y para sus compañeros y sus vecinos, como abrir un merendero, un jardín o una biblioteca. Hay mucho para decir y hay mucho para hacer en ese sentido, y para mí es fundamental fortalecer la experiencia universitaria.
En relación a lxs estudiantes que vuelven al territorio, una de las problemáticas que suelen encontrar es la dificultad para reinsertarse en el mundo laboral.
Absolutamente. En ese sentido, tengo una obsesión por ver cómo unir el CUSAM postencierro con el universo de empresas recuperadas que tenemos en nuestro distrito. Somos conscientes de que nuestros estudiantes estudian carreras de grado, más allá de los talleres de oficios, y en esos casos nuestro objetivo es que puedan ejercer su licenciatura y seguir una trayectoria de investigación en lo académico. Por otro lado, estoy segura de que en nuestro universo de empresas recuperadas también pueden aportar mucho, tanto quienes hicieron alguna formación en oficios como quienes salen con una formación académica.
Cambiando de tema, es paradójico que en estos dieciséis años de vida del CUSAM, en un ámbito mayoritariamente masculino, haya habido un único director varón y el resto hayan sido colegas mujeres. ¿Cómo es ocupar este rol?
Sí, tenemos esa contradicción. Hoy, el desafío que se nos presenta es con nuestras compañeras, no solamente para las peleas que tenemos que dar hacia afuera para avanzar en nuestros derechos, sino también en las discusiones que tenemos que dar hacia adentro, para ver cuáles son los derechos por los cuales tenemos que salir a pelear y cómo hacerlo, y no porque no lo sepamos sino porque no estamos acostumbradas a ponerlos en discusión, a abordar esas discusiones de manera consciente y colectiva. En ese sentido, creo que el gran el gran desafío es fortalecer nuestra identidad, nuestra subjetividad y nuestro decálogo de reivindicaciones y acciones.
¿Por ejemplo?
La situación de las mujeres es paradigmática, hay una cosa que se llama progresividad de la pena. A una persona privada de su libertad, con el correr del tiempo y a medida que va acercándose a recuperar la libertad ambulatoria, se le reduce la cuestión asegurativa para que vaya entrando en contacto con la sociedad a la que deberá reintegrarse. Primero hay un sistema de alojamiento en pabellones, pero después se pasa a lo que se llama casitas, que es el régimen abierto. Las mujeres que estudian en el CUSAM, entre otras cosas, no tienen acceso al régimen de las casitas porque están alojadas en un anexo que originalmente era masculino. Entonces, cuando ya tienen derecho a acceder a ese régimen de medidas asegurativas menguadas, con una cosa de progresividad, se ven en la contradicción de aceptar y cambiar de unidad para irse a una femenina, que cuente con un régimen de casitas, y perder la trayectoria educativa y el contacto con la familia. Entonces, lo que pasa en muchos casos es que deciden no irse y no acceder a ese derecho en pos de priorizar el contacto con la familia y su trayectoria educativa.
¿Querés hacer alguna reflexión final?
Sí, destacar que el CUSAM es una propuesta sumamente superadora en relación al rol de la universidad pública en el territorio, ya que es un dispositivo que permite el acceso a la educación, pero a la educación en tanto derecho humano, individual y social, que no solo permite reconstruir un tejido social muy dañado, sino también funcionar como puente hacia otro universo de derechos.
Hitos del CUSAM
Luego de que Bustos asumiera como nueva directora del CUSAM, la actividad académica y social que realiza el centro fue declarada de interés legislativo por la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. Estas son algunas de sus cualidades distintivas:
+ Por las carreras de grado del CUSAM ya pasaron 120 estudiantes, hubo 2 egresadxs y 14 ingresantes terminaron sus cursos de ingreso (CPU) para iniciar las carreras en 2025. Además, hubo 40 diplomadxs de 2 Diplomaturas, y 300 estudiantes cursaron alguno de sus más de 20 talleres. Entre ellos, 27 estudiantes recuperaron su libertad ambulatoria; todxs mantienen el vínculo con la universidad y algunos, incluso, proyectan seguir estudiando en la UNSAM, como René Segovia.
+ Las actividades educativas del CUSAM se desarrollan en articulación con la Escuela Interdisciplinaria de Alto Estudios Sociales (EIDAES), la Escuela de Humanidades (EH), la Escuela de Arte y Patrimonio (EAyP), la Escuela de Ciencia y Tecnología (ECyT) y la Escuela de Hábitat y Sostenibilidad (EHyS).
+ Estas actividades impactan en un tercio de la población privada de su libertad en el Complejo Penitenciario de José León Suárez (que ronda entre 1.000 y 3.000 personas) aunque, como la cursada es compartida con trabajadorxs del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), su impacto es aún mayor: personal jerárquico del SPB y trabajadorxs del área de informática participaron en diplomaturas y talleres. Además, estudiantes de la UNSAM hacen trabajos, tesis y tesinas sobre esta experiencia educativa.
+ Lxs estudiantes del CUSAM participaron con ponencias en el Primer Congreso de Educación organizado por la Municipalidad de San Martín, aunque no pudieron asistir personalmente por cuestiones logísticas del SPB. También formaron parte del XI Encuentro de la Red de Estudiantes Universitarios en Contextos de Encierro, que se llevó acabo en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ).
+ Este año se realizó el IV Encuentro Nacional entre Magistrados y Detenidos en el CUSAM, del que participaron jueces y juezas, defensorxs e integrantes del Poder Judicial, Legislativo y Ejecutivo de la Provincia de Buenos Aires. Además, hubo reuniones de trabajo con integrantes del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires para fortalecer vínculos y experiencias con el eje puesto en las problemáticas particulares de las mujeres que viven y estudian en contextos de encierro.
+ Durante este año también se profundizó la articulación con diversas entidades e instituciones, como la Fundación Espartanos, la Empresa Distribuidora de Energía Norte (EDEN), el Patronato de Liberadxs, Programa ATAJO, el Municipio de San Martín, Moksha, El Arte de Vivir, ARDA y cooperativas y empresas recuperadas (como Nova Piazza y Las Casitas).