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¿En dónde se apoya una universidad del conurbano? ¿Cómo y con qué elabora conocimientos? ¿Qué formas asume cuando se aleja de lo que sabe y pasa a la acción como cuerpo colectivo? Estas preguntas y muchas otras definen el andar de Aula Territorial, un proyecto que surge de la retroalimentación constante entre el territorio y la UNSAM, y que elabora un pensamiento situado para fortalecer las redes de contención de nuestra comunidad.
Una universidad dada vuelta, reciclada, ¿puede serpentear las curvas del territorio articulando sus ciclos lectivos con otras dinámicas económicas, sociales, políticas? Aula Territorial (AT) es un programa de formación, investigación y producción impulsado por la Subsecretaría de Desarrollo Territorial de la UNSAM que activa propuestas de manera transversal con los más de 16 proyectos del Territorio Educativo y las distintas Escuelas de la Universidad.
El espacio recupera aquello que moviliza el deseo genuino de aprender, algo que suele ser una posición incómoda para una institución universitaria: admitir que no se sabe todo y que es posible —y deseable— recomponerse con lo que hay afuera. AT es esa universidad sacada, que tiene la fuerza para estar fuera de sí misma, en el barrio, en la cárcel, en el laboratorio, en el escenario. Un espacio que se deja afectar para formar(se) con la comunidad, porque entiende a la Universidad como una mezcla virtuosa que busca pegar lo que está separado. “Podemos decir que ahí donde el aula presencial no puede contener —y deja afuera—, donde el aula virtual no conecta —y queda encerrada—, se abre un aula territorial”, dice Marcos Perearnau, director del programa, que funciona como medio o entre expandido para articular saberes y actores en diversos soportes.
Durante 2024, desde AT y múltiples espacios de la Universidad y el territorio se materializaron distintos proyectos impulsados por Virginia Giannoni, integrante del programa. En conjunto con el Centro Universitario de San Martín (CUSAM) y la Cooperativa Las Casitas se creó Sin Berretines, una varieté con propuestas artísticas que reunió a la comunidad con estudiantes egresadxs del CUSAM. Por otro lado, tuvo lugar la actividad “El castigo no educa, el conflicto enseña” en el marco del cierre de año de la escuela del colectivo Yo No Fui, una experiencia formativa integral que reúne propuestas artísticas, formación política y oficios. A este programa público de conversaciones y acciones se sumaron la presentación del libro Acompañar es político, de Florencia Montes Páez, de la mano de la organización No tan Distintes, y activaciones conurbanas a partir del libro Lo mal visto, de Sebastián Russo Bautista.
En cuanto a la investigación, Aula Territorial hoy trabaja en un proyecto de pedagogías del territorio en conjunto con el Área de Formación Docente de la Secretaría General Académica (SGA), la Escuela Secundaria Técnica (EST), el Jardín de La Montaña, la Biblioteca Popular La Carcova, La Colmenita, bachilleratos populares y espacios educativos de San Martín.
Además, en articulación con Investigaciones del Futuro (IF), se encuentra desarrollando una propuesta arquitectónica para su propio espacio, con una sesión pública en el marco del Campamento Temporario que IF organiza todos los años. A su vez, planea llevar adelante un trabajo articulado con fábricas, empresas y cooperativas de San Martín, con el objetivo de trazar un mapa productivo que incluya sus narrativas.
Sumado a la continuidad de algunos de los proyectos mencionados, Aula Territorial lanzará la Diplomatura en Articulación Territorial, radicada en la Escuela IDAES, que se dictará en el primer cuatrimestre de 2025 y tiene como antecedente la materia Territorio Educativo. Su propósito es situar y acompañar la formación de articuladores territoriales –que actualmente trabajen o deseen desempeñarse como docentes, talleristas, promotores de salud, coordinadores socioeducativos, referentxs comunitarios, trabajadores de agencias estatales, miembros de fundaciones y ONG, activistas ambientales etc.— capaces de crear tejido social y sensible. Para ello, se partirá de la elaboración de las múltiples experiencias en territorio pertenecientes al Área Reconquista que hoy están en articulación con la UNSAM.
Cuando se trabaja en el territorio, el agente capaz de percibir y sentir aquello que sucede es el propio cuerpo. A través de un entrenamiento de los sentidos que partirá de los modos en que el cuerpo es afectado por el afuera, la nueva diplomatura propondrá experiencias y visitas a distintos proyectos que son parte del Territorio Educativo. Porque el territorio es una fuente viva y valiosísima de experiencias de organización comunitarias, en cuyas historias están las marcas y las huellas de los conflictos atravesados y los dispositivos diseñados para procesarlos.
A diferencia de las formaciones disciplinares, cuyas especializaciones separan los saberes, en esta Diplomatura se ejercitará la colaboración, la concurrencia y la integración de distintos conocimientos para el diseño de acciones e intervenciones en el rompecabezas social que es el territorio. La propuesta, que tendrá una duración cuatrimestral, estará sostenida por un equipo interdisciplinario centrado en una metodología participativa.
Hay un saber que está afuera
En el territorio las materias se mezclan y todo ocurre a la vez, a todo ritmo, desbordando los límites. El Aula Territorial busca articular las partes, los saberes y los actores que las disciplinas separaron para adherir las fisuras con mezcla fresca. Su ritmo atiende el ciclo lectivo en concurrencia con los ciclos económicos, sociales, históricos y ambientales. Su andar no es lineal, adopta las curvas del territorio para encontrarle la vuelta.
Hay un saber que está afuera, al que se accede cuando se suspende lo sabido y se escuchan las voces y memorias territoriales. Su experiencia se transmite con y sin libros, cuando pasan por el cuerpo las tensiones y contradicciones del entramado comunitario.
El libro de la universidad está abierto. Apoya su lomo en las curvas del suelo. Se ha quebrado la columna ante la resistencia de lo que no logra entender. Deja que el afuera escriba en las fibras del papel lo que el territorio sabe y sueña. Hay conocimiento vivo.