Dirección de Género y Diversidad Sexual, Sin categoría
En el marco de la 32° Marcha del Orgullo en Argentina entrevistamos a la antropóloga Victoria Sanguinetti (EIDAES-UNSAM), a partir de su tesis de grado “Militancia en nuestros propios términos: una etnografía sobre arte, género y performance en el mundo drag-queen en CABA”
Cada año, desde múltiples puntos del país, la comunidad LGBTIQ+ sale a las calles demostrando que el reclamo por nuestros derechos puede ir de la mano de la celebración y la fiesta. Para esta edición la consigna principal es “Ni un ajuste más, ni un derecho menos ¡Ley Antidiscriminatoria, Ley Integral Trans Ya! ¡Frenemos a les Antiderechos!”. Contra las lógicas esencialistas, la Marcha del Orgullo nos recuerda el valor político de nuestras identidades. Contra el individualismo feroz y una historia de persecución y silenciamiento, nos invita a la organización colectiva, la transversalización de las luchas y el orgullo de ser visibles.
Palpitando esta fecha, conversamos con Victoria Sanguineti, licenciada en Antropología Social y Cultural (EIDAES-UNSAM), transfeminista y co-creadora del proyecto “La Cocina de la Investigación”. Para su tesina de grado Victoria llevó a cabo una investigación titulada “Militancia en nuestros propios términos: una etnografía sobre arte, género y performance en el mundo drag-queen en CABA”. En esta entrevista indagamos sobre aquel proceso y también profundizamos en torno a los significados de militancia, memoria y visibilidad desde la perspectiva de sus interlocutoras de campo, las dragas de la escena under porteña.
Esta entrevista se enmarca en las prácticas profesionales que realizó Mar Anunziato, en la Dirección de Género y Diversidad Sexual de la Secretaría General Académica. Mar es estudiante de la licenciatura en antropología (EIDAES-UNSAM).
Equipo: ¿Por qué elegiste este tema de investigación? Y ¿Cómo hiciste pare investigarlo?
Victoria: El tema de investigación llegó a mí muy de pronto, casi sin esperarlo. Un día me crucé en Netflix con el reality show “RuPaul’s Drag Race” que es una carrera de reinas, de drag queens. Es como una competencia de modelos, pero en versión drag conducida por Ru Paul, una referente norteamericana del drag y creadora del programa. Semana a semana lxs participantes compiten en diversos desafíos artísticos siendo eliminadxs hasta que una drag queen es coronada. El programa tiene un componente muy cómico, muy histriónico y artístico en toda su producción. A mí me llamó la atención que no conocía nada de esto, de ese mundo y de lo que implicaba el arte drag. Me empezó a picar como un bichito que decía “esto lo podría investigar para la tesis” o “podría acercarme a estas temáticas”. Ya en ese momento estaba estudiando Antropología en esta Universidad, y fue un tema con el que me mantuve casi toda la carrera diciendo “yo quiero estudiar esto”. Me interesaba sobre todo por esta idea de inversión de género que se proponía de varones que se transformaban en mujeres. Había un componente de maquillaje, de prótesis, toda una preparación del cuerpo y una puesta en escena —muy efímera— que llamaba mucho mi atención. Yo venía con muchos de esos preconceptos o esas ideas de lo que era una drag. Y con esas ideas empecé a cursar los talleres de escritura de tesis.
Aunque es difícil señalar un origen unívoco, distintas fuentes afirman que término drag se remonta a la época victoriana, momento en el cual las mujeres tenían prohibido —entre muchas otras cosas— participar del teatro. Por tal motivo, “hombres vestidos de mujeres” (en inglés, Dressed Ressembling A Girl) actuaban los papeles femeninos. Con el correr del tiempo el drag adoptó una forma explícitamente histriónica y muchas veces cuestionadora de las representaciones del género. También pasó a formar parte de un circuito disidente y subterráneo del entretenimiento, especial pero no únicamente por su vinculación con el mundo homosexual. La incorporación del vocablo queen suele atribuirse a esta íntima conexión: de hecho, muchxs afirman que la primera piedra en los disturbios de Stonewall —aquel evento que desembocó en la 1° Marcha del Orgullo en EUA— fue tirada por una drag queen, Marsha P. Johnson. En la actualidad, el arte drag es un fenómeno en expansión internacional que incluye múltiples formas de expresión de género y performance artística. Solo para dar una dimensión de su magnitud, el programa de concursos Rupaul’s Drag Race lleva al aire catorce años ininterrumpidos, ha lanzado a la fama internacional a cientos de drag queens y exportado su franquicia a quince países.
Victoria: Llegó, entonces, el momento de arrancar el trabajo de campo y esto vino acompañado con la pregunta “¿Y dónde voy a hacer campo? Si donde hay casi no conozco de esto, solo lo vi por la tele ¿Dónde existe acá en Buenos Aires? ¿Existe acá en Buenos Aires?” Yo era muy ajena a todo este mundo. Pero cuando compartí mi interés de trabajar con drag queens en un taller de tesis, una compañera me mencionó que ella había ido a un evento en un café-bar en CABA en donde había estado una drag hosteando, es decir, haciendo de anfitriona. Como le había parecido una persona especialmente dulce y cálida, consideró que ella podía ser una persona piola para hacer mi primer acercamiento al campo. Y así fue, muy a cara de perro no dudé de ir a ese lugar. Llevé a una amiga con la excusa de cenar juntas y de paso disfrutar la presentación. Cuando finalizó me acerqué a la drag, la saludé y felicité por su perfo. Acto seguido, le comenté encogiéndome de hombros “bueno, yo estudio antropología… Me interesa mucho lo que hacés. Quisiera conocer más, quizás poder entrevistarte o charlar con vos en alguna oportunidad”. Ella muy segura me dijo que sí, que se re copaba. Toda esa interacción sucedió muy rápido. Pude, entonces, entrar al campo muy de a poquito charlando con ella. Con el pasar de los meses y el construir confianza me presentó a otras dragas con quienes hacían una presentación de teatro en otro espacio por la zona de Palermo. Yo me enamoré de ese lugar, Feliza. Me parecía todo increíble. No podía creer todo lo que sucedía en la noche, una noche que yo de chica nunca había transitado. Siempre había sido muy ajena a todo el mundo de la noche, de las presentaciones y el mundo LGBT. Quedé fascinada.
El término dragas utilizado por Victoria y sus interlocutoras de campo surge de una castellanización (y generización) del anglicismo drag. Otros términos originalmente en inglés también han pasado por este proceso cuando fueron incorporados a la escena local. Dos de los que aparecen en esta nota son: el verbo hostear —derivado del sustantivo host, que significa anfitrión o anfitriona— y la palabra perfo —diminutivo de performance—.
Equipo: ¿Qué fue lo que te fascinó de ese espacio y la “noche LGBT”?
Victoria: Sobre todo un componente de alegría y fiesta. Eso imperaba todos los días: todas las noches era una fiesta. Presencié varias veces una presentación de teatro que era una mezcla de una tragedia griega y una película documental de los noventa, con una reversión a partir de componentes de las dragas. Esta era una escena de teatro under —N. de la R: por fuera del circuito comercial— que sucedía todas la todas las semanas desde hacía ya muchos años. A mí me fascinaba mucho su corporalidad, su puesta en escena, toda la diversidad dentro del grupo. No todas las dragas eran iguales y eso también empezó a surgir como una pregunta para la tesis en aquel momento. Muchas inquietudes en torno a darme cuenta de que no era lo mismo este drag argentino o porteño que yo estaba viendo en comparación con un reality show de Estados Unidos. Se podría decir que era lo mismo, pero de una forma completamente diferente. Comunicaban lo mismo, todo un activismo atravesado por el cuerpo y esa puesta en escena también. Yo creo que todo el mundo de la noche, de alguna u otra forma te enamora o te atrapa y te invita a estar también. Eso sentí mucho en Feliza, que era un espacio que te invitaba a estar, te invitaba a compartir, te invita a rodearte de gente que ha sufrido mucho, que sufre mucho y ahora tiene un espacio de contención. Uno piensa que no existen y piensa que está solo. Pero nada de eso. Todo ahí es un disfrute. Eso me parecía sorprendente. Pensándolo desde mi propia trayectoria como mujer hetero cis, habiendo atravesado la noche a partir todo el machismo que impera dentro de los boliches cuando de pronto voy a un lugar como Feliza y todos están en la suya, felices. ¿Eso del manoseo, la cosificación de la mujer? Bueno, en Feliza eso no se tolera. Y en varios espacios y fiestas destinadas a la comunidad LGBT muchas de esas cosas no pasan. Esto me pareció muy nuevo, me gusta y celebro que estos espacios existan. Son espacios de encuentro amorosos, amigables. Nadie está para prejuzgar a nadie ahí. Todo se potencia. Cada abrazo, cada sonrisa, cada charla.
Equipo: ¿Cuáles son las principales preguntas que desarrollaste en esta investigación?
Victoria: Había comenzado teniendo preguntas como “¿Qué significa ser drag queen? ¿Es una persona distinta de su cotidiano? ¿Es un personaje que se crea? ¿Es una inversión de género?” Me llamaba la atención que por ese momento circulaba la idea de que eran hombres que se transforman en mujeres. Esas fueron las preguntas que me dispararon la curiosidad. Obviamente al trabajar este tema para mi tesis, conforme fui haciendo el trabajo de campo y charlando con las dragas, aquella idea inicial se fue transformando. De a poco empecé a comprender muchas cosas que estaba dejando por fuera y comencé a entender qué significaba las preguntas que me estaba haciendo. Intenté verlo desde otro lado también, esa es también la importancia de poder escuchar a les otres. Las preguntas que guían mi investigación surgen de pensar el arte drag en general como un gran paraguas de las cuales son las drag queens son una de sus múltiples formas o ramas. Durante el trabajo de campo muchas veces hacer drag venía de la mano de la idea de “jugar con”. ¿Qué significa ese juego? ¿Qué significa transformarse? No solo transformarse en términos de la creación de un personaje sino también cómo eso convive con une 24/7. No es algo que se separa, sino que también es algo que es parte de uno. También durante la investigación salió otra pregunta “¿Quiénes pueden ser o hacer drag? ¿Quiénes no?” Después te vas dando cuenta que en realidad es algo que todo el mundo puede hacer y sería necesario que todo el mundo lo haga, porque también te invita a transgredir distintas normas o reglas que nos han sido impuestas a lo largo de la historia, como la vestimenta o las formas de ser. En un sentido amplio pienso esta idea de transgredir normas. Y el drag es algo que lo permite. También genera una empatía con les otres. Nos permite cuestionar nuestras propias prácticas y, cuando lo hacemos con otres, todo se potencia.
Equipo: El título de tu tesis nombra a la militancia y la idea de una “militancia en los propios términos” de las dragas con quienes trabajaste ¿Podrías contarnos qué significa esa idea?
Victoria: Eso es algo muy lindo que surgió también dentro del trabajo de campo al pensar posibles líneas de análisis. Algo que surgía repetidamente en las presentaciones de las dragas, particularmente de esta presentación del show teatral es que siempre que finalizaba repetían la frase “estar acá es resistencia”, haciendo una interpelación directa al público. A lo largo de toda la performance hay una invitación/interpelación a ese público presente. Pero cuando finalizaba cada uno de los shows siempre estaba de forma explícita las palabras de resistencia. Siempre decían “estar acá es hacer resistencia, es mostrar que existimos y es hacer militancia”. “Estar acá es militar, y con el hecho de mostrarnos es decir que otras formas de comunicar es posible”, todo también atravesado con las luchas del colectivo LGBT. La militancia en nuestros propios términos tiene que ver también con lo que mencionaba antes respecto del componente festivo y alegre, algo que está muy presente en las Marchas del Orgullo. La Marcha es una fiesta, una celebración, es un encuentro y al mismo tiempo, de forma no excluyente, es una manifestación por los derechos de todes y nuestros derechos también, que nos ha costado tanto conquistarlos y tanto también visibilizarlos. todo espacio es posible de ser politizado y todo espacio donde transita unx artista drag es posible de ser subvertido. Son prácticas y expresiones que transforman creativamente la realidad. Eso ha sido muy lindo de poder darme cuenta y poner en palabras: cómo el arte puede intervenir en la realidad de las personas, y lo importante también de esa puesta en escena. La militancia no solo tiene que recurrir a lo discursivo, sino sobre todo y ahora más que nunca es una puesta en escena del cuerpo, una forma de expresión corporal. El decir y el hacer no van de forma separada. Las dragas dicen “nosotrxs militamos en nuestros propios términos, así vamos a luchar por nuestros derechos. Yendo tipo diosas, divinas. Jugando con nuestros cuerpos como lienzos, mostrando que todos los espacios son posibles de ser transformados”. Es que el arte drag también puede ser leído como un cuestionamiento con los cuerpos, de los cuerpos. Nos propone nuevas formas de construir los géneros. Nos muestra que no hay una única forma estipulada de ser o hacer, que ambos van de la mano y en constante transformación. Eso enriquece también al discurso.
Equipo: Nos contaste que antes de iniciar tu investigación conociste al mundo drag a través de un programa de televisión estadounidense. Conforme profundizaste en tu trabajo de campo ¿Conociste otros modos de hacer drag? ¿Algo así como un drag “a la argentina”? ¿Existe una memoria, una tradición o una historia compartida del drag local?
Victoria: Si bien no es algo que trabajé en profundidad, siento que la construcción de una memoria colectiva es algo que ronda todo tipo de práctica. Todes tenemos figuras a las que hacemos referencia y en el drag también. Yo creo que la diferencia entre el drag norteamericano que había visto en su momento y lo que sucede en la escena del drag porteño —lo cual pareciera funcionar similar en varios grupos a lo largo del país— es la existencia una impronta latinoamericana del arte drag. Este drag latinoamericano juega con las hibridaciones, juega justamente con esos estereotipos y roles de género. No es estrictamente hombres que se transforman o “disfrazan” de mujeres, o mujeres que se transforman en hombres —conocidos como “drag kings”—. Lo que sucede en la escena porteña es un juego y una apuesta a la hibridación de todo estereotipo de género. Es específicamente un juego y un jugar con esos límites. Es, también, descubrirme en ese juego, ver la potencialidad de mi propio cuerpo y la potencialidad de mi propio ser. Lo pienso como una plastilina ¿No? Es como transformarnos.
Respecto lo que me preguntás sobre una memoria colectiva, el drag en general es un arte que nace del mundo del under. Las dragas con las que trabajé, por ejemplo, se ven muy influenciadas con figuras como Alejandro Urdapilleta, Batato Barea, la Tortonese. Figuras más asociadas con el clown pero que a su vez tiene su conexión con el drag, ambas son formas de expresión artística con intenciones similares hasta cierto punto. Ellas (las dragas) miran a estas referentes que fueron importantes dentro de la escena artístico-política argentina de las décadas de 1980-1990, nucleada en torno a espacios como el centro cultural Parakultural. Creo que esa reivindicación por lo híbrido y por el “jugar con los límites” tiene que ver con estas figuras que fueron muy importantes para la escena del under argentino. Particularmente las dragas traían a sus presentaciones mucho de esos elementos del clown. Eso era algo que me atraía mucho de la escena local: todas eran distintas unas de otras y no seguían los mismos ritmos o formas de hacer drag. Mientras algunas tardaban dos horas en maquillarse, otras terminaban en veinte minutos. Cada una de ellas evocando esa memoria del drag local de distintas formas. Ellas muestran que una cosa no era excluyente de la otra, en el sentido que ese glamour y esa belleza no es excluyente de una resistencia política, sino que era un componente completamente atravesado por eso. Algo de lo grotesco y lo extravagante que vi puede relacionarse con la escena del under argentino de esos años.
En junio de 1970 se realizó en Nueva York la primera Marcha del Orgullo en el mundo. Su génesis suele atribuirse a los disturbios de Stonewall, una fuerte represión llevada a cabo por las fuerzas policiales en un bar LGBT de Estados Unidos, pero ¿Qué pasaba mientras tanto en Latinoamérica? Las dictaduras militares que azotaban la región configuraron modos específicos de celebrar y defender ese orgullo, como así también supusieron hiatos en la articulación de un movimiento internacional. En 1996 —apenas cuatro años después de la primera edición de la Marcha en Argentina— lxs organizadorxs locales tomaron una significativa decisión: trasladar el evento al mes de noviembre en honor a la fundación de Nuestro Mundo, la primer organización LGBT de Argentina y todo Latinoamérica. Así, comenzó este largo camino de construcción de una memoria colectiva propia: visibilizando aquellos sucesos y personas que hicieron posible que hoy, tres décadas más tarde, sigamos manifestándonos, celebrando y resistiendo con orgullo en cada rincón del país.
Victoria: Resulta un desafío jugar con la hibridación porque no tenés algo establecido. No existe una única forma de hacer drag. Una persona puede pintarse el bigote de verde, ponerse pestañas, ponerse una pollera y ya puede tranquilamente manifestarse como drag, como alguien que trabajó su cuerpo y que hizo un proceso de montaje, de pasaje de un personaje a otro. Otras dragas pueden estar cinco, seis horas transformándose corporalmente. Algo que empezó entonces a aparecer como pregunta fue: ¿cuáles son las formas de hacer drag que terminan haciéndose más masivamente conocidas? Bueno, son las que se acercan más a esta figura femenina o a un ideal de belleza. Pero las dragas que se alejan de ese ideal esas suelen permanecen dentro del abanico del under, no tienen la misma visibilidad ni son invitadas a aparecer, por ejemplo, en el programa de Tinelli. Ellas tampoco se dedican a una sola actividad en sus performances: no existe la drag queen que se dedica exclusivamente a hacer lipsync o la que exclusivamente baila. Esas son simplemente algunas de las actividades que despliegan como parte del entretenimiento, que puede abarcar desde cantar un tema de Charly García a recitar un poema de la Susy Shock, super político y cargado de emotividad y emocionalidad.
Equipo: Qué interesante lo que nos contás. En un momento en donde el arte drag se encuentra más visibilizado, ¿sigue habiendo de todos modos categorizaciones en función de lo que resulta “digerible” para el resto de la sociedad?
Victoria: Sí, es importante preguntarse, ¿cómo se da ese paso de ocupar lugares de visibilidad? ¿Quiénes lo hacen? ¿Qué patrones se siguen sosteniendo? ¿Cuáles no? ¿Cómo y a quién se apunta? Porque de la misma forma que hay muchos estilos de drags, hay muchos estilos de comunicar. Existen otras dragas que tienen un estilo casi monstruoso, muy gótico, a veces oscuro. Y bueno, no sé si quieren decir exactamente lo mismo que quienes adoptan una feminidad más hegemónica. O quizás sí, pero de otra forma. Yo creo que hay un componente político común, que se expresan desde este paraguas enorme que es el arte y la manifestación artística, pero también lo hacen desde otros canales. Yo veo la riqueza también ahí. Eso es lo que más me fascinó, sobre todo del mundo drag y de las dragas en particular. Esas distintas formas de decir lo mismo, mediante una inversión de tiempo que les hacen a sus cuerpos y que lo transforman en verdaderas piezas de arte. Siento que es magnífico que alguien pueda hacer eso y elija manifestarse de esa forma. Me parece maravilloso. Creo que es un poco de eso lo que me tiene muy enamorada de todo el mundo del drag y por lo cual nunca abandoné ese tema para investigarlo en mi tesis. Esto también me hace pensar en voz alta sobre la cuestión de quién y cómo se les da visibilidad. No puedo dejar de señalar que por más que yo pueda reponer cosas del mundo del drag y lo que investigué en mi tesis, siento que ellas son quienes en verdad tienen que decir qué es ser una drag queen o artista drag. Es importante saber que ellas tienen la verdadero autoridad para hablar por sí mismas y de lo que significa su arte. De hecho, lo vienen haciendo en un montón de espacios hace tiempo.
Equipo: Definitivamente. Casi terminando quisiera preguntarte: ¿cómo creés que esta investigación impactó en vos? Por ejemplo, nos hablaste de tu fascinación por el arte de montarse, ¿te surgieron ganas de explorarlo vos también?
Victoria: Esta investigación sin duda me transformó. Yo creo que me abrió a un mundo del cual era completamente ajena. Era algo que lo tenía tan cerca y algo que quizás también me atravesaba de distintas formas, pero que no se me había visibilizado en ese momento. Al adentrarme, al ponerle palabras, me presentó un universo de lucha, una historia nacional e internacional de todo el colectivo LGBT que es sumamente relevante de conocer para poder acompañar, militar y trabajar juntes. Me abrió mucho la cabeza a distintas formas de poder hacer y ser también yo como persona. Respecto a tu pregunta por montarme, durante mi trabajo de campo no lo había visto como una posibilidad, quizás reforzando ese estereotipo de “yo no puedo ser drag queen porque soy una mujer”, la cual es completamente errónea: hay un montón de mujeres que también practican ese juego de conocerse y explorarse a sí mismas. Pero ya habiendo terminado mi investigación, participé de un encuentro organizado por el círculo de estudio “TRANSitando la Calle y la Academia” organizado por estudiantes de la Escuela IDAES, en donde se nos invitaba a draguearnos y transitar por el campus. Me dije a mí misma “¿Por qué no?” y le mandé para adelante con esa experiencia. Me hizo sentir muy tranquila y segura que no lo estaba haciendo sola, sino que estaba siendo acompañada en todo ese proceso. Lo cual creo que es algo también importante en el hacer drag. Hacerlo de manera colectiva me ayudó a motivarme y poder hacerlo, porque sola probablemente no hubiese ocurrido. Fue una experiencia hermosa. De pronto todos esos pequeños tips y trucos que había visto de las drag queens en su camarín volvían a mi recuerdo y podía ponerlos a prueba. Podía experimentar, preguntarme “¿Cómo me quiero presentar? Porque soy yo, pero ¿qué forma de mí? ¿Qué quiero expresar con esto? ¿Qué quiero resaltar de mi personalidad acá?” Y bueno, fue jugar un poco con ese alter-ego de formas andróginas. Me sentí muy empoderada en el momento: mientras íbamos transitando todo el campus de la Universidad y cuando finalizamos todo el proceso sentí que me comía el mundo. Claro, experimenté eso y dije “obvio, ¿cómo no haría esto todos los días?” Me puse gel en el pelo, me pinté un poco, me puse un bigote, un pantalón de cuero, tan sencillo como eso. Pero caminar cantando y bailando con los demás fue suficiente para atravesar todo ese proceso de alegría y experimentar algo nuevo que no se me había ocurrido hasta ese momento. Creo que lo que lxs artistas drag proponen constantemente es eso: cuestionarse ¿Realmente sos así? ¿Cómo querés ser? Ese cuestionamiento es clave. Es interesante también porque hasta este momento no lo había puesto en palabras. En serio, todas las personas deberíamos experimentar el drag por lo menos alguna vez en nuestras vidas.
Equipo: Para finalizar, queremos preguntarte ¿Cómo es tu presente como antropóloga? ¿En qué proyectos estás laburando actualmente?
Victoria: Actualmente estoy trabajando en la Universidad como no docente. Respecto a mis líneas de investigación, si bien no continué con el tema del arte drag, sí es algo que me queda pendiente de continuarlo en algún futuro. Quizás desde el lado de la Academia o quizás desde un lado más del activismo político, que es como lo transito actualmente. Siento que no quiero y no voy a querer desligarme nunca de todo este mundo que se me ha abierto con esta investigación. También, junto con unas compañeras antropólogas y graduadas de la Escuela IDAES formamos un equipo de trabajo que se llama “La cocina de la investigación”. Venimos trabajando con este proyecto hace ya dos años, cuyo objetivo es buscar otras formas de narrar, comunicar y divulgar el oficio de la antropología y de las ciencias sociales en general. Creemos que puede ser una herramienta muy útil para mostrar de forma creativa todo aquello que no suele hacerse se hace visible de la vida académica: sea la escritura y publicación de un libro, sea la postulación para una beca de investigación. Estamos poniendo mucho amor y compromiso a este proyecto, el cual cada vez va creciendo de distintas formas y es muy emocionante.
Desde el área de Contenidos (DGyDS-SGA) desarrollamos acciones de divulgación científica. Estas actividades incluirán la convocatoria a docentes, estudiantes e investigadorxs de nuestra casa de estudios para la presentación de resultados de investigaciones, ensayos, artículos académicos, libros, encuentros de formación, síntesis de jornadas o congresos, entre otras. Para conocer más sobre esta iniciativa podés contactarnos a contenidosdgs@unsam.edu.ar