El festejo contó con la participación de estudiantes, docentes, autoridades y egresadxs. Hubo números artísticos, una feria artesanal con productos fabricados en los talleres que se dictan en el CUSAM, y un cierre musical a cargo de La Delio Valdez.

Escuela IDAES forma parte del Centro Universitario de la Unidad Penal N° 48 de José León Suárez desde sus inicios, en el año 2008. Allí dicta la Licenciatura en Sociología, que ya tiene 12 graduadxs, y la Licenciatura en Trabajo Social. A continuación reproducimos palabras de docentxs y graduados sobre la experiencia de pasar por las aulas del CUSAM

Luciana Strauss  (Docente, ex-coordinadora académica del CUSAM)

“Dar clase en el CUSAM es una experiencia pedagógica, política y sociológica de transformación, de enseñanza-aprendizaje, de intercambio y mixtura de saberes académicos y populares, en la cual como docentes ponemos el cuerpo, la cabeza y el corazón en este espacio. No lo podríamos hacer sin el compromiso inquebrantable de lxs estudiantes, que incluso en momentos muy difíciles nunca han bajado los brazos”.

 

Damián Rosas  (Graduado de la Licenciatura en Sociología)

“El CUSAM y la universidad pública me abrieron la cabeza de una manera maravillosa y me dieron una vida nueva. Yo inicié la Licenciatura en Sociología en 2009 o  2010, cuando recién comenzaba su existencia. Recuerdo que me anoté simplemente para pasar el tiempo, esa fue mi primera intención. Luego de transcurrido el primer y segundo año, de muchas lecturas, individuales y compartidas con compañeros y compañeras, logré que la sociología me atravesara. La sociología me permitió entender el funcionamiento y la lógica de la cárcel, el porqué de varias cuestiones de la cárcel, y poder analizar todo eso sociológicamente, con otra mirada, dejando el sentido común y mi propia subjetividad de lado. En 2015 me gradué, toda la carrera la cursé estando privado en mi libertad, y escribí mi tesis adentro de la cárcel. Hoy en día ejerzo la docencia, estoy cursando un doctorado en Antropología Social, soy becario de CONICET. Lo que quiero transmitir es lo importante que es la educación adentro de una cárcel, porque es una herramienta que tenemos los pobres para no estar sometidos. Y creo que el anhelo de todos los que pasamos por CUSAM es que el complejo penitenciario pase a ser un complejo educativo”.

 

Natalia Ojeda  (Docente, ex-directora del CUSAM)

“Dictar clases en el CUSAM supone trabajar siempre con la incertidumbre propia de la cárcel: la llegada al aula – tanto de estudiantes como de docentes – no está necesariamente garantizada, el contexto áulico es más una construcción que una realidad dada, los roles y las posiciones de cada uno de los que allí transitamos son siempre negociadas, y las prácticas se presentan atravesadas por una multiplicidad de tensiones que resultan en circunstancias y actitudes imprevistas. Enseñar entonces, en este contexto, estimula al docente a buscar constantemente nuevas formas de ejercer su tarea, desafiando su creatividad y poniendo en crisis los lugares comunes de nuestra profesión. La reflexividad y la problematización de la experiencia, tanto de estudiantes como de docentes, hacen parte fundamental del involucramiento en este espacio. Con todo, la universidad en la cárcel habilita distintos espacios para decir, pensar y hacer en torno a la cotidianidad, trayectorias y condiciones sociales de vida, pero sobre todo, transforma la perspectiva: permite ver a los otros desde una mirada más amplia e inclusiva”.

 

José Garriga  (Subsecretario de Desarrollo Territorial de UNSAM – Docente)

“Dar clases en el CUSAM te transforma. Nadie que haya dado clases ahí es el mismo docente que antes. Pasar por el CUSAM te obliga a pensar en tu matriz para enseñar, pero también mejora tu relación con los otros saberes. Te hace experimentar otros mundos que tienen un saber y vos podés, en un diálogo, aprender algo de ese otro. Eso es algo que hacemos siempre lxs docentes, pero en el CUSAM es mucho más notorio”.

 

Sebastián Settanni  (Docente, coordinador académico del CUSAM)

“Dictar clases en Cusam implicó nuevos desafíos como persona y como docente. Se trataba de un espacio desconocido e impensado, la cárcel era un territorio lejano en mi cotidiano. Tenía, además, pocos conocimientos sobre quiénes serían les estudiantes y cómo sería el vínculo con elles. Lo que sí tenía en claro era que como docente iba a colaborar en la tarea de garantizar el derecho a la educación a personas privadas de su libertad y de llevar la universidad a otros espacios. Luego de cinco años en CUSAM puedo decir que se enriqueció mi práctica profesional como docente porque me incitó a releer los contenidos dictados bajo nuevas perspectivas y problemáticas; a incorporar nuevas estrategias y dinámicas pedagógicas; y principalmente porque implicó también una transformación personal a partir de lo aprendido por parte de les estudiantes”.

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