El historiador israelí Raanan Rein, especialista en Latinoamérica, estuvo en UNSAM para presentar su libro Cachiporras Contra Tacuara. Grupos de autodefensa judíos en América del Sur (1960-1975), en el que investiga un fenómeno que había permanecido prácticamente silenciado hasta la actualidad. Muchos de sus entrevistados hablaron por primera vez sobre los hechos.
Texto: Verónica Engler
En 1960 el criminal de guerra nazi Adolf Eichmann fue capturado en Buenos Aires por agentes del Mossad para ser enjuiciado. Este hecho generó una ola antisemita que azotó a la Argentina y el Uruguay, lo que hizo resurgir en el Cono Sur los grupos de autodefensa judía, un fenómeno que se había iniciado en los tiempos modernos en Europa Central y Oriental a fines del siglo XIX. Pero en esta ocasión las actividades de autodefensa adquirieron unas características completamente diferentes, en primer lugar, por el hecho de que el Estado de Israel y sus enviados cumplieron un papel central en organizar, instruir y capacitar a los activistas. La historiografía hizo caso omiso de este fenómeno, a pesar de su centralidad en la vida de por lo menos una generación de latinoamericanos-judíos, ya que varios miles de ellos estaban involucrados en estas actividades. Recientemente el historiador israelí Raanan Rein visitó la UNSAM para presentar su nuevo libro Cachiporras Contra Tacuara. Grupos de autodefensa judíos en América del Sur (1960 – 1975), en la que se propuso dar cuenta de este fenómeno que había permanecido prácticamente silenciado hasta la actualidad.
Rein es profesor de Historia Española y Latinoamericana en la Universidad de Tel Aviv, de la que fue vicepresidente y director del Daniel Abraham Center for International and Regional Studies. Es miembro en Israel de la Academia Nacional de Historia de la Argentina. Sus aportes no han sido pocos a la historiografía de nuestro país. Por eso, no resulta extraño que el gobierno argentino lo haya condecorado en 2009 con la Orden del Libertador San Martín por sus investigaciones académicas. Entre sus libros publicados en la Argentina cabe mencionar: Peronismo, populismo y política: Argentina, 1943-1955; Argentina, Israel y los judíos: Encuentros y desencuentros, mitos y realidades; Entre el abismo y la salvación: el pacto Franco-Perón; El primer peronismo: de regreso a los comienzos; Peronismo y prensa escrita: abordajes, miradas e interpretaciones nacionales y extranjeras; Perón y los judíos en la Argentina; Los muchachos judíos peronistas y La cancha peronista. Fútbol y política (1946-1955), entre otros. Su último libro, Cachiporras Contra Tacuara, es una investigación que examina la forma en la que las actividades de autodefensa influyeron en la percepción que tenían esos jóvenes judíos sobre el riesgo que corrían sus comunidades, sobre su propia imagen, sus identidades individuales y colectivas, sus vínculos con el sionismo y el Estado de Israel, y con las luchas políticas en los países en los que nacieron y vivían. “En el caso de este libro, casi todos los entrevistados hablaron sobre sus actividades semiclandestinas por primera vez con alguien que no fuera un familiar cercano o uno de sus camaradas, y a veces hasta por primera vez en sus vidas”, destaca Rein en la presente entrevista.
-Este libro se viene gestando hace treinta años debido a la dificultad para acceder a archivos sobre la temática, pero también al silencio que por muchos años mantuvieron los propios protagonistas de esta historia. ¿Por qué considera que hubo tanta dificultad para hablar de esta experiencia?
Yo me enteré por vez primera de este tema en los años 90, cuando trabajé sobre mi libro Argentina, Israel y los judíos. Sin embargo, no logré encontrar material, nada de fuentes escritas, pero tampoco la gente con quien intenté conversar estaba dispuesta a hablar conmigo. La gente seguía manteniendo el secreto por cierta lealtad a sus compañeros, por tener miedo de que quizá eso pueda dañar los intereses de la comunidad judía o las relaciones bilaterales Argentina-Israel. En parte es un tema tabú porque las actividades de autodefensa en este país involucraban al Estado de Israel y a sus servicios secretos y eso de hecho significaba la violación de las normas del derecho internacional. Se puede explicar por qué era así, pero el hecho existe. Entonces el gran desafío desde el punto de vista metodológico tenía que ver con cómo encontrar fuentes fidedignas para juntar información con respecto a estas actividades. La documentación más relevante está en el archivo del Mossad, pero los investigadores no tenemos acceso a esta documentación. Sin embargo, a lo largo de los años, de a poco, empecé a buscar documentos en el archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores Israelí, la Cancillería Israelí, los archivos de distintos movimientos políticos israelíes, archivos de organizaciones judías internacionales, algunos centros de documentación aquí en Argentina. Así encontré ciertos documentos y alguna gente, por ser ya mayor o por la pandemia, entendían que quizá fuera la última oportunidad de compartir con alguien sus recuerdos, sus memorias, porque si no, iban a caer en el olvido.
-Este libro forma parte de un proyecto de historia oral. ¿Cuál fue la particularidad de entrevisar a personas que nunca habían hablado de esta experiencia?
Hice alrededor de ciento treinta entrevistas con ex militantes, activistas de los grupos de autodefensa, ex agentes del Mossad, ex funcionarios de la agencia judía y diplomáticos veteranos. Fue una experiencia muy interesante, aprendí mucho a lo largo de este proceso, porque la mayor parte de mis entrevistados hablaron por primera vez de estas experiencias. Y por lo tanto, la dinámica de la entrevista era completamente distinta a entrevistas que realicé para otras investigaciones. Aprendí a escuchar también las pausas y los silencios en las entrevistas y no solamente lo dicho, porque mis entrevistados estaban procesando sus recuerdos mientras lo compartían conmigo. Estaban buscando las palabras, los conceptos, los adjetivos para emplear. Y la entrevista no terminó una vez que yo me fui de su casa o del café donde nos encontramos, sino una hora o un día o una semana después, cuando me mandaban e-mails, o mensajes de WhatsApp, para corregir, ampliar y explicar más, porque también para ellos era la primera vez que se enfrentaban con esos recuerdos. En las entrevistas no me interesaba tanto sacar información precisa sobre algún hecho en particular, sino intentar entender las motivaciones que los llevó a participar en estas actividades, entender qué pensaban que estaban haciendo y después qué pensaban que lograban hacer. Para mí no es un libro de historia judía, sino un libro de historia argentina. Y el caso que estudio de los grupos de autodefensa judía es un ejemplo para entender mejor cuán extendida fue la violencia política en la Argentina de los años sesenta.
-¿Por qué estos grupos de jóvenes optaron por organizar una autodefensa y responder en forma combativa a elementos antisemitas en sus respectivos países?
Bueno, primero hay que decir que existían iniciativas espontáneas de autodefensa judía desde la semana trágica de 1919, claramente durante los años treinta, después del golpe de estado de Uruguay y frente al creciente nacionalismo de derecha. Pero lo que vemos a partir del año sesenta es algo distinto precisamente por el involucramiento del estado de Israel, sus servicios secretos y distintas instituciones judías. Pero también existía aquí una cuestión generacional y los jóvenes estaban en rebeldía en contra del establishment, de los viejos que tenían el monopolio del poder dentro de la comunidad judía organizada. Entonces recibieron apoyo de la comunidad, sí, pero insistían en elaborar, formular una actitud más enérgica, más proactiva, más asertiva frente a los ataques antisemitas, frente a las organizaciones de extrema derecha.
-¿De qué manera el contexto de la Guerra Fría propiciaba tanto estas reacciones antisemitas como los grupos de autodefensa?
Sin duda el clima de la Guerra Fría influyó mucho en las actitudes de jóvenes de derecha y de jóvenes de izquierda. Los de derecha tenían ya muy claro que bolchevique era igual a judío, entonces si uno quería luchar en contra del comunismo debía luchar también en contra de los judíos. Y los ataques más famosos que tenían el peso simbólico más grande tenían que ver con judíos de izquierda, como los casos (de Graciela) Sirota (en 1962) o (Raúl) Alterman (en 1964), que eran judíos identificados con el Partido Comunista en aquel momento. Por otro lado, los jóvenes judíos compartían esta sensación de que era un momento, una oportunidad para luchar por vez primera en forma agresiva en pro de las causas judías y de la defensa de la comunidad judía. Tenían la sensación de que estaba en manos de los jóvenes la suerte de su comunidad, de su país, del orden social. Eso lo compartían jóvenes de distintas organizaciones con distintos colores políticos e ideológicos, judíos y no judíos por igual. Pero en el caso judío fue importante mostrar a la comunidad misma, pero también a la sociedad argentina en general, que los judíos no iban a ser una vez más víctimas pasivos, como supuestamente había sucedido durante la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. La idea era que en este caso iban a tomar la fuerza en sus propias manos y luchar en contra del antisemitismo y la amenaza del nazifascismo en el país.
antisemitismo, Grupos de autodefensa judíos, historia argentina, Judaismo, nazifascismo