Escuela IDAES

Mariana Heredia: “Hay que poner el énfasis menos en el 1% más privilegiado y volcarlo hacia el entramado que permite que las desigualdades se reproduzcan”

En su último libro “¿El 99% contra el 1%? Por qué la obsesión por los ricos no sirve para combatir la desigualdad”, publicado por Siglo XXI, la docente e investigadora analiza los modos en que se conforman las élites económicas y las posibles estrategias para revertir la situación de desigualdad.

La idea de punto de partida del libro, como explica la propia Heredia, es discutir la concepción de que el 1% más rico de la población concentra el poder económico y, desde allí, ejerce con eficacia el resto de los poderes. Esta noción, popularizada en los últimos años por el economista Thomas Piketty, “puede ser muy útil en los Estados Unidos, pero no en América Latina, donde el 1% es mucho más chico y mucho menos rico”, detalla la investigadora.

Heredia sostiene que, en sociedades como la Argentina, “hay muchísima gente que decide que una fábrica se cierra o se abre, que echa personal o no lo echa, o que elige poner su dinero en el país o se lo lleva afuera, y que no es parte del 1%: es el 3%, o el 4%”. En este sentido, la directora de la Maestría en Sociología Económica de Escuela IDAES agrega que “la frontera no está ahí arriba, está un poco más abajo”. También añade que “hay que poner el énfasis menos en el 1% y más en el entramado que permite que las desigualdades se reproduzcan”, y remarca: “cuando uno tiene una mirada más compleja sobre estas dimensiones, se da cuenta por ejemplo de que los expertos son fundamentales, que sin un circuito financiero lleno de abogados, brokers, tecnología, hay cosas que el capital no podría hacer”.





Por último, la especialista destaca que, en las últimas décadas, hubo cambios sociales que licuaron la capacidad de hacer de las élites políticas. “Los presidentes, y el presidente argentino en particular, pueden mucho menos de lo que podían en la década del ‘50”, asegura. La socióloga señala también que “el mercado y la tecnología tienen un lugar mucho más importante, y la afirmación de la autoridad política es mucho más problemática sobre los ciudadanos”. Y, en este sentido, concluye que es necesaria “una apuesta radical por la calidad de los servicios públicos, en el sentido de que no es nada más distributiva. No se trata solo de pelea y distribución de recursos, sino de una construcción de lo común donde la gente que lo construye cotidianamente, como el docente o el médico del hospital público, se sienta impelida y reconocida por ese trabajo”.

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Nota actualizada el 27 de octubre de 2022

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