Recientemente tuvo lugar en la UNSAM la charla “Las elecciones brasileñas 2022: Bolsonaro, Lula y la inercia postdemocrática”, organizada el Centro de Estudios Latinoamericanos, en la que participaron lxs politólogxs Dolores Rocca Rivarola y Amilcar Salas Oroño. A partir de esa conversación Nicolás Freibrun, docente de la Maestría en Estudios Latinoamericanos, reflexiona sobre los comicios y formula una serie de interrogantes en torno a la cuestión de la violencia en política y al lugar de las nuevas derechas en las democracias regionales.
Las elecciones brasileñas del próximo domingo se dan en un escenario polarizado, tal como el mismo Lula lo ha dicho hace poco. Como vienen anunciado la mayoría de las encuestas, es muy probable que el líder del PT gane la elección en primera vuelta, alcanzando el 50% de los votos válidos. Bolsonaro llega a estos comicios parcialmente debilitado luego de cuatro años de mal gobierno, donde la ineficiente gestión de la pandemia cumplió un lugar destacado. Por otro lado, el líder derechista ha sido persistente en el debilitamiento de la democracia en dos dimensiones constitutivas de la misma: a nivel institucional y en lo que respecta a la degradación de la cultura democrática. En efecto, ésta supone el reconocimiento de la diferencia y admite cierto grado de conflicto, pero su límite es la anulación del otro. Este punto es sensible a algunas derechas contemporáneas. Así, ¿cuál es el legado de Bolsonaro en la sociabilidad política brasileña, incluso perdiendo el poder? Más aún: ¿es posible pensar en un “movimiento bolsonarista” como un actor político que admita la posibilidad de la violencia como una dimensión real? Cuando la política contempla el uso de la violencia como discurso y cómo método, se transforma a sí misma. Visto históricamente, el facismo funcionó de ese modo. ¿Encarna Bolsonaro un nuevo fascismo? Las Ciencias Sociales vienen pensando diferentes categorías teóricas para captar el sentido de estas experiencias. Posfacismo, democracia iliberal, pos democracia, populismo de derecha, “retorno de lo reprimido” en el capitalismo periférico, son algunos de los nombres elaborados en un contexto de ascenso de ideologías y partidos políticos de derecha a nivel global. Estas tendencias van de la mano de nuevas creencias y de otras no tan nuevas pero resignificadas, cómo el militarismo y las religiosidades conservadoras. Pero además, y de la mano de las tecnologías y la producción de las fake news, estos gobiernos operan en contextos sociales donde se debilita la relación entre verdad y creencia, erosionando las bases de la conversación pública y la legitimidad democrática. En este sentido, ¿qué momento se abre en Brasil? ¿Qué pasará con el bolsonarismo fuera del ejecutivo -aunque con presencia parlamentaria- pero muy presente en el ámbito de la sociedad civil? Estas son incógnitas que deberán ser respondidas en la próxima gestión de gobierno, que sin lugar a dudas deberá producir una necesaria recomposición del sistema político y sus actores democráticos. Asimismo, una reflexión sobre el estado de la democracia contemporánea debe incluir una observación crítica sobre el agotamiento de ciertas dinámicas políticas de algunos gobiernos progresistas y/o populares. En efecto, una visión anclada en los logros del pasado reciente será vista más como un gesto de impotencia para producir políticas novedosas que como condición de posibilidad de ensanchar el horizonte de expectativas democráticas. También ese es un aspecto a tomar en cuenta por el gobierno que viene.
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