El lingüista peruano Ernesto Cuba estuvo esta semana de visita en la EH invitado por el Centro de Estudios del Lenguaje en Sociedad. Es uno de los fundadores del Círculo de Lingüística Feminista y se encuentra investigando el habla de una comunidad de mujeres trans de Lima. En esta entrevista se refiere a su concepción del lenguaje, como reproductor de desigualdades pero también como motor de cambio social.
Ernesto Cuba es un lingüista peruano interesado los estudios de lenguaje, género y sexualidad. Durante el momento más álgido de la pandemia por Covid-19 creó, junto a su colega de la City University of New York (CUNY) Silvia Rivera Alfaro, el grupo Indisciplinadxs. Se trata de un espacio online que existe desde mediados de 2020 en el que empezaron a reunirse de manera virtual cada quince días en lo que se dio en llamar el Círculo de Lingüística Feminista. Allí se juntan “trabajadorxs del lenguaje” (lingüistas, pero también traductorxs, comunicadorxs, correctorxs) de diversos países de América latina para discutir textos de diferente tipo. “Mi entendimiento del lenguaje es que es una práctica social que está implicada con la cultura y con el poder, por lo tanto también reproduce desigualdades sociales e inequidades, como el sexismo”, señala Cuba, que estuvo de visita en la UNSAM esta semana invitado por integrantes del Centro de Estudios del Lenguaje en Sociedad (CELES) de la EH para dar una charla. “Así como reproduce el sexismo, también el lenguaje puede ser motor del cambio social y la igualdad de género. Por eso mi enfoque y mi propia investigación se encuadra dentro de la lingüística feminista”.
En la actualidad Cuba escribe su tesis de doctorado sobre las prácticas discursivas y linguísticas de Féminas, un grupo activista de mujeres transgénero de la ciudad de Lima. Previamente ha participado en la redacción de la “Guía de Uso de Lenguaje Inclusivo. Si no me nombras, no existo” para el gobierno del Perú (2013).
-¿Cómo empezó a trabajar con el colectivo trans Féminas y qué es lo que desde el punto de vista lingüístico le interesa?
Me empecé a interesar en el grupo porque una persona que yo tenía en mi entorno hizo pública su transición. La conocía con un nombre masculino y empezó a transicionar como chica, y supe que ella tuvo mucho apoyo del grupo. Entonces me comenzó a interesar el activismo que hacía Féminas, porque los derechos trans en Perú prácticamente no existen, no existe ninguna legislación LGTB en general. Por otro lado, había un interés de algunas personas por una especie de lengua trans en Lima, que capturó la atención por un mediometraje hecho por [la directora de cine] Claudia Llosa, llamada Loxoro (2011). Loxoro es el nombre de la supuesta lengua de las mujeres trans. Y, aunando esas dos cosas, me intereso ese tema, pero tomándolo como aproximación más personal, me acerqué a mi amiga y ella me presentó a la lideresa del grupo, quien me dio permiso para empezar mi trabajo de campo con ellas. Féminas es un grupo de activistas de base comunitaria, hacen campañas, trabajan mucho sus redes sociales, moviliza para conseguir una ley integral de identidad de género, participan en eventos culturales LGBT, son entrevistadas constantemente por la prensa para tocar algunos temas como transfobia en los medios, promueven actividades comunitarias para distintas causas, celebran el día del orgullo, el día de la visibilidad trans.
-¿Cuándo empezó su relación con el grupo y de qué manera trabaja en su investigación?
Mi relación con el grupo empezó en 2019 y mi trabajo de campo en las asambleas semi públicas que ellas tenían. Yo asistía todos los martes en la noche, que es el día de asamblea, que es un lugar de socialización, tanto de las participantes del grupo más central como para gente nueva que va a empezar su transición o quiere conocer más sobre sus derechos o ser escuchada.
-¿Qué cuestiones le interesa investigar de este colectivo?
A mí me interesa, por un lado, esta conciencia que tienen de si existe o no un habla particular de ellas mismas, como una especie de lengua trans, y al mismo tiempo también me interesa saber si ellas mantienen ideologías sobre lo que significa hablar como una mujer, hablar de manera femenina. Por otro lado, me interesa explorar cómo usan las redes sociales, en especial Facebook, para proyectar sus discursos políticos, sus discursos activistas, utilizar el discurso para movilizar el cambio y su propia agenda. Me interesa como punto de partida las narrativas de vida de ellas, para entender algunos elementos del lenguaje, como por ejemplo sus actitudes sobre el lenguaje inclusivo o por qué eligieron el nombre que eligieron. Hago preguntas para entender un poco cómo el género y sus propias creencias están indicadas en la elección del nombre, la elección de algunas expresiones para autoidentificarse. Hay algunas preguntas en el cuestionario como por ejemplo: ¿Cómo tu te identificas: travesti, transexual, transgénero, transformista? Y en esas elecciones hay bastantes cosas en juego, como su posición política o el acceso a la información que tienen.
-¿Cuáles son las particularidades lingüísticas que observó durante el trabajo de campo?
La particularidad lingüística con las personas trans en general que he visto en varios estudios distintos es que pasan por un segundo proceso de socialización lingüística. En el caso de las personas transgénero socializan una segunda vez con otros pares, y al socializar hay que elegir nuevas formas lingüísticas y un nuevo nombre, también eligen pertenecer a una nueva comunidad de otros pares. Entonces es ahí donde surgen estas jergas más locales, más comunitarias. Mi marco teórico tiene que ver más con la lingüística feminista, la lingüística queer, que es el estudio crítico del lenguaje para analizar la heteronormatividad y la cisgeneridad. Al tener dos socializaciones lingüísticas estas personas tienen que negociar en una parte de sus vidas.
-Junto con Silvia Rivera Alfaro, usted plantea que el lenguaje inclusivo puede ser una oportunidad epistemológica para la escritura académica. ¿Por qué?
Porque el lenguaje visto críticamente permite evitar sesgo de género. Si las herramientas de trabajo que tienes para aplicar a una investigación están sesgadas por el masculino genérico, por ejemplo, o por formas estereotipadas de las mujeres en cuanto a profesión, entonces el producto de esa investigación va a ser sesgado. Por ejemplo, en una investigación se preguntaba si eres: trabajador/a, jubilado/a o ama de casa. Eso reitera un estereotipo de género e invisibiliza a hombres que pueden dedicarse al hogar o también a tareas de cuidado. Básicamente se trata de evitar que el sexismo aparezca también dentro de las herramientas de trabajo y de la redacción misma.
Estudios del Lenguaje en Sociedad, Género y sexualidad, Lingüística Feminista