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A 118 años del primer flameo de la bandera argentina en la Antártida, el director del Instituto Antártico Argentino, Walter Mac Cormack, describe algunos de los 50 proyectos científicos del Plan Antártico 2021-2022 que hoy se desarrollan en tres de las bases más importantes: Carlini, Marambio y Esperanza.
El 22 de febrero de 2022 se celebra el Día de la Antártida Argentina. Un mismo 22 de febrero, pero de 1904, se enarboló por primera vez la bandera argentina en el entonces Observatorio Meteorológico y Magnético, ubicado en la Isla Laurie, Archipiélago Orcadas del Sur. Esa fecha marcó el inicio de la presencia de nuestro país en la Antártida, que ya lleva 118 años de permanencia.
Con sede en el Campus de la UNSAM desde 2015, el Instituto Antártico Argentino (IAA) coordina desde 1951 la actividad científica en las 6 bases permanentes (Carlini, Orcadas, Esperanza, Marambio, San Martín y Belgrano II) y las 7 temporarias (Brown, Primavera, Decepción, Melchior, Matienzo, Cámara y Petrel) que la Argentina tiene en el continente blanco. Allí se realizan investigaciones en las más variadas disciplinas: ciencias biológicas, de la Tierra, fisicoquímicas y ambientales, sociales y de la comunicación.
A pesar de las grandes dificultades que la pandemia de COVID-19 opuso en el desarrollo de los proyectos científicos del IAA durante 2020 y 2021 —entre ellas, una importante reducción del número de científicos que pudo viajar para la campaña—, la Dirección Nacional del Antártico (DNA) y el IAA pusieron todo su esfuerzo para que la campaña actual se pudiera cumplir de la mejor manera posible y respetando los protocolos sanitarios. Durante 2021, el IAA avanzó con las actividades de los casi 50 proyectos científicos del Plan Anual Antártico 2021-2022, que en su mayoría se desarrollan en colaboración con diferentes instituciones y universidades nacionales y extranjeras. Además, sus investigadores presentaron durante ese año 50 trabajos en congresos nacionales e internacionales y publicaron 58 artículos científicos en revistas científicas especializadas.
También durante 2021, la DNA y el IAA suscribieron, a través de la Secretaría de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, a una carta de intención con la Agencia Espacial Europea (ESA) para continuar con el desarrollo de equipamiento de telemedicina para chequeos médicos inmediatos de astronautas que regresan a la Tierra o aterrizan en áreas remotas. De este proyecto, al que también suscribió la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), participan además investigadores de la UCA y la UNQui. El campo de estudio elegido para esta iniciativa fue la Base Belgrano II, la mas austral y aislada de las bases argentinas, con la colaboración de la dotación de la base.
Además, en 2021 se renovó el convenio de cooperación con la administración de Parques Nacionales, lo que permitirá dar continuidad a la participación de guardaparques en las campañas de la Base Orcadas, donde asisten en tareas científicas.
Muchas otras iniciativas continuarán en 2022: el proyecto de pequeños satélites, que permite acceder a datos satelitales de la región antártica mediante una antena instalada en la Base San Martín (en cooperación con la CONAE); los proyectos relacionados con el estudio de la alta atmósfera y los parámetros del clima espacial; proyectos tendientes al estudio de la biodiversidad antártica tanto actual como del pasado; el estudio de los efectos del cambio climático, el efecto antrópico sobre los ecosistemas y las acciones para su mitigación; los vínculos geológicos entre la Antártida y América del Sur; y la puesta en valor del patrimonio histórico resultante de la presencia argentina en la Antártida son solo algunos ejemplos.
Este año, también es prioridad del IAA seguir proponiendo el establecimiento de un área marina antártica protegida en conjunto con Chile así como fortalecer su planta de investigadores y lograr líneas de financiación que faciliten y mejoren las tareas de investigación.
Base Carlini
La Base Carlini produce más del 50 % de las publicaciones científicas antárticas del país. En este sentido, y si se tiene en cuenta que el Tratado Antártico de 1961 estableció que la Antártida es un continente exclusivo de paz y ciencia, se trata de la base más importante del Programa Antártico Argentino.
Su dotación logística es provista por el Comando Conjunto Antártico. En total, hoy trabajan 65 personas: 37 científicxs y 28 de dotación que se quedan a pasar el año.
Su dotación permanente de buzos del Ejército dedicados a la recolección de muestras marinas permite a lxs investigadorxs de distintas áreas desarrollar sus planes en diversas disciplinas de las ciencias naturales, con énfasis en la biología marina. Cuenta con un Centro de Medicina Hiperbática y una Estación de Sismología, que realiza el monitoreo y registro de todos los eventos sísmicos.
En la actualidad, tiene más de 10 proyectos científicos simultáneos que incluyen microbiología, oceanografía, macroalgas, monitoreo de pingüinos, mamíferos marinos, aves voladoras, ictiología y plancton, entre otros.
Base Marambio
En la Base Marambio y áreas cercanas hoy se realizan diversos proyectos de investigación vinculados con las ciencias de la Tierra, la vida y la atmósfera: glaciología, patrimonio histórico del Cerro Nevado, botánica antártica, monitoreo de pingüinos, paleovertebrados, geología del límite cretácico-paleógeno, geodesia y sismología. Algunas de estas disciplinas se realizan desde la base misma con el apoyo del Laboratorio Antártico Multidisciplinario Marambio; otras requieren el traslado desde la base a distintos sitios mediante helicópteros de la Fuerza Aérea Argentina (FAA). Estos proyectos tienen muy diversos objetivos según su temática. ¿Algunos de los más destacados?
El estudio de los glaciares, en especial, el análisis del balance de las masas de hielo —su dinámica y relación con los efectos del cambio climático— y la aplicación tecnológica de sensores para el monitoreo de glaciares y del clima.
El relevamiento de la vegetación en las proximidades de la Base Marambio con el objetivo de monitorear la flora, observar el efecto producido por el cambio climático e identificar biomarcadores de exposición.
La evaluación de la ecología trófica y reproductiva de pingüinos de Adelia en la colonia de la Isla Marambio a través de diferentes muestreos y registros del peso al arribo, la eficacia reproductiva, el peso al emplume y el conteo de los individuos de la población. El monitoreo de la colonia de pingüinos Emperador cercana a la isla Cerro Nevado.
La realización de perfiles analíticos de las estructuras y fósiles presentes en la región para entender cómo fue el clima y el ambiente en el pasado. La toma de muestras del sedimento para realizar un análisis de microfósiles y minerales de arcilla.
La medición de componentes de la atmósfera: ozono, nitrógeno, aerosoles y muones, entre otros. También se registran variaciones de radiación ultravioleta.
Base Esperanza
En la Base Esperanza se realizaron estudios de paleomagnetismo y un muestreo y relevamiento geológico para reconstruir la posición de la península antártica durante el desmembramiento de Gondwana y su ubicación respecto a Sudamérica y las Islas Malvinas.
Base Petrel
Para la reactivación de la Base Petrel y su transición a base permanente se comenzó a elaborar informes de impacto ambiental, entre los que se encuentran el desarrollo de la línea de base biológica y el relevamiento territorial. Además, se efectuaron trabajos de relevamiento de chorrillos —mediante recolección de musgos y líquenes— y de fauna de invertebrados, toma de muestras de suelo para análisis de contaminación y toma de muestras de fito y zooplancton, larvas y huevos de peces.