Dirección de Género y Diversidad Sexual
En el día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia conversamos con Ailén Salemme graduada en Ingeniería Química por la UBA, ahora, a los 25 años cursa la Maestría en Ciencia y Tecnología en Materiales del Instituto Sábato (CNEA – UNSAM) y acaba de recibir una de las 100 becas Marie Skłodowska-Curie que otorga desde el 2020 el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) para estudiantes mujeres de todo el mundo.
Al igual que muchxs estudiantes de la UNSAM, Ailén es la primera graduada universitaria en su familia, de hecho, mientras cursaba su carrera, su mamá completaba sus estudios secundarios. Además de su trabajo como investigadora y sus estudios en la maestría, da clases para adultos de Física y Química en el programa FinEs.
¿Por qué decidiste postularte a la beca?
Lo vi como una oportunidad para establecer lazos con mujeres de todo el mundo que trabajan en el mismo ámbito, conociendo sus culturas e intercambiando experiencias. También, para la construcción de saberes colectivos y globales que aporten al bien común.
Por otro lado, es un reconocimiento para el Instituto que realiza una tarea de formación con profesionales de excelencia y que tienen una gran dedicación a su labor, colabora con la difusión de la actividad científica y técnica que se realiza en este y en tantas otras instituciones de nuestro país.
¿En qué consiste el trabajo que estás haciendo y cuál es el alcance de la beca?
La beca está destinada a mujeres que comienzan a desarrollar su carrera dentro del ámbito nuclear, facilitando estudios de posgrado.
Las maestrías deben aportar a campos relevantes para la OIEA, como la seguridad nuclear y la no-proliferación de armas nucleares; el uso pacífico de la ciencia y tecnología nuclear y sus aplicaciones, como la ingeniería, medicina, física y química, técnicas isotópicas, entre otras.
En referencia al trabajo, este año está dedicado a la tesis desarrollada dentro del grupo de Química de la Remediación Ambiental de la CNEA. El objetivo es la optimización de un sistema de remoción de contaminantes basado en el uso de nanopartículas de hierro. En particular, se enfoca en el uranio, porque es contaminante común de suelos y agua en minas o sitios donde se desarrolla la actividad nuclear, pero este método tiene un gran potencial porque puede aplicarse a contaminantes de todo tipo, en aguas superficiales y subterráneas y suelos. Dentro de la variedad de contaminantes, algunos son: metales como cromo, arsénico y níquel, fertilizantes, pesticidas, tintes orgánicos. Todos estos fueron removidos exitosamente en ensayos de laboratorio de distintas partes del mundo, pero aún falta para su aplicación a gran escala.
¿Cuál es tu experiencia en el ámbito universitario respecto a la paridad de género?
En cuanto a mi carrera, la Ingeniería en general es un ámbito donde se ve la disparidad de género entre lxs estudiantes. Pero Ingeniería Química es una de las excepciones, ya que en los cursos suele haber más mujeres que hombres, y también en los niveles jerárquicos: hay mujeres dirigiendo los laboratorios dentro del Departamento, el Departamento en sí y también una mujer es la directora de la carrera, lo cual es importante destacar.
¿Cómo nació tu interés por la Ciencia? ¿Cuál es tu recuerdo más lejano?
Desde siempre me gustaron las ciencias, tanto las exactas como las sociales. El primer acercamiento fue en la escuela, sobre todo en el secundario donde participaba de proyectos muy diversos: desde Olimpíadas de Química hasta Jóvenes y Memoria. Ahí fue importante el rol de los docentes que siempre acompañaron y sabían escuchar las inquietudes.
Siempre me impresionó que sea parte de nuestra vida cotidiana en todos los aspectos aunque la mayoría del tiempo no seamos conscientes de eso; esto intento transmitirle a lxs alumnxs, porque en general, las ciencias “duras”, son las que se les teme al estudiarlas pero no son inalcanzables ni ajenas. Por ejemplo, en el proyecto integrador final de Química tenían que elegir algo vinculado a sus trabajos, o a alguna industria de Moreno, y una de las estudiantes es una empleada doméstica a la que algunos productos de limpieza le daban alergia. Entonces lo estudiamos desde allí: analizamos cómo estaban compuestos los productos, cuál era el grado de toxicidad, qué medidas podían tomar para reducir ese riesgo; de esa manera ven que lo que habíamos aprendido lo podían aplicar en su vida todo el tiempo.
Creo que brindan herramientas para entender un poco el mundo que nos rodea y que, si esas ideas están bien dirigidas y somos capaces de realizar un trabajo interdisciplinario, complementando los saberes y construyendo nuevos, pueden mejorarlo.
Con el tiempo, a medida que avanzaba en la carrera y me preguntaba qué quería hacer con eso, me fui dando cuenta que, para mí, la ciencia y la tecnología tienen sentido si su aplicación mejora la calidad de vida de las personas, sobre todo viviendo en una sociedad tan vulnerada en sus derechos como lo es la nuestra. Para el crecimiento del país es clave alcanzar una soberanía científica y tecnológica.
¿Cuáles son tus objetivos a futuro?
Lo más cercano es terminar la maestría. Espero que los resultados de este proyecto aporten a la investigación que hace un tiempo comenzó en el grupo y pueda continuar para desarrollar la tecnología que permita, efectivamente, remediar sitios contaminados, no sólo por la actividad nuclear.
Quiero seguir con mi capacitación en el ámbito de la educación popular para ser mejor facilitadora y crear espacios de construcción colectiva dentro de las aulas.
Marie Curie y “La ridícula idea de no volver a verte” de Rosa Montero (Editorial Seix Barral) si querés acercarte a la vida de la primera mujer, y la primera persona que recibió dos Premios Nobel en distintas especialidades: Física (1903) y Química (1911), te invitamos a leer esta particular novela/ensayo. Una belleza literaria que parte del diario de Curie y reflexiona sobre nuestra época, las relaciones, la ciencia, las mujeres, entre otros tantos temas.