En su último libro, “Amor y enfermedad”, la antropóloga Andrea Mastrangelo desarrolla una original investigación eco-epidemiológica en el contexto de la dispersión de la leishmaniasis visceral, en la frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay.
Por Nathalie Jarast
“Amor y enfermedad”, el último libro de Andrea Mastrangelo, desata en sus lectores una provocativa sospecha sobre la condición “animal”, “natural” del perro doméstico. El libro parte de una investigación sobre los perros en el noreste argentino y sobre una enfermedad que los tiene como reservorio, para reflexionar sobre las relaciones entre humanos y animales en el siglo XXI.
Además, en esta entrevista, la investigadora del CONICET reflexiona sobre el impacto de la pandemia por covid-19 en distintas ciudades del país.
El libro nace de una investigación de campo, ¿cuál era el objetivo de esa investigación?
El proyecto que da origen al libro es una investigación trinacional sobre la emergencia y dispersión de la leishmaniasis visceral en Paraguay, Brasil y Argentina, que fue financiada por el International Development Resources Cluster de Canadá. Esa colaboración se hizo posible gracias a más de 10 años de trabajo de investigación interdisciplinaria, en mi caso como antropóloga, junto a biólogos, médicos y veterinarios de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS) Carlos Malbrán, para describir el ciclo de una enfermedad, la leishmaniasis visceral en el Nordeste argentino. La leishmaniasis visceral viene bajando en latitud desde Mato Grosso do Sul, en Brasil, donde aparecieron casos a fines de la década de 1990. En Argentina es una enfermedad emergente, los primeros casos se dan en la ciudad de Posadas en 2006. De allí en más, como la relación humano-perro es afectiva y comercialmente intensa, perros parasitados se han distribuido por casi todo el país, y donde hay perros infectados y vectores, emergen casos.
En estos diez años de trabajo, ¿qué desafíos encontró en el camino?
Cuando comenzamos a trabajar, yo había regresado de una estadía postdoctoral en Recife, Pernambuco, al Noreste de Brasil, y el país vivía una gran incertidumbre. Las instituciones de salud pública como el ANLIS habían pasado por un proceso de despatrimonialización durante los años duros del neoliberalismo. De hecho, conservaron las funciones esenciales por una toma del predio de la Avenida Vélez Sarsfield, para evitar el cierre definitivo y la privatización. En este contexto, nuestra década de trabajo fue soñada. Encontramos directores muy capaces que supieron apoyar nuestras iniciativas para desarrollar un abordaje ecoepidemiológico interdisciplinario con fundamento en la epidemiología crítica.
¿Qué significa decir que la leishmaniasis visceral es una “zooantroponosis”?
Las zooantroponosis son más de 90 enfermedades producidas en los humanos por bacterianas, hongos, virus, protozoos y helmintos que tienen como reservorio los animales, y se trasmiten al hombre con o sin intermediación de vectores. La leishmaniasis visceral (LV) es una enfermedad parasitaria. En nuestra región, su ciclo de transmisión incluye al perro doméstico como reservorio y a un artrópodo muy pequeño como vector. Se requiere que suba la cantidad de perros infectados en un área y que existan muchos vectores para que ocurra la transmisión a los humanos.
¿Qué aporta la mirada interdisciplinaria al trabajo?
El libro pone en duda el modelo que clasifica a las zoonosis según sean antropozoonosis (del hombre a otros animales) o zooantroponosis (de otros animales al hombre), porque propone entender la relación entre sociedades y naturalezas desde una perspectiva posthumanista . El posthumanismo propone correr a la humanidad del centro de la interpretación y del gobierno de la vida. Es una forma de ecofeminismo, que piensa cómo emanciparnos de la crueldad y el exterminio. No porque una forma de vida nos enferme debe pasar a la categoría de enemigo natural. Debemos esforzarnos por crear colectivamente y como científicos otras formas de vínculo.
En el libro usted afirma “para los perros, como para las mujeres, la biología no es un destino”, ¿a qué se refiere?
Es una paráfrasis de El Segundo Sexo, de Simone De Beauvoir. Se orienta a mostrar que el perro es lo que diferentes grupos sociales hacen y dicen sobre él, con su reproducción, con sus aprendizajes. Esas diferentes maneras de ser perro, en un continuum que va de ser objeto a estar hipersubjetivado, conviven en las sociedades contemporáneas. Así, en la investigación muestro que la primera y principal sospecha en Iguazú recayó sobre las aldeas mbyá, por la apariencia de los perros que comparten el espacio con la comunidad y que muchas veces son abandonados por familias de criollos que dejan perras que recién acaban de parir en los límites de la aldea. Sin embargo, los perros para los guaraníes no ocupan el lugar central en el afecto, ni la proximidad física, que tienen para las comunidades de proteccionistas o cinólogos.
Un capítulo se centra en las representaciones de los perros en la literatura, ¿por qué decidió incluirlo?
La investigación se basa en trabajo de campo etnográfico, con prolongadas estadías en terreno con las personas y los perros del norte de Misiones. En los tres años de trabajo de campo, cuyos resultados publico, entendí que no todo lo que se habla sobre los perros surge de la experiencia directa con ellos. Hay una imaginación social muy nutrida sobre cómo son los perros y por qué son leales; hay códigos para interpretar su mirada, la forma de su cuerpo, su comportamiento. Encontré, por ejemplo, que las novelas Cipión y Berganza de Miguel de Cervantes, Colmillo Blanco de Jack London o Flush de Virginia Woolf, tanto como Dormir al Sol de Adolfo Bioy Casares, desarrollan una figura, la del narrador perro, en la que el perro aparece como un ideal moral para el comportamiento de los humanos.
En el contexto de pandemia que vivimos, donde se vio la relevancia de la investigación epidemiológica, ¿qué puede aportar la perspectiva antropológica?
Durante 2020 realicé investigación con un equipo de EIDAES-UNSAM y ANLIS sobre el covid-19 en barrios populares. Lideré un equipo integrado por Flavia Demonte y Silvia Hirsch, en el que estudiamos en tiempo real, mientras transcurría el confinamiento como política de prevención, qué pasaba con la infección y qué consecuencias tenía en la vida cotidiana de 38 barrios con limitaciones para lavarse las manos por falta de agua, alta densidad poblacional y hacinamiento, en Resistencia, Ciudad de Buenos Aires y Gran Buenos Aires.
Nuestra investigación muestra que las políticas de prevención centradas en retóricas de moral individualista omitieron comprender que, en las ciudades, la contigüidad de residencia entre personas y hogares cumple funciones de subsistencia y que la estructura social urbana viene de un largo proceso de crecimiento y pauperización donde una gran cantidad de hogares viven de jornal, de trabajos precarios en los que cobran por hora o por tarea, familias cuya reproducción simple depende de recorrer entre 12 y 50 km diarios a lugares de trabajo, y para cuya lucha cotidiana se quedaron sin transporte público siendo trabajadores esenciales o teniendo un familiar discapacitado que requiere estimulación de por vida.
Los resultados preliminares pueden verse en http://saludidaes.com.ar y tenemos un libro en prensa.
ANLIS MALBRÁN, antropología, Antropología Social, zoonosis