Sabrina Calandrón acaba de publicar “Mujeres armadas en las Policías y las FF.AA. argentinas”, libro ganador del Premio IDAES 20 años – Editorial Paidós “Contar la Argentina”. En esta entrevista, la especialista reflexiona sobre los cambios que la agenda de género produce en el sistema de seguridad.
La investigación analiza las tensiones que se producen durante el proceso de integración de mujeres a las profesiones armadas en la Argentina, recorriendo casos paradigmáticos e historias de vida. Un desarrollo en clave comparativa, que recoge un trabajo de campo etnográfico realizado durante la última década. Calandrón, que es Doctora en Antropología Social por la Escuela IDAES e investigadora del CONICET con sede de trabajo en la UNLP, se desempeña desde diciembre de 2019 como Subsecretaria de Derechos, Bienestar y Género del Ministerio de Seguridad de la Nación.
“Cuando las mujeres se profesionalizan en el mundo del delito, aparece una necesidad de incluirlas dentro de las instituciones de seguridad. Son dos procesos que se acompañaron. Existe un primer registro de ingreso asistemático a las fuerzas, en las tareas de investigación secreta de la policía federal, vinculado a la necesidad de infiltrar mujeres en las organizaciones criminales, hacia fines del siglo XIX”, señala la investigadora.
Calandrón agrega que se percibe un segundo impulso fuerte de integración de mujeres a las fuerzas, relacionado directamente con el activismo político y las formas de represión. “En las primeras décadas del siglo XX, se advertía un clima de preocupación en torno a la contención social. Entonces, aparecen mujeres dedicadas a aplacar las manifestaciones de otras”, explica. Y añade que, “luego de un tiempo, cuando la coyuntura política cambia, empiezan a habitar otras secciones, lugares de investigaciones y zonas más propias de las fuerzas físicas”. En este sentido, la antropóloga destaca que “lo último en destrabarse para el ingreso del género femenino fue lo que se considera la primera línea de combate o de fuego. Hasta el 2014, la infantería se mantuvo como uno de los últimos lugares de resistencia”.
Además, según la experta, la inclusión de las mujeres en el ambiente de las fuerzas de seguridad termina produciendo un fuerte cambio al interior de la propia institución, motivado por una necesidad de ir construyendo a lo largo de la carrera diferentes formas de sobrevivir. Una estrategia que, en términos de la autora, las obliga a saber ubicarse dentro de una estructura que las expone a ser perpetradoras de mucha violencia y, al mismo tiempo, objeto de ella. “Las mujeres de las fuerzas transforman las prácticas desde la organización colectiva. Algo cambia cuando se encuentran y hablan”, explica. Según la especialista, “toman dimensión de los problemas que las unen, de las formas posibles y no tan lejanas de modificar una profesión que todavía las sigue rechazando, que se burla de ellas, las hace a un lado, les da tareas horribles y las confina a espacios sucios, con tal de expulsarlas” . Y concluye que, como respuesta “ellas se fueron armando para constituirse como una pieza relevante dentro de una institución vertical. Sin lugar a dudas, los temas más importantes de seguridad hoy están vinculados con cuestiones de género”.
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