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El dispositivo pedagógico del CUSAM fortalece la escucha y la potencia narrativa de lxs estudiantes de la Unidad Penal N° 48 de José León Suárez. “La voz puede no estar encerrada como el cuerpo, que la palabra sea libertad”, dice su coordinador Diego Skliar.
Por Solana Camaño
“Mi mamá me cree desde que me escuchó al aire con una cortina musical”, le cuenta a sus compañerxs y docente de radio un estudiante del Centro Universitario San Martín (CUSAM). En la Unidad Penitenciaria N°48 de José León Suárez, funciona desde hace 10 años Radio Mosquito. “Un espacio de creaciones colectivas y desarrollos singulares a través de músicas, palabras, efectos y silencios. Un tiempo donde ejercer el derecho a la comunicación y aprender un oficio con perspectiva comunitaria”, definen sus talleristas.
La primera audiencia de lxs estudiantes, para su coordinador Diego Skliar, son ellxs mismxs al escuchar sus propias voces. De esta forma, la radio se convierte en un espejo donde pueden observar su proceso de transformación educativo. Pero también es un dispositivo que permite un diálogo entre compañerxs que la celda no habilita. “Muchas veces cuesta salirse de los berretines o de la propia historia y del rol que ocupan en el penal. Pero cuando uno hace una ronda y pone un grabador en el medio, la mediación de un micrófono hace que se hablen de forma distinta al pasillo y al pabellón”, detalla el docente.
El sonido también traspasa los muros y golpea las puertas de las casas de sus familias. “Cuando salga quiero ir a buscar a mis hijos, jugar en la plaza y ser un ejemplo para ellos. En el penal aprendí a leer y a escribir. El día de mañana cuando mis hijos me pregunten ‘qué dice acá’, yo se los voy a poder explicar”, dice en vivo uno de los estudiantes.
La concepción de la radio como herramienta para la transformación social tiene una larga trayectoria. En América Latina, se remonta a la emergencia de las emisoras alternativas a mitad del siglo XX, como las mineras de Bolivia, al calor de las luchas populares. Colectivos históricamente silenciados comenzaron a apropiarse de los micrófonos para denunciar injusticias y relatar experiencias en primera persona.
En Radio Mosquito, la pregunta clave de las propuestas pedagógicas es qué tienen ganas de contar lxs estudiantes. En base a eso, se elige entre formatos periodísticos o dramatizaciones pensando cuál es el género más potente para narrar ese tema. Por ejemplo, el radioteatro permite ilustrar qué pasa cuando se atienden en la salita del penal. “Hacer un programa periodístico no tiene tanta llegada o impacto para contar problemas con respecto a salud en contexto de encierro. En cambio, con la actuación aparecen un montón de cosas interesantes sobre los roles de poder”, compara Skliar.
A través de Spotify, WhatsApp y las redes sociales del CUSAM, los micro podcast circulan hacia afuera con velocidad. Además, radios alternativas y populares como Atomika, FM Reconquista y La Tribu los incluyen en sus programaciones. “Así se cumple con el objetivo de romper con los estigmas y mostrar otras voces, de contar de otros modos el penal y las vidas singulares que suceden ahí”, puntualiza Skliar.
Con la pandemia, la distancia alteró los tiempos y las lógicas de trabajo, pero todas las semanas se produce un micro de entre 5 y 10 minutos. “Lo que se ha cortado es la asamblea como espacio de decisión y ciertos procesos pedagógicos que hacen que lxs estudiantes puedan pensar la pieza, locutarla, guionarla y aprender a editarla. Por cuestiones técnicas, ellxs se encargan de la producción periodística, y la edición y distribución recaen más en el plantel docente”, amplía Skliar.
En contextos de encierro la pregunta por las condiciones de la enunciación es central: ¿quién habla en nombre de las personas privadas de su libertad y qué sentidos construye? En Radio Mosquito, lxs internxs tienen la posibilidad de instalarse en el discurso público, dejar de ser narradxs por periodistas o directores de cine y ser guionistas de sus propias historias.
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