Ya antes de la pandemia, y ahora con más razón, eran muchos los países necesitados de mayor productividad y más y mejor inclusión. Ambas se necesitan mutuamente porque, sin inclusión, la política o la sociedad no pueden sostener la productividad y, sin esta, la economía no puede financiar la inclusión. Esta necesidad resalta en América Latina –la región con menor crecimiento del ingreso por habitante- y de modo especial en la Argentina –cuyo estancamiento
lleva ya una década. Por cierto, la necesidad de la productividad inclusiva (PI) se ha intensificado con la COVID-19,
El trabajo sintetiza los primeros avances de una investigación en marcha en el IAEBusiness School y en la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Austral. En la primera parte se revisa extensamente la literatura diagnóstica sobre la productividad y la inclusión. Esta última incluye, en esta etapa, los desafíos de la creación de empleo formal, la pobreza, la distribución del ingreso y el acceso a la educación y la salud de calidad. En la segunda parte se enumeran políticas que podrían contribuir a lograr la hoy esquiva PI. En ambas partes se incluyen o destacan los nuevos desafíos y las posibles soluciones que podrían contribuir a superar los efectos de la pandemia. El núcleo de las propuestas se puede sintetizar en un trípode que integran la inversión para la creación de empleo formal, como principales instrumentos para reducir la pobreza y hacer más equitativa la distribución del ingreso. Una particularidad del trabajo es subrayar el rol de las “variables blandas” y los intangibles en el logro de la PI.

Juan J. Llach
Licenciado en sociología (UCA) y en economía (UBA). Profesor emérito del IAE-Universidad Austral, donde dirige el proyecto Productividad Inclusiva. Director de la carrera de Economía Empresarial-Universidad Austral. Miembro de las Academias Nacionales de Ciencias Económicas y de Educación. Fue miembro de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales (1994 – 2019) y del Consejo de la misma (2004-2019). Autor de 11 libros y 55 trabajos académicos sobre desarrollo económico, educación, historia económica, países emergentes, trabajo y empleo e impuestos. Fue secretario de Programación Económica de la Nación (1991-1996) y Ministro de Educación de la Nación (1999-2000).

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