Dirección de Género y Diversidad Sexual
Hoy se celebra el Día Internacional de la Visibilidad Bisexual, María Belén Devoto, antropóloga egresada del IDAES, activista bisexual, autora de la tesis de licenciatura “Ni confundidas ni en transición. Activismo “bi”, usos del cuerpo y búsqueda de reconocimiento”, nos cuenta acerca del origen de este día a nivel nacional e internacional y la lucha por el reconocimiento de la bisexualidad al interior de la comunidad LGBTIQ+, así como las tensiones en contextos sociales hostiles.
El día Internacional de la Bisexualidad -también conocido como Día de la Visibilidad Bisexual o Día del Orgullo Bisexual- se celebró, por primera vez, el 23 de septiembre de 1999 en Estados Unidos. La iniciativa fue impulsada luego del desarrollo de una Convención Bisexual Anual por tres activistas bisexuales -Wendy Curry, junto con Michael Page y Gigi Raven Wilbur- como respuesta frente a la constante estigmatización e invisibilización que atravesaba a la identidad bisexual. El 23 de septiembre fue acuñado, así, por activistas bisexuales como una herramienta política no sólo para visibilizar las diversas experiencias bisexuales sino también para celebrarlas.
En la Argentina, las búsquedas por el reconocimiento de la(s) identidad(es) bisexual(es) han sido diversas y variadas. La bisexualidad tuvo su primera mención a mediados de la década de los ‘90 a partir de la figura de Alejandra Sardá, quien poseía una trayectoria en el activismo lésbico. Junto con su declaración, Alejandra impulsó una serie de luchas políticas que devinieron en la incorporación de la “B” a las siglas del movimiento, hasta ese entonces, reconocido como LGTTT y la gestación en Buenos Aires del primer grupo de reflexión bisexual. Empero, la aparición de la etiqueta bisexual también vino acompañada de una serie de reticencias, conflictos y acusaciones inter-movimiento que dejaron entrever la bifobia instalada en él.
El movimiento LGBTIQ, al igual que otros movimientos constituidos a raíz de luchas políticas y acciones colectivas, genera sus propias lógicas de poder y jerarquías. Las identificaciones bisexuales son interpretadas, por diverses activistas del movimiento, como una “fase de experimentación”, como un espacio de flujo incapaz de ser habitado. Identificarse bisexual es leído, en muchas ocasiones, como lo que Marc Augé define como “no-lugar”, esto es, como un espacio transitorio que no puede definirse como lugar de identidad. La bisexualidad es, a la par, menospreciada e invalidada en tanto se la concibe como un momento transicional que inevitablemente gravita entre la homosexualidad y la heterosexualidad. Es entendida como un híbrido, una forma ambigua, anómala dentro del movimiento sociosexual. En consecuencia, las personas bisexuales son acusadas de ser “indecisas” y “traidoras” por cargar con “un resto de heterosexualidad”. El deseo bisexual suele estar constantemente cuestionado, circunscribiendo a las personas bisexuales a una imagen estereotipada y negativa asociada a la indefinición, la traición, la infidelidad y la promiscuidad.
La bisexualidad se consolida, así, como un lugar de enunciación que incomoda tanto dentro como fuera del movimiento LGBTIQ porque, como afirma Alejandra Sardá, expone cuáles son los parámetros que regulan la idea misma de sexualidad. De esta manera, expone las estructuras dicotómicas sobre las que se sostiene el sistema sexo-género y nos incita a explorar nuevos caminos de la expresión afectivo-sexual, construyendo otras maneras posibles de desear. Así, nos incomoda. Las prácticas bisexuales irrumpen lo establecido, poniendo en crisis la mononorma y las identidades monosexistas, es decir, la imposición social que considera a las personas como heterosexuales u homosexuales/lesbianas exclusivamente. De ahí, su potencia política.
Al alterar las estructuras dicotómicas, nos recuerda que la sexualidad es un campo que se encuentra en permanente construcción. Su potencialidad se reafirma en el cuestionamiento constante de un único deseo posible, en la puesta en tensión del imaginario de un deseo reificado, anclado, unívoco. Los deseos bisexuales -en línea con la construcción de nuestras subjetividades situadas, del sur, latinoamericanas- suponen movimiento, se inscriben en los “entres”, no se estancan, son fluctuantes, son deseos migrantes. El deseo bisexual siempre persiste bisexual. La bisexualidad se constituye, así, como un entramado de prácticas eroticoafectivas que se desenvuelven junto a una multiplicidad de géneros y cuerpos, más allá de la genitalidad.
El uso de la sexualidad como marca identificatoria, nos invita a apropiarnos de nuestros deseos bisexuales para reflexionar a través de ellos sobre nuestras experiencias, trayectorias y cómo a partir de éstas la misma bisexualidad toma cuerpo. Actualmente, en la Argentina, la reproducción y diversificación del activismo bisexual permitió la conformación de distintos grupos de activismo bisexual que, desde múltiples y variados campos de acción, desarrollan actividades para que esa “B” que compone las siglas del movimiento deje de ser una letra muda, estigmatizada y silenciada.
En este sentido, creo que este día nos invita a pensar las vivencias bisexuales en su pluralidad de experiencias en tanto que hay tantas formas de vivir la bisexualidad como cuerpos existentes. Luego de décadas de debates esgrimidos -tanto en la agenda feminista como en el movimientos LGBTIQ- es momento de que comencemos a alejarnos de las oposiciones totalizantes, binarias, puristas y monosexistas que invalidan a la bisexualidad como modo legítimo de ser, de desear y de sentir. A 21 años de la primera celebración del Día de la Visibilidad Bisexual, celebro todas y cada una de las subjetividades bisexuales y reivindico la potencia política del nombrarse bisexual como herramienta colectiva que legitima el deseo.
María Belén Devoto
Licenciada en Antropología Social y Cultural (IDAES/UNSAM), Maestranda en la Maestría en Estudios y Políticas de Género en la Universidad Tres de Febrero (UNTREF). Integrante del Programa de Estudios sobre Sexualidades, Géneros y Violencias (2017-Presente). Integrante del Proyecto “Pluralización, contactos y antropología histórica del presente: hacia un modelo de comprensión sui generis de las “antropologías argentinas” (IDAES/UNSAM) (2019 – Presente). Ha participado en diversas instancias de investigación organizadas por el Núcleo Interdisciplinario de Estudios de Género y Feminismos (2019).