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El especialista en genómica y bioinformática habla de su empresa Biocódices, una iniciativa incubada desde 2015 por la Escuela de Ciencia y Tecnología que se dedica a la investigación y el desarrollo de productos y servicios de genómica para la salud.
Cuando se piensa en la manipulación del genoma para el diagnóstico de enfermedades cardiológicas u oncológicas, o incluso para el aporte de soluciones al campo de la reproducción asistida, ya hace tiempo que esa idea no solo es posible en el plano de la ciencia ficción, sino también en la vida cotidiana contribuyendo con soluciones concretas para la mejora de la calidad de vida de las personas.
Hernán Dopazo es el director de Biocódices, una empresa incubada desde 2015 por la Escuela de Ciencia y Tecnología (ECyT) de la UNSAM que investiga y desarrolla productos y servicios de genómica y bioinformática para la salud.
¿Cómo empezó tu interés por la biología?
Yo venía de una escuela industrial y lo natural era seguir una carrera asociada a lo técnico. Pero elegí Física en la Faculta de Ciencias Exactas y recién al tercer año entendí lo que hacen los físicos. También cursé la materia Introducción a la Biología Molecular, la cual me resultó fascinante. Hice entonces la Licenciatura en Biología especializándome en genética y evolución. En 1991 obtuve una beca para irme a España, donde terminé mi tesis. Cuando regresé a la Argentina aprendí a programar y modelizar temas de biología teórica en la computadora. Entonces ya no hubo retorno al laboratorio clásico de biología. Poco después volví a España para sumarme a un laboratorio de bioinformática con una beca de dos años hasta que obtuve una posición fija.
¿Ahí comenzaste a pensar en el armado de Biocódices?
No, para nada. En ese momento no era en absoluto mi perfil, pero sí pude ver cómo en España los investigadores empezaban a armar empresas con ayuda del Estado. En la actualidad eso está muy consolidado allá, con polos muy importantes en Barcelona, Galicia, Madrid, el País Vasco y Andalucía. Entonces pensé “¿Por qué no hago esto en la Argentina?”. En 2008 una colega que trabajaba en una empresa de reproducción asistida me comentó que necesitaban genómica para los pacientes. Ahí me di cuenta de que había una posibilidad de retornar al país con algo que no estaba desarrollado. Apenas llegué en 2012 comencé a armar un laboratorio en el CONICET y a pensar en el desarrollo de la empresa.
Ganaron un Empretecno en 2014…
Sí, antes de venir nos presentamos y ganamos. Con eso tuvimos un dinero para comprar parte del equipamiento y comenzar a tomar decisiones: ¿Comprar la maquinaria genómica y gastar todo en el proyecto? ¿O armar un laboratorio de biología molecular pequeño? Optamos por esto último y salimos a buscar capitales privados. Hoy en el laboratorio me acompañan tres especialistas: Jeremías Zubrzycki, doctor en biotecnología y director del Área de Genómica; Juan Manuel Berros, manager de Bioinformática; y Mariana Dopazo, a cargo de la parte administrativa. Después tenemos médicos genetistas que conocen nuestro desarrollo, saben cómo hacemos las cosas y avalan nuestros informes con su firma.
¿Y cómo fue la llegada en 2015 a la Escuela de Ciencia y Tecnología de la UNSAM?
Estuvimos tres años buscando socios. Los laboratorios que existían en ese momento eran plataformas tecnológicas financiadas por el Ministerio, no había empresas privadas. Por lo que la búsqueda fue larga. Lo que queríamos era estar en un parque tecnológico para que nuestra tecnología pudiera ser utilizada por otros y, al mismo tiempo, poder abastecernos de la tecnología existente. En ese sentido, instalarnos en la UNSAM fue de gran ayuda para el emprendimiento.
¿Qué diferencia a Biocódices de otras empresas?
Hacemos análisis preimplantacionales, algo novedoso en el país. Hay algunas clínicas de fertilización que cuentan con los equipos, pero no tienen un área de genómica y bioinformática. Los servicios de genómica deberían funcionar como servicios externos, con competencia entre las empresas. Creo que ese es el modelo que finalmente va a ganar.
¿Cómo ves la situación actual del INTI y de la ciencia en general en el país?
La desfinanciación nos afecta. Nosotros teníamos un proyecto ANR y un Empretecno 2 y con la devaluación el financiamiento se redujo muchísimo. Hacemos menos cosas, tenemos menos capacidades, pero queremos desarrollar ideas que beneficien al conjunto de la sociedad. ¿Las pueden concretar? Lo estamos intentando. El ajuste ha tenido consecuencias sobre todas las empresas tecnológicas.
¿Qué les dirías a los/as estudiantes de la UNSAM?
Que vengan a conocernos. Vinieron estudiantes de universidades privadas y de la Universidad de Buenos Aires, pero de la UNSAM no ha venido ninguno. Queremos despertar el interés por la genómica, la bioinformática y sus aplicaciones entre las nuevas generaciones y su visita es clave.