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La crisis cambiaria evidenciada con virulencia a partir de fines de abril supuso un incremento significativo de la inflación anual (hoy ubicada en torno al 41 %). En el caso de los dieciocho convenios colectivos de mayor representación, la brecha entre los aumentos de salarios negociados y la trayectoria esperada para los precios se ha incrementado y supone una pérdida del salario real de entre el 9 % y el 16 %.
La persistente devaluación de la moneda nacional verificada desde fines de abril —y que aún, al momento de escribir este informe, no muestra señales de haber concluido— ha generado un cambio drástico en el escenario económico.
Una de las consecuencias más gravosas para las condiciones de vida de la población ha sido la aceleración del proceso inflacionario. Porque si bien el índice de inflación excedía ampliamente las metas oficiales establecidas a fines del año pasado, a partir de la crisis cambiaria alcanzó una dinámica equivalente a la observada en 2002 y 2016.
Para quebrar el círculo vicioso devaluación-inflación-recesión son necesarias políticas activas por parte del Estado.
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