Desde diciembre de 2015 hasta junio de 2016 el salario medio real se redujo un 11,5 %. Esta contracción es la más profunda desde el 2001-2002. En el mismo período se registraron alrededor de 137.000 trabajadores que perdieron su ocupación principal en el sector privado.
Por Equipo CETyD
De acuerdo con un informe publicado por el Centro de Estudios del Trabajo y el Desarrollo (CETyD-UNSAM) basado en estadísticas publicadas recientemente por el Ministerio de Trabajo de la Nación (MTEySS), el salario real ha sufrido una disminución real del 11,5 %, mientras que se verifica una contracción del empleo equivalente a la pérdida de 137.000 puestos de trabajo registrados. La coincidencia sobre la tendencia del comportamiento de la mayoría de los indicadores es absoluta. Esto significa que las evidencias están disponibles para el análisis y la toma de decisiones políticas para resolver los problemas que se identifiquen.
El 30 de agosto de 2016 el MTEySS publicó los datos sobre empleo y salarios correspondientes a junio de 2016, basados en registros administrativos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA-AFIP).
Según la información oficial, el salario medio real de los trabajadores del sector privado de la economía cayó un 11,5 % acumulado entre junio de 2016 y noviembre de 2015, antes del cambio de gobierno. Este fuerte deterioro de las posibilidades de los trabajadores de acceder a los bienes y servicios que formaban parte de su calidad de vida es el más pronunciado desde la crisis 2001-2002.
En efecto, al analizar la serie desestacionalizada del salario medio real del sector privado, se advierte que desde diciembre de 2001 hasta septiembre de 2002 la pérdida acumulada alcanzó a casi el 25 %. Si se compara períodos similares, es decir desde diciembre de 2001 hasta junio de 2002, el poder adquisitivo se redujo un 20 %. Esto significa que la situación actual (diciembre de 2015-junio de 2016: -11,5 %) representa algo más de mitad de lo sucedido en el mismo lapso de tiempo durante la más fuerte crisis política y social que vivió el país. El empleo, por su parte, también reflejó una tendencia negativa. Entre diciembre de 2015 y junio de 2016, las empresas privadas expulsaron alrededor de 137.000 trabajadores registrados. Esto implica una contracción de -2,2 % del total del trabajo formal en el sector privado. Si se toma la serie sin estacionalidad, la reducción alcanza a cerca de 87.000 ocupados menos (-1,4 %).
Los sectores más afectados, en términos desestacionalizados según la información del MTEySS, fueron la construcción (que tuvo una caída en el período analizado del -9,7 %), la industria (-2,4 %) y los servicios a las empresas (que se redujeron -2,3 %). La conjunción de una contracción del nivel de empleo con una abrupta reducción del poder de compra del salario, las jubilaciones, las asignaciones familiares y la asignación universal conducen a un escenario de fuerte deterioro social.
En este contexto, no es casual las multiplicación de expresiones públicas de sindicatos, movimientos sociales, legisladores, dirigentes políticos y de otros sectores sociales que solicitan detener la caída del empleo y mejorar el ingreso de los hogares. Frente a esta realidad, no se observan respuestas de política orientadas al sostenimiento del empleo, la recomposición de los niveles salariales, ni a la mejora de las prestaciones del sistema de protección social. Todo lo contrario, el Gobierno nacional desestima la reapertura de las paritarias y considera estrategias de flexibilización de derechos laborales y sociales. Por supuesto, las decisiones tomadas por el poder ejecutivo son el resultado de una visión clara, que considera que el desarrollo y la competitividad del país se alcanza de la mano de una distribución regresiva del ingreso, de una apertura comercial indiscriminada y del enfriamiento de la economía local. De este modo, la situación actual, muy compleja para los trabajadores y la clase media en su conjunto, resulta funcional al modelo puesto en marcha —y es consecuencia de él—. Frente a este panorama, habrá que reflexionar también cómo quedará configurada la realidad sociolaboral en el futuro cercano, qué reacción adoptarán los sectores sociales afectados y cuál será el impacto en la vida cotidiana de los argentinos.