El domingo 24 de abril, el director escénico presentó junto a Diana Szeinblum y Celia Argüello Rena su propuesta de “boceto” para el ciclo Bocetados del Café Müller. Será en el Centro de las Artes UNSAM, en el marco del Festival de Danza Emergente de Buenos Aires.
Por Damasia Patiño Mayer | Foto: Guadalupe Gaona
Sentado en el centro del enorme edificio de Sánchez de Bustamante, donde funciona el Centro de las Artes UNSAM, Silvio Lang cuenta detalles de la nueva propuesta escénica que estrenará el domingo 24 de abril junto con la coreógrafa Diana Szeinblum y la intérprete Celia Argüello Rena.
Creada en base a una idea original del mítico Café Müller, “Bocetados” no es el primer contacto que Silvio Lang tiene con la UNSAM: antes desarrolló proyectos para el programa Lectura Mundi, con producción de visitas de filósofos de la talla de Alain Badiou y Jacques Rancière.
¿Cómo llegás a Bocetados?
Me convocó el equipo de Café Müller para crear un boceto. El boceto, explican, no es un work in progress, ni una performance, tampoco una creación escénica. Intentan proponer una idea nueva. Imagino que, con eso, cada artista interpreta algo diferente.
¿Vos qué interpretaste?
Lo asocié con un interés mío por ‘nombrar’ el lugar. Me parece que el Centro de las Artes UNSAM tiene un espacio muy fuerte y, como director escénico, deseo intervenirlo, ponerme en relación con él para trabajar. Creo que va a ser el “bocetado” de un pensamiento coreográfico. Bocetados proviene de un espacio ligado a la danza, y yo me ubiqué en ese lugar de enunciación. Me siento más como un coreógrafo que como un director de teatro. Igual, prefiero nombrarme como director escénico, porque esta categoría entran un montón de líneas de investigación posibles.
¿Qué te aporta la forma de trabajar de Bocetados?
En principio, cierta urgencia por desplegar una potencia sin la mediación de lo que implica la producción de un proyecto a largo plazo. También, un trabajo con la desesperación del momento. Casi como un partisano, uno ahí puede armarse y rápidamente y construir una idea expresiva, aunque sea un boceto.
¿Tiene un tema el boceto?
Lo que estamos trabajando con Celia son relaciones de fuerzas. Este Bocetados se monta en cuatro ensayos de tres o cuatro horas. Buscamos poner las fuerzas afectivas del cuerpo de Celia en relación con las fuerzas materiales, visuales y sonoras de la arquitectura del edificio para ver cómo pueden ser torsionadas. Acá tenemos millones de formas, volúmenes y materialidades: cemento, hierro, vidrio, mosaico… Tenemos también pequeñas miniaturas visuales y grandes perspectivas. La cuestión es ponerse en relación con esas fuerzas, desplazarlas, torsionarlas y sonarlas. Si tuviera que definir un “tema composición” sería la pregunta por los procedimientos para construir un cuerpo de la resistencia.
Vos trabajaste con grupos grandes, ¿cómo es el trabajo con una sola persona?
La idea es encontrar estrategias para multiplicar el cuerpo. Lo que empezamos a ver es que, con ciertos procedimientos, el cuerpo de Celia no es tan chiquito, se amplifica. Hay una sensación perceptiva de que el espacio puede moverse, ser violentado, y de que el cuerpo puede con esta gran arquitectura. Por otro lado, el público va a tener un cierto itinerario, va a tener que enfrentarse a las fuerzas del espacio.
¿Qué es para vos lo revolucionario en el teatro?
Creo que lo revolucionario es histórico y me parece que, en este momento, la inmanencia de los cuerpos tiene mucho que ver. Hay una cartografía crítica del tiempo presente que articulo o leo como artista. Entonces la revolución está en la vida, en el derecho a vivir, en el querer vivir. Ahí están los cuerpos y las relaciones de los cuerpos. El cuerpo es lo que va a exceder el campo de lo posible y lo revolucionario hoy estaría en ese exceso de la potencia afectiva de los cuerpos.
¿Cuál es el estado del teatro hoy en Argentina?
Creo que es una época de consenso —pensando el consenso como confort—. Sin disidencias, sin disputas, sin posibilidad de reconfiguración de fuerzas. También muy melancólico, porque el teatro argentino siempre está en relación con el pasado. No hay una actitud de impugnar el presente, romperlo y crear otros modos de existencia escénica. A su vez, me parece que es un teatro que no está pensando el exceso, el campo de los posibles. No busca exceder el sentido de lo que hay, del sentido acordado de las formas de hacer y de producir de las narrativas escénicas.
¿Qué relación te parece que debería tener el teatro o la cultura en general con la universidad?
El rector Carlos Ruta sostiene que el espacio universitario debe ser una experiencia de vida para los estudiantes. Más allá de la generación de profesionales, la universidad debe ser para el estudiante una experiencia vital. Que una parte de la agenda de instituciones como la UNSAM esté dedicada a pensar el tono vital del espacio estudiantil, los momentos vivos, menos esquemáticos, menos programados, me parece importante. Recuerdo que, en 2012, organizamos un coloquio con Jacques Rancière para hablar sobre “El porvenir de las universidades”. Allí Ruta preguntó cómo crear experiencia vital en la universidad y Rancière respondió: “Simplemente, sostengan espacios de indefinición no programados, preserven y aseguren estados de indefinición. Pienso que, a través de la articulación con organizaciones culturales autogestivas como FIDEBA y Café Müller, la UNSAM posibilita estos espacios de indefinición.
Silvio Lang
Es director escénico y se dedica a la investigación teórica, la enseñanza y las colaboraciones artísticas en danza contemporánea, performances y teatro. Es docente del Instituto Nacional del Teatro y dicta clases en espacios independientes de Buenos Aires. Fue docente en la Universidad Nacional de Artes, el Centro Cultural ‘Ricardo Rojas’ de la UBA, el Centro Cultural Recoleta, el Centro Cultural de la Cooperación, El Excéntrico de la 18º, entre otros espacios e instituciones culturales de Argentina y de Latinoamérica. Creó y coordinó el Programa de Formación de Dirección y Creación Escénica de la Escuela de Arte y Oficios del Teatro Argentino de La Plata. Fue productor y colaborador académico del Programa Lectura Mundi de la UNSAM. Ha puesto en escena obras de Eurípides, Jean Racine, Margueritte Duras, Tennesse Williams, Yukio Mishima, Alain Badiou, Griselda Gambaro, Daniel Veronese y Alejandro Urdapilleta. Incursionó en la dramaturgia con sus obras Tango Nómade, Meyerhold. Freakshow del infortunio del teatro, Salón Skeffington. Obtuvo el premio Florencio Sánchez como mejor director por Querido Ibsen: soy Nora, de Gambaro, estrenada en 2013 en el Teatro Municipal General San Martín. Actualmente, prepara la ópera sobre El fiord, de Osvaldo Lamborghini, por encargo del Centro de Experimentación del Teatro Colón.
+ INFO sobre Bocetados, clic aquí