Escuela de Política y Gobierno
En esta columna, la decana de la Escuela de Política y Gobierno escribe sobre el último Golpe de Estado, ocurrido en la Argentina hace 40 años.
El jueves 24 de marzo de 2016 se cumplen 40 años de la más terrible dictadura que haya soportado el conjunto del pueblo argentino. Quiero recordar que ese golpe sanguinario respondía a un plan preconcebido cuyo objetivo final era la construcción de un nuevo argentino. No formaba parte, únicamente, de una visión que responsabilizaba al peronismo y al radicalismo por no haber llevado adelante una democracia verdadera. No era el régimen democrático aquello que estaba en juego, como, de formas diversas, lo había estado en 1930, en 1943, en 1955 y en 1966. No bastaba con esperar, una vez producido el Golpe, alguna renovación de los partidos tradicionales. Estos debían ser castigados hasta esfumarse. Tampoco tenía como misión exclusiva el aniquilamiento de las organizaciones armadas y de los partidos e intelectuales de la izquierda peronista y no peronista.
Su meta fue más ambiciosa; consistió en un plan y en un accionar destinados a reeducar a los trabajadores, a los profesionales, a los universitarios y a los sectores más humildes de la sociedad. En una palabra, a todos. Por lo tanto, quienes se consideraban excluidos de la franja de los re-educables no merecían juicio justo ni eran sujetos de derechos humanos.
En vistas a cumplir el objetivo, el país fue dividido en zonas y subzonas para que pudieran operar los grupos de tareas conducidos por las distintas ramas militares y de las policías. De noche, pero también a plena luz del día, los cuerpos eran secuestrados o desaparecidos para no aparecer nunca más. Nada fue improvisado. Como recordará tiempo después Ricardo Piglia, al volver al país y observar un cartel en las paradas de los colectivos que anunciaba “zona de detención”: parecía una metáfora que ocultaba, pero que también expresaba lo que estaba ocurriendo. La ciudad entera se había convertido en zona de detención.
Por lo tanto, recordar lo que pasó debería convocarnos a todos. La Argentina—a través de la verdad y del castigo a los responsables— precisa continuar haciendo justicia con ese pasado para lograr, poco a poco, cicatrizar las heridas. Para eso, es necesario no olvidar; y, para no olvidar, no hay mejor memoria que aquella que alimenta toda la sociedad.
Como decana de una Escuela perteneciente a una universidad pública espero con estas notas incluir a todos en un nuevo repudio al Golpe de Estado ocurrido hace 40 años, el 24 de marzo de 1976. Día de dolor. Día de tristeza. Día de terror.
Compañera , me llegastes al corazon y el recuerdo de viejas luchas