La exdirectora del Banco Central sostiene que el futuro de la Argentina está en juego y advierte sobre el riesgo de una nueva recesión: “Hay que avanzar en la solución del litigio pero sin subordinarnos a la lógica de la especulación financiera: estos retazos de deuda en default que hoy estamos discutiendo son precisamente los resabios de un modelo neoliberal que nos condujo al límite de la disolución nacional”, asegura.
Por Mercedes Marcó del Pont*
El acuerdo con los fondos buitre que impulsa el gobierno nacional constituye un eslabón central en la estrategia de acumulación financiera que hoy vuelve a liderar el proceso económico argentino. Dentro de esta lógica, todo el esquema macroeconómico se subordina al endeudamiento externo. De allí surgen los plazos extorsivos que el oficialismo le impuso al Congreso de la Nación para que dé tratamiento al proyecto que deroga la ley cerrojo y la Ley de Pago Soberano, y habilita el nuevo endeudamiento para la cancelación a los holdouts.
Las urgencias y las prioridades que plantea el Gobierno no tienen que ver con las condiciones objetivas de la economía argentina. Y, por lo tanto, es falsa la dicotomía “acuerdo con los buitres o ajuste” que el oficialismo plantea. El apuro responde al hecho de que el Gobierno quemó las naves y adoptó una serie de decisiones que descansan unilateralmente en el financiamiento externo como impulso de la actividad económica. En ese camino, está afectando seriamente al mercado interno, al entramado pyme y al empleo, que han sido los soportes del crecimiento de la economía argentina durante todos estos años de crisis internacional y recesión en Brasil.
Las principales medidas adoptadas por la conducción económica conducen a una nueva subordinación a la lógica de la especulación financiera. No se trata solo del acuerdo con los buitres. Las decisiones económicas que se han tomado van todas en un mismo sentido: flotación del tipo de cambio, eliminación de las retenciones, desmantelamiento de los controles al ingreso y salida de capitales de corto plazo, aumento de las tasas de interés y liberación de las importaciones. No menos relevante es la decisión de reemplazar el financiamiento dentro del sector público por endeudamiento privado, mayoritariamente externo. Se trata de una apuesta peligrosa en un mundo donde los capitales se están yendo de las economías emergentes. De hecho, sin cepo, sin retenciones y con tasas de interés altísimas, la fuga de divisas persiste en la Argentina. Tal como está planteado el modelo del nuevo Gobierno, se están sembrando las condiciones para que se materialice la recesión y se recreen las situaciones de insolvencia.
Por todo ello, es vital la discusión que se está dando en el Congreso de la Nación. Los legisladores nacionales tienen una enorme responsabilidad y deberían tomarse todo el tiempo necesario no solo para debatir las cuestiones técnicas del acuerdo, sino, fundamentalmente, para dar la discusión ideológica acerca del rol que este Gobierno le asigna al financiamiento internacional en su modelo de crecimiento.
Es cierto que es necesario avanzar en la solución del litigio buitre, pero no a cualquier costo. El Congreso de la Nación tiene una oportunidad enorme para consensuar una alternativa que revise la exigua quita ofrecida —producto del apresuramiento—, elimine tratamientos privilegiados a determinados fondos y condicione el pago de honorarios a los abogados de los fondos buitre, entre otros aspectos que podrían ser mejorados. Pero lo que no se puede habilitar es un cheque en blanco para volver a la lógica de la valorización financiera. Estos retazos de deuda en default que hoy estamos discutiendo son precisamente los resabios de un modelo neoliberal que nos condujo al límite de la disolución nacional. No nos podemos hacer los distraídos. Está en juego el futuro de la Argentina.
* Magíster en Economía por la Yale University. Se especializa en temas de política industrial, monetarios y de desarrollo. Ex presidenta del Banco Central de la República Argentina (2010-2013) y del Banco Nación (2008-2010). Miembro del Plan Fénix, hoy dirige la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE) y el Programa de Innovación Productiva y Desarrollo del Campus Tecnológico de la UNSAM.