Escuela de Arte y Patrimonio, UNSAM Edita
En diálogo con la agencia de noticias Télam, el decano del Instituto de Investigaciones sobre el Patrimonio Cultural (IIPC) Néstor Barrio y y la directora de la maestría en Curaduría en Artes Visuales y el Instituto de Investigaciones en Arte y Cultura de la UNTREF Diana Wechsler hablan de la obra que devela técnicas, materiales, incógnitas y contradicciones del mural pintado en 1933 por el mexicano David Álvaro Siqueiros junto a los argentinos Antonio Berni, Lino Enea Spilimbergo y Juan Carlos Castagnino.
El mexicano David Alfaro Siqueiros junto a los argentinos Antonio Berni, Lino Enea Spilimbergo, Juan Carlos Castagnino y el uruguayo Enrique Lázaro se autodenominaron Equipo Poligráfico para emprender esta obra cumbre de arte latinoamericano en el sótano de una quinta del empresario Natalio Botana, en Don Torcuato.
El libro publicado por UNSAM Edita (sello de la Universidad Nacional de San Martín, a través de su colección de Artes y Letras) da cuenta de la dedicada restauración del mural -a cargo de un equipo comandado por el argentino Néstor Barrio y el mexicano Manuel Serrano-, un hito en la historia de la conservación artística en la Argentina.
En uno de los capítulos, Barrio refieren al curioso silencio de Spilimbergo y la aridez de las declaraciones posteriores de Castagnino y Berni en relación al mural que fue extraído de aquel sótano en 1991 y permaneció abandonado en contenedores a la intemperie durante 18 años, debido a un litigio judicial, hasta que pudo ser rescatado gracias a un proyecto de los gobiernos de México y la Argentina.
“Crudamente hablando: pintar un mural con evidentes resonancias eróticas, en el sótano de la quinta particular de un millonario, pudo considerarse embarazoso para unos artistas que, en aquella época, adherían al Partido Comunista y predicaban la plástica revolucionaria”, señaló Néstor Barrio en una entrevista con Télam.
Barrio y Wechsler, junto a un equipo de especialistas de la UNSAM en historia del arte, química y restauración esclarecen -y vuelcan en estos ensayos- varios enigmas técnicos e historiográficos del mural que estuvo invisible para el público durante 75 años, hasta su instalación en 2010 en el Museo del Bicentenario, donde puede visitarlo todo público, con entrada libre y gratuita.
El único mural que Siqueiros pintó sin una temática social ni política ocupa 123 metros cuadrados -fue realizado con procedimientos técnicos y herramientas no convencionales para la época, como pistola de aire y fotografía- y retrata una serie de figuras sensuales, desnudas, que aparentan nadar por las paredes y techos de la obra, como si el espectador se encontrara dentro de una caja de cristal.
Télam: ¿Cuáles eran, a priori, los principales enigmas técnicos del mural que han logrado dilucidar a partir de esta investigación de la Unsam?
Néstor Barrio: La técnica de ejecución y los materiales: La mayoría de las crónicas periodísticas, películas y artículos plantearon las conjeturas más descabelladas respecto a la técnica y los materiales utilizados. Solamente cuando nos enfrentamos a los muros y tuvimos a nuestra disposición los resultados de los exámenes de laboratorio, pudimos trazar una hipótesis razonable: la obra es una inusual combinación de fresco sobre cemento, fijado y retocado con pintura al silicato de etilo.
Respecto al estado de conservación, los pronósticos eran muy pesimistas pero al poco tiempo de la apertura de los contenedores, se hizo evidente que la obra se encontraba prácticamente en el mismo estado de conservación que cuando fue extraída del sótano de Don Torcuato. La amalgama de los elementos antes mencionados produjo una sólida estructura que explica su asombrosa resistencia a las condiciones tan desfavorables que soportó durante 18 años a la intemperie. A ello habrá que sumarle la notable pericia desplegada por Manuel Serrano para extraer el mural en 1991.
T: ¿Cómo arriban a la decisión (Siqueiros y sus compañeros) y por qué de autodenominarse Equipo Poligráfico?
NB: Siqueiros propuso a sus colegas un trabajo colectivo. El hecho que el mural esté firmado como “equipo poligráfico” explica la intención de disolver las individualidades. Claramente, esto fue un gesto político que reflejaba la afinidad ideológica del grupo.
T: ¿Es posible esclarecer qué parte del mural pintó cada artista? Se pueden evidenciar estilos en los distintos fragmentos?
NB: Son varias las dificultades para individualizar a los artistas: a) La expresa voluntad de encauzar la experiencia creativa en forma grupal deshizo, por así decirlo, las improntas particulares. b) Al quedar descartados los pinceles y otras herramientas tradicionales (el color fue aplicado sólo con el aerógrafo), los trazos, formas y gestos característicos estudiados en otras obras no pudieron ser reconocidos.
No obstante, como adelantamos en nuestro ensayo, podemos señalar algunas observaciones provisorias. Siqueiros actúa como catalizador aportando las ideas renovadoras de la experiencia mural mexicana iniciada en los años veinte; en especial, la inserción de la pintura mural en la arquitectura. Spilimbergo realiza una contribución importante respecto a la estrategia compositiva y el dibujo. Berni, por su parte, se encontraba trabajando intensamente con la fotografía y Castagnino transitaba la carrera de arquitectura. Lázaro sumó su conocimiento de la escenografía.
T: Asegura que “Ejercicio Plástico conserva aún varios enigmas en la faz técnica”. ¿Es posible mencionar algunos?
NB: . En una investigación interdisciplinaria, raramente las conclusiones son definitivas y pueden resultar incompletas. Subsisten, por ejemplo, algunos huecos en la descripción de la técnica de ejecución, como la sucesión de las capas superpuestas, cuya estructura no sigue un mismo patrón en toda la superficie. Es de esperar entonces, que en el futuro, quienes cuenten con mayores posibilidades que nosotros, profundicen la investigación.
Otra de las tantas incógnitas es cómo y porqué los autores emplearon la pintura al silicato para la ejecución del mural; una técnica prácticamente desconocida y nunca utilizada hasta ese momento fuera de Europa. Otra pregunta que aún no tiene una respuesta convincente es la relación entre la fotografía y el procedimiento pictórico. Concretamente, el modo preciso en que los artistas ejecutaron las formas definitivas al proyectar las imágenes sobre los muros desde ángulos escorzados. El sólo argumento del uso de una perspectiva poli-angular es incompleto. Me parece que aquí subyace un asunto que amerita una investigación más extensa.
La nota en Télam, aquí