El doctor en Ciencias Sociales Gabriel Noel entrevistó al antropólogo francés en el marco de su visita al Campus Miguelete para brindar la conferencia “Tristes Banlieues. Antropología del Gobierno Policial”.
Didier Fassin es antropólogo y se desempeña como Profesor de Ciencias Sociales James D. Wolfensohn en el Institute for Advanced Study de la Universidad de Princeton y como director de Estudios en la École des Hautes Études en Sciences Sociales. Asimismo es director fundador del IRIS (Interdisciplinary Research Institute for Social Sciences). Sus temas de investigación giran en torno de la antropología política y la antropología de las moralidades. Actualmente se encuentra embarcado en un proyecto de etnografía del Estado, que busca reconstruir e interrogar los modos en que diversas instituciones estatales como la policía, el sistema judicial o el sistema penal tratan a los inmigrantes en Francia. El antropólogo y doctor en Ciencias Sociales Gabriel D. Noel lo entrevistó en el marco de su visita al Campus Miguelete, donde brindó la conferencia Tristes Banlieues. Antropología del Gobierno Policial en diálogo con los doctores y docentes de la UNSAM Sabina Frederic y José Garriga Zucal.
– ¿Cómo fue que llegaste a tus temas actuales de investigación?
-Trabajar con el tema de la policía puede ser sorprendente; al mismo tiempo acabo de terminar un libro sobre la cárcel, mientras que mis trabajos anteriores tenían que ver con la cuestión de lo humanitario. Creo que las líneas que corren a lo largo de mi trabajo y que me hacen pensar que hay una suerte de coherencia entre lo que podemos llamar el aspecto “represivo” y el “compasivo” de las instituciones estatales, tienen que ver con un interés por la articulación entre lo moral y lo político por una parte, y por otra una voluntad de entender de formas a la vez clásicas y novedosas la cuestión de las desigualdades y las injusticias en nuestras sociedades. De esta manera, lo humanitario es una forma de respuesta política, moral y el castigo, la represión es otra forma de respuesta. En el artículo que escribí en 2005 “Compasión y represión”, un trabajo alrededor del tema de los inmigrantes indocumentados en Francia, me di cuenta – y creo que es un fenómeno general – que con ciertas poblaciones vulnerables, precarias, hay una tensión entre lo que produce compasión y algo que produce temor, inseguridad, y que va a producir una forma de represión. Por ejemplo, frecuentemente niños en peligro, que suscitan compasión, vuelven a ser vistos como adolescentes peligrosos, que son objetos de represión.
-¿Cuáles son las especificidades de un abordaje antropológico en general y etnográfico en particular respecto de esta tensión entre lo moral y lo político?
-Creo que la etnografía que se interesa por lo moral y lo ético es una cosa relativamente reciente. En antropología, hubo un periodo durkheimiano en el cual se consideraban los códigos morales de una sociedad o de un grupo, es decir sus normas y valores comunes (son los trabajos clásicos de John Ladd y Kenneth Read), y más recientemente un giro foucaultiano, con un interés en la formación de sujetos éticos o de subjetivación ética, con las obras de James Laidlaw y de Saba Mahmood, entre otros. Mi uso de la etnografía es diferente en el sentido de que no considera lo moral y lo ético como objetos puros, que se pueden aislar, sino más bien como objetos inextricablemente mezclados con lo social y lo político. Me parece que como etnógrafos, debemos diferenciarnos de lo que hacen los filósofos morales, porque observamos hechos y actitudes y comportamientos que nunca son puramente morales. Mientras que los filósofos pueden aislar un objeto moral e incluso inventar dilemas morales, nosotros estamos enfrentados a esta impureza de la vida social. Por eso, prefiero hablar de “cuestiones morales” o “cuestiones éticas”. Hace las cosas más difíciles pero al mismo tiempo me parece que más apasionantes. Es en esta línea que he propuesto revisar el concepto de economía moral para estudiar temas como la inmigración, el asilo, el crimen, el castigo o el trauma que precisamente permiten entender la dimensión social y política de las cuestiones morales.
-En términos de la relación entre perspectivismo crítico y etnografía crítica y pública de la que hablás en tus trabajos, ¿cuáles son los recaudos a tomar para evitar caer en los extremos del relativismo estéril, por un lado y de la impaciencia moral por el otro?
-Es una cuestión muy difícil y no hay receta ni soluciones. El perspectivismo critico da la misma importancia a todas las partes y versiones en cuestión pero trata de superar las contradicciones tomando en cuenta el contexto histórico y las posiciones sociales de los actores, como lo propone Nietzsche para llegar, como el dice, a una cierta objetividad. Pero eso no significa considerar al etnógrafo crítico como neutro. Pienso que la importancia de la indignación que se puede tener frente a las situaciones que se encuentran en el mundo debe dejar algo para no neutralizar nuestro discurso como ciertos pragmatistas lo hacen reduciendo el análisis a una gramática de la acción. Me parece importante que quede algo de esta indignación que nos ha hecho empezar a trabajar en el tema. Pero, requiere esfuerzo permanente para no distanciarnos del todo y tomar en cuenta nuestro propio compromiso moral y político, algo que todo el mundo tiene aún cuando piensa no tener. Tenemos que estar conscientes de de nuestra postura y nuestros prejuicios morales y éticos para llegar a una aproximación reflexiva que es la condición de cualquier pensamiento crítico.
Estimado Dr.
Leí su artículo y disiento del enfoque, de aplicar el modelo represivo-compasivo, en esta problemática pues pienso que no se asocia a un problema étnico racial sino más bien a una inadaptación psicocultural .que puede verse representada en el modelo sencillo de “que actitud tomaría Ud. Si yo le dijera que deberá compartir una habitación de su casa con un extraño, de la noche a la mañana”. Probablemente desemboqué en actitudes de represión y de compasión, según la adaptabilidad de cada individuo pero no constituiría un modelo común a la masa societaria.