Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental
El Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental (3iA), en el marco de colaboración académica entre el grupo de Biodiversidad, Limnología y Biología de la Conservación, y el profesor Alejandro J. Rescia Perazzo, del Departamento de Ecología de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Complutense de Madrid, invitan a esta conferencia, que se llevará a cabo el viernes 6 de junio de 14 a 16 en el 3er piso del edificio del Campus Miguelete.
El doctor Alejandro Rescia Perazzo es profesor titular de Ecología e investigador del Departamento de Ecología de la Universidad Complutense de Madrid. Algunas de sus líneas de investigación son: expansión de la frontera agrícola en la región chaqueña (Argentina), cambios en el paisaje en diferentes áreas geográficas (norte y sur de España y norte de Argentina), pérdida de diversidad biológica debido a la transformación del paisaje, desarrollo del turismo rural y cultural, y resiliencia socio-ecológica en paisajes culturales. Ha participado en más de 20 proyectos y ha sido investigador principal en proyectos de cooperación y desarrollo basados en la gestión común de los recursos naturales locales en la región chaqueña.
Actualmente es co-director del equipo ambiental de un proyecto nacional multidisciplinario sobre sistemas locales agro-alimentarios, desarrollo rural, conservación de la biodiversidad en paisajes agrícolas de comarcas de denominaciones de origen de aceite de oliva en Andalucía (sur de España). Ha sido profesor visitante de la Universidad de Minnesota invitado por el profesor Tilman. Su actividad docente se centra en la Ecología de los Recursos Naturales, la Ecología de Comunidades y Sistemas, y la Dinámica, Gestión y Conservación del Paisaje en la Universidad Complutense de Madrid y en la Universidad Autónoma de Madrid (nivel de Grado, Máster y Doctorado).
Resumen
Actualmente, los paisajes culturales rurales están sufriendo un proceso de transformación preocupante con connotaciones relativamente graves tanto en el aspecto social como en el ecológico. Este proceso de transformación es el resultado de un conjunto de cambios relacionados con un gradiente de intervención humana, cuyos extremos son la intensificación agraria (máxima intervención) y el abandono rural (ausencia de intervención).
La intensificación agraria, cada vez más común en el mundo rural, corresponde a un tipo de explotación industrial, con uso de productos químicos y maquinaria, que conlleva un alto consumo de energía y de recursos. En la mayoría de los casos, la intensificación tiene un efecto uniformizador del paisaje (grandes extensiones de monocultivos, por ejemplo). Pero también, en numerosos espacios rurales se está produciendo un importante abandono de parcelas dando lugar a paisajes degradados ambientalmente, con evidencias de desertización en algunos casos y pérdida de patrimonio cultural (desmoronamiento de constructos rurales como bancales y setos, por ejemplo).
El abandono de la actividad agraria va acompañado del movimiento de la población rural hacia el medio urbano cuyo mayor efecto sobre el paisaje, al corto y mediano plazo, es una transformación espacial debida a un aumento de biomasa leñosa (transiciones hacia matorrales y bosques derivadas de la ausencia de intervención humana que permite el proceso natural de sucesión ecológica) que, entre otros efectos, acelera el riesgo y la propagación de incendios.
Entre estas dos situaciones extremas derivadas de la forma de explotación humana del suelo y asociadas a paisajes poco deseados, existen otras formas de explotación que fueron consolidando unos paisajes rurales caracterizados por el control y el mantenimiento del hombre. Estos paisajes culturales rurales tradicionales, cada vez menos frecuentes, representan espacios sensatamente gestionados, es decir con un equilibrio razonable entre producción y conservación.
Como resultado de ese equilibrio, basan su alto valor de conservación a escala de paisaje por la calidad de sus productos, por su sostenibilidad desde el punto de vista ambiental y por su papel en la provisión de bienes (madera, agua) y servicios ambientales (regulación del clima, purificación del aire) a la sociedad. Bajo esta perspectiva, puede decirse que los paisajes culturales rurales constituyen un paradigma de gestión sostenible. Así, dentro de un objetivo global de conservación de la naturaleza, basado en un marco de sostenibilidad que garantice el bienestar humano, el mantenimiento del patrimonio natural y cultural, y el uso eficiente de los recursos naturales resulta esencial la persistencia de los paisajes rurales tradicionales y, más aún, considerando que a escala planetaria prácticamente ya no quedan paisajes naturales (sin control humano).