Ayer se realizó la mesa redonda “Un pasado que no pasa. ¿Por qué Rusia anexó Crimea?”, una actividad organizada por el Centro de Estudios de los Mundos Eslavos y Chinos […]
Ayer se realizó la mesa redonda “Un pasado que no pasa. ¿Por qué Rusia anexó Crimea?”, una actividad organizada por el Centro de Estudios de los Mundos Eslavos y Chinos (CEMECH) de la Escuela de Humanidades de la UNSAM. El encuentro tuvo lugar en el Teatro Tornavía del Campus Miguelete y contó con la participación de destacados especialistas en geopolítica internacional: Katarzyna Cytlak, Patricia Lee, Marcelo Montes y Agustín Cosovschi, bajo la coordinación de Claudio Inglerflom.
Algunos de los múltiples interrogantes planteados durante el encuentro versaron en torno a un profundo conflicto político y social que obliga a rever la historia para conocer en profundidad las consecuencias que hoy repercuten en la política exterior internacional: ex-Yugeslavia. Kosovo como excusa o precedente, Polonia y la reacción de los vecinos, economía y política interna rusa. política exterior rusa, USA y Europa.
El coordinador de la dinámica, Claudio Ingerflom, inauguró la mesa con la firme intención de aportar múltiples voces y posturas más académicas en relación a la situación creada entre Rusia y Ucrania que en general no aparecen en diarios de la Argentina. Una lectura plural del conflicto internacional con diversas fuentes -Prensa Rusa, Polaca, ex Yugoslava- ayuda seguramente a crear un mapa de situación mas completo y fidedigno sobre la región en su perspectiva histórica.
En relación a la introducción sobre introducción sobre Polonia y Ucrania, Katarzyna Cytlak remarcó el apoyo de la primera a la segunda en el camino de integración con la Unión Europea que permitió balancear el rol de Rusia en la región y consolidar una posición fuerte de Europa del Este en UE. La integración sería importante por intereses comunes -remarcó- ya que Polonia necesitaba un nuevo aliado – los países Bálticos son más débiles que lo que podría ser Ucrania.
La prensa polaca está en su mayoría en contra de Vladimir Putin, actual presidente ruso. En general, se podría decir que en los vecinos de Rusia, la memoria del pasado (anexión al Imperio ruso, subordinación a la URSS) es muy activa, conectando esas pesadillas con el presente. El forzado referéndum en Crimea revivió sentimientos de rusofobia, especialmente en la prensa de derecha, y temor, sembrando la amenaza de un inminente conflicto global o de confrontación directa entre Rusia y Polonia.
Patricia Lee recordó que el conflicto con Ucrania coincide con el 25 aniversario del triunfo de Solidaridad (primer sindicato independiente de Europa del Este), que abrió las puertas de una crisis global en los países dominados por la URSS seguida pocos años después por la perestroika y URSS, la desintegración estatal de la URSS, algo que en cierta medida puede recordarnos a la república de Weimar y sus fatales consecuencias a principios del siglo pasado. En los últimos 25 años, EEUU y la OTAN bombardearon por primera vez al país europeo y a su capital Belgrado, país eslavo y entonces muy cercano a Rusia. La política de los EEUU y de la OTAN consistió en integrar cada vez mas países, cercando el territorio ruso. Rusia había fijado una línea roja, Ucrania, que según ella la UE no debía atravesar
Agustín Cosovschi intervino sobre Yugoslavia, recordando su ruptura con la URSS y su propia desintegración comenzada a fines de los ochenta. El ciclo de la historia vuelve a poner en escena a la participación de la OTAN en los 90, ubicándola como centro de debate. El argumento del Kremlin que presenta la intervención de la OTAN en la ex Yugoslavia como ejemplo de agresión de Occidente no es evidente. La violencia real, interétnica, la «limpieza étnica» precedió en Yugoslavia a la intervención. En Crimea no había violencia ucraniana contra los rusos.
La pretensión a la independencia albanesa en Kosovo desde el punto de vista humanitario tuvo bastante fundamento, y se legitimaba en el derecho internacional argumentado en la violación sistemática a los DDHH. La intervención de la OTAN había instalado en este caso una doble soberanía que en vez de despedazar Kosovo prorrogó su pertenencia a Yugoslavia por una década. El referéndum de Crimea, por el contrario, se dictó desde Moscú para que en sólo 15 días ya estuviera anexada a Rusia.
En una mesa redonda enriquecida por el aporte de todos los especialistas en política internacional, Marcelo Montes se refirió centralmente a Ucrania, que presentó una crisis con raíces fuertemente endógenas que comenzaron en 2013 con protestas iniciadas en respuesta a una probable asociación comercial con la Unión Europea, que traería aparejadas profundas reformas estructurales.
El tenor de los reclamos frente a la anulación del acuerdo por parte del gobierno ucraniano fue cambiando y derivó en protestas más violentas, inorgánicas, heterogéneas, con un contenido paramilitar y la presencia de líderes de extrema derecha. Esto tuvo como consecuencia inicial la caída del presidente Yanukóvich en febrero, seguido por la intervención de la calle y un nuevo gobierno tecnócrata interino, que pacta con la UE, recibe ayuda económica y llama a elecciones presidenciales.
Cerrando las presentaciones y antes de dar paso a las preguntas del público, Claudio Ingerflom explicó que el discurso acusando a grupos neonazis de ser los verdaderos protagonistas del derrocamiento del presidente Yanukóvich en Ucrania sólo refleja una parte menor del conflicto. “A Yanukovich lo dejaron solo sus propias fuerzas armadas que se negaron a tirar contra el pueblo en las calles de Kiev, su propio partido lo abandonó, la sociedad ucraniana estaba en su conjunto hastiada de la corrupción y de la pobreza, y una parte de esa sociedad no quiere volver a depender de Moscú. El discurso sobre los nazis es curioso, no sólo porque los partidos del sector Derecho y Libertad son minoritarios y en todo caso sacan menos votos que sus congéneres en Hungría, Francia o Bélgica, sino porque Moscú recibe actualmente con los brazos abiertos a los dirigentes neonazis occidentales (3 visitas en dos años de Marina Le Pen recibida por la más altas autoridades, entre ellas por el presidente de la Duma, que la felicitó por su score en las últimas elecciones francesas saludando ese resultado como un punto de inflexión en la historia de Francia), visitas acompañadas por la presencia de muchos observadores de esos partidos y clubes neonazis en el referéndum de Crimea. Se trata de un discurso que refleja una parte de la realidad pero oculta otra a saber, el papel jugado por la sociedad ucraniana, y que supone el derecho de Rusia para decidir en la política interna ucraniana. Al mismo tiempo queda claro que los EEUU y la UE una vez más demostraron una dosis sorprendente de ignorancia e incomprensión de la historia de Rusia y sus intereses estatales. En ese sentido comparten la responsabilidad de la crisis. En lo que respecta a América Latina, la doctrina de las fronteras flexibles, que permitió en su momento a Brejnev invadir Checoslovaquia como también la decisión de responder a llamados de ayuda peligrosas: Guatemala, Dominicana y Panamá son nuestros ejemplos en el pasado. El mundo unipolar no nos ayuda, pero el multipolar basado en el derecho imperial tampoco”.
El objetivo de esta mesa redonda fue generar un espacio para que, a partir del aporte de especialistas y el panorama geopolítico actual, sea posible responder y plantear nuevos interrogantes en relación a un pasado que no pasa. Algunas de las preguntas planteadas por los alumnos de la UNSAM fueron: pensar el porcentaje de adhesión y en contra de Ucrania, las similitudes lingüísticas y culturales entre Rusia y Ucrania, los medios internacionales a los que se podría acceder para seguir este conflicto internacional respetando la pluralidad de voces sin caer en una muchas veces ausente fundamentación histórica de la región, los efectos para América Latina.
El diálogo fue un maravilloso ejercicio de debate y reflexión sobre el mapa mundial.
CEMECH, Crimea, Escuela de Humanidades, Política internacional, Rusia